Con Melisma, la formación especializada en gregoriano, en Valdediós. E. C.

Luto en la música asturiana, que pierde al maestro Fernando Menéndez Viejo

Fundador del Coro de la Ópera y de Melisma, fue también director de la Escolanía de Covadonga y compositor de numerosas obras

A. VILLACORTA

GIJÓN.

Sábado, 24 de abril 2021, 01:49

«Queremos tener un especial recuerdo y enviar un sincero abrazo para todos los amigos y familia del maestro Fernando Menéndez Viejo, que nos ha dejado. Fernando fue el primer director del Coro de la Ópera de Oviedo, creado en el año 1989, además de ... profesor de música, compositor, organista y director de la Escolanía de Covadonga».

Publicidad

Con un emocionante «buen viaje, maestro» despidió ayer la temporada lírica ovetense al que fuera el primer director de su coro: el músico total Fernando Menéndez Viejo, nacido en Oviedo en 1940 y gijonés de adopción para quien la música era la vida y que fallecía ayer por la mañana en el Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA) tras sufrir una caída hacía unos días mientras paseaba con su esposa, María Paz Iglesias, por 'el Kilometrín' dejando un silencio imposible de llenar entre sus muchos amigos, alumnos y gentes de toda condición que compartían su pasión por las partituras en casi todas sus formas, pero especialmente por las religiosas y las basadas en motivos asturianos.

Este melómano empedernido empezó a cultivar la que sería su gran pasión cursando estudios musicales en la Catedral de Oviedo con Eugenio García Antuña y continuándolos después en el Seminario Metropolitano, donde fue ordenado sacerdote y donde dirigiría su Schola Cantorum, como confirmó ayer «con gran pesar» su buen amigo Javier Gómez Cuesta, párroco de la gijonesa iglesia de San Pedro.

Dueño de una voz prodigiosa, organista y profesor, deja varias composiciones inéditas sobre temas asturianos

Ya en 1964, fue nombrado director de la Escolanía de Covadonga, que relanzó en momentos complejos, y ocupó ese puesto hasta 1968, momento en el que Gómez Cuesta lo conoció: «Fernando le dio categoría musical a la Escolanía, porque era un músico brillante, pero también una excelente voz. No podemos afirmar que cantaba bien, sino muy bien, con una voz de tenor increíble. En el coro del Seminario ya destacó por eso. Tenía unas dotes musicales increíbles y fue también discípulo de Alfredo de la Roza, otro gran músico y sacerdote que fue durante muchos años director de la Schola Cantorum del Seminario y canónigo de la Catedral, quien creó escuela. Y, de ahí, Fernando pasó a ser el organista de la parroquia de San Lorenzo, donde también ejerció como coadjutor y de la que salió para casarse. Una persona muy afable, con mucha facilidad para la comunicación y con muchísima iniciativa. De hecho, compuso una canción titulada 'Las campanas de San Pedro' que se canta todos los años el día de la fiesta».

Durante aquella etapa en San Lorenzo surgió su estrecha amistad con Ramón Sobrino, hoy catedrático de Musicología de la Universidad de Oviedo y en aquellos momentos su alumno de órgano («cuando fui a verle por primera vez, me recibió muy amablemente y nunca me quiso cobrar», contaba), que, profundamente apenado, siempre lo recordará como «una bellísima persona, realmente excelente, un enorme profesional y un gran músico».

Publicidad

Pero es que el hombre al que encomendaron la tarea de poner en marcha el Coro de la Ópera de Oviedo, «coherente y emprendedor como pocos», se puso asimismo a la batuta del Coro de Cajastur, además de fundar la Academia Presto e impartir clases en la Escuela de Magisterio. Y, tras aprobar las oposiciones, prosiguió con su faceta de docente, porque enseñó en Secundaria en el Instituto Calderón de la Barca, así que sus discípulos en tantos lugares inundaron ayer las redes de condolencias: «Se nos va uno de los grandes de verdad. Buen maestro del que he aprendido mucho», «Maestro, nos deja un enorme legado como músico y como persona. D. E. P.», «Maestro, muchos momentos musicales compartidos y mucha música interpretada. Que la tierra te sea leve».

Un hombre «enormemente vital», como prueba el hecho de que fundaría también el Grupo Melisma, «formación diseñada para interpretar cantos gregorianos y con la que grabó un disco titulado 'Gregoriano popular'», y autor de varias publicaciones, como recordó el crítico musical de este periódico, Ramón Avello, quien también se detuvo en su prodigiosa voz y en sus «notables composiciones. Fundamentalmente, sobre temas asturianos. Incluso hay algunas obras corales que llevan su firma con armonizaciones muy interesantes y poco convencionales y que se han hecho tan populares que, en ocasiones, se piensa que son tradicionales, como, por ejemplo, la añada 'Dexaile dormir al neñu'».

Publicidad

«Su última obra, y también probablemente la más importante, es una 'Fantasía sinfónica coral asturiana', una sinfonía para gran orquesta y coro dividida en cuatro movimientos y basada toda ella en canciones populares asturianas, entre las que se incluyen algunas creadas por el propio Fernando Menéndez Viejo».

Con ella bajo el brazo, ilusionado como la primera vez, pese a las dolencias cardiacas que lo aquejaban y a la pandemia, «siempre amable», fue a ver recientemente a su despacho de la Facultad a Ramón Sobrino, quien también destaca «sus aportaciones como compositor de música asturiana y religiosa, escribiendo y armonizando muchas canciones populares asturianas», y al que llevó como regalo su última obra, 'Cantarinos de mi Asturias', que, «desgraciadamente, no ha llegado a ver estrenada».

Publicidad

Con el deseo unánime de poder escucharlas interpretadas por una gran orquesta expresado por familiares y colegas que ayer lo despedían en el tanatorio de Cabueñes, la música volverá a sonar en su memoria en el funeral que está previsto para este lunes, día 26, en la iglesia parroquial de San Nicolás de Bari, en el gijonés barrio de El Coto, a partir de las seis de la tarde. Música para la eternidad que tanto le debe a Fernando Menéndez Viejo.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

3 meses por solo 1€/mes

Publicidad