Cuatro enormes cráneos dominan ya el escenario del Campoamor, donde el próximo día 13 alzará el telón un 'Don Giovanni' que promete no dejar indiferente ... a nadie. Y la responsable es Marta Eguilior (Bilbao, 1985), una de las pocas directoras de escena españolas, la más joven en activo. La bilbaína y su equipo -conformado por mujeres casi en su totalidad- han concebido esta nueva producción de la Ópera de Oviedo como un alegato contra la violencia machista en su debut en el ciclo lírico, porque «no estamos aquí para aplaudir los insultos que llegan desde las ventanas de un colegio mayor; para dejarnos violar ni ser denostadas». Así que condena a este Don Giovanni en el que la dirección musical corre a cargo de otra mujer «feliz de volver a casa» para ponerse al frente de Oviedo Filarmonía: Elena Mitrevska. Un hecho histórico en la temporada: «En total, somos diez mujeres en el equipo de esta producción, algo nunca visto».
-¿Cómo surge esta propuesta que defiende con tanta vehemencia?
-Mi equipo y yo estábamos cincelando 'Don Giovanni' y me di cuenta de que lo veíamos igual. Y luego comencé los ensayos separando a las cantantes de los personajes masculinos. Entonces, nos pusimos a leer artículos actuales, con porcentajes e historias sobre violencia de género, violaciones... e hicimos debates. Así creé un equipo de mujeres que estamos defendiendo la igualdad, que queremos contar nuestra historia. Fue tan increíble cómo conectaron... Comentaban cosas que les habían hecho a sus amigas, abusos...
-Ha sentenciado al personaje.
-Es que, en esta ópera, hay una parte social que me toca directamente la fibra. Porque, cuando me pongo a estudiar desde cero la partitura, empiezo a ver que era un malnacido. No podemos olvidar que en 'Don Giovanni' hay una violación a Donna Anna. Al principio, uno de los sirvientes le echa en cara que la haya forzado. Y, en uno de aquellos debates que tuvimos, uno de los miembros del equipo va y suelta: «¿Y vosotras cómo sabéis que forzar es violar?». Claro, todas nos miramos y pensamos: «Este tipo de gente no sabe en qué mundo vive ni qué es el consentimiento».
-Vincula el siglo XVIII con el presente, con toda la escena teñida de un azul Klein anacrónico, y a episodios tan lamentables como el del Elías Ahúja. ¿Por qué?
-Porque, un día en el que reuní con mi coreógrafa y mi ayudante, me dicen: «¿No te has enterado de lo que ha sucedido?». Una pregunta que venía a raíz de una escena que he creado y que es bastante impactante. Y, cuando me enseñaron el vídeo, se me pusieron los pelos de punta. No entiendo cómo hay gente a la que no se le ponen viendo eso. Para esa gente es este 'Don Giovanni'.
-El coro simboliza la fortaleza de la sociedad frente a los abusos y Donna Anna, Donna Elvira y Zerlina, «a las mujeres luchadoras, estandartes de la sororidad».
-Así es. Ayer mismo trabajaba con el coro, en el que hombres y mujeres van vestidos con pantalones, y les decía: «Quiero que el público de esta ópera entienda que yo todavía voy por la calle de noche sola y tengo miedo. Que todas tenemos miedo». Y quiero que se entienda que ese catálogo de 2.065 mujeres de Don Giovanni no son mujeres que ha seducido. Jajaja. Qué risa. Vamos a reírle las gracias No: probablemente, el 95% de ellas son mujeres abusadas. Estamos hablando de que la historia sucede en el siglo XVIII. Y, en el XVIII, ¿cuántas mujeres mantenían relaciones sexuales antes del matrimonio? Por lo tanto, ¿a cuántas mujeres ha 'conquistado' este 'conquistador'? ¡Venga, por favor, que esta historia nos la han contado los hombres!
-También afrontó la primera ópera 'trans'. ¿Qué me dice de la brecha abierta en el feminismo?
-Que la gente que condena a quienes se sienten mujeres por no ser como ellas no es feminista.
-¿Usted se ha sentido discriminada a lo largo de su carrera?
-Prácticamente en cada producción, pero creo que nos pasa a todas. Por ser mujer, tienes que demostrar el doble. Me da igual el trabajo que estés haciendo. En dirección, más, porque estamos en una posición de liderazgo. Y un lugar de liderazgo ocupado por una mujer joven a muchos todavía les cuesta. Pero estamos empezando a ponernos en nuestro sitio y ellos tienen que aceptarlo.
-¿Tiene miedo a que el público asturiano no entienda su planteamiento?
-Creo que, en el Norte, no nos gustan las cosas vacías, sin justificar, gratuitas. Somos muy exigentes con eso y muy cultos, y esta producción está totalmente justificada. Al contrario: pienso que puede atraer a nuevos públicos y también a melómanos, a gente que adora la ópera. Nuestro poder es utilizar la cultura como herramienta, no que todos los 'Don Giovanni' sean iguales. Para eso, te pones un DVD de 1989. Ahí reside nuestro poder como artistas. Tengo muy presente la parte de responsabilidad que tenemos los artistas para con nuestro público. No es simplemente entretenimiento. El arte siempre se ha ayudado a la evolución, a concienciar. Eso nos diferencia de los animales: la conciencia. Y se muestra a través de la cultura y del arte.
-¿Y si no?
-Si alguien crucifica esta puesta en escena, no me importa en absoluto, porque significa que nunca nos va a entender, que no tiene empatía, que no entiende el feminismo. Porque también estaría muy bien que la gente entendiese que feminismo no es hembrismo, no es lo contrario del machismo, que no somos feminazis. Que es igualdad. Yo creo que muchos se imaginan que voy a aparecer en escena con una metralleta. Y no: eso lo haría Don Giovanni.
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