«'A tu lado' es una apuesta muy arriesgada, no nos avergüenza abrirnos»

–¿Qué nos vamos a encontrar en 'A tu lado'?

–Es una apuesta novedosa y diferente. En 2019 en el homenaje a mi hermano en Madrid se agotaron las entradas. Nos hicieron varias entrevistas y recuerdo que unos periodistas muy jóvenes me preguntaron si éramos de los Marqueses de Urquijo o si éramos de clase alta. Vi entonces que había una desinformación severa y muchos tópicos. Faltaba un relato oficial y eso me rondó en la cabeza. Y llegué a 2020. Muere mi suegro y dos amigos jóvenes y vi que yo podía morir en cualquier momento.

–Estábamos en plena pandemia.

–Sí. Contacté con un amigo vía telemática, le pedí poner por escrito unos vídeos y él me propuso hacer un libro. De ahí surgió hacer un musical con un guion que cuenta una historia y unos actores que representan un papel y una banda. En principio no se creyó en el proyecto, pero se me ocurrió que, en lugar de actores, podíamos ser nosotros mismos. Era una apuesta arriesgada y Víctor Conde, el guionista, accedió. No se trata de hacer de actores sino de ser humildes, bajar la cabeza y ser fiel a un público que siempre nos ha echado una mano.

–Y la música pegada a los acontecimientos que se narran.

–Hay un actor que es el eje, hace de mi hermano, también se convierte en padre. Hacemos un dibujo de lo que estaba pasando. Recuerdo una anécdota acerca de Lola Flores: 'no sabe bailar, no sabe cantar, no se la pierdan'... Pues de 'A tu lado' diré: 'No es un musical, no es una obra teatral, pero no se lo pierdan'.

–¿Cómo se ha llevado a cabo la selección musical?

–La eligió Víctor Conde. Yo nunca hubiera imaginado que alguien podría hacerlo tan bien. Y él además no es un fan nuestro.

–¿La canción que no podía faltar?

–Por suerte hay varias. Hay una que nos abrió la puerta al futuro: 'Déjame'. Es imposible no tocarla. Pero, a día de hoy, 'A tu lado' es nuestro número 1.

–Precisamente en pandemia se convirtió en una especie de himno.

–Sí. Es sorprendente. Me contaron anécdotas y recuerdo una con emoción. Me enviaron un vídeo. Se cumplía el aniversario de boda de una pareja. Cumplían 50 años casados. Y se reunieron cuatro generaciones desde distintos lugares del mundo cantando todos para ellos esta canción. Es muy emotivo. Te planteas: ¿cómo puedo yo pagar eso?

–Cuentan instantes de su vida. Cuatro décadas en las que ha habido momentos buenos y otros complicados. ¿No han sentido cierto pudor al desnudarse?

–No, hay que ser agradecidos y no moverse por la frustración y el rencor, no merece la pena. Al morir mi hermano, durante un año y cuatro meses estuve enfadado con el mundo. Luego al volver vi que tenía la confianza del público. Odiar no proporciona nada. Hay que ser más positivo. Por eso no nos avergüenza abrirnos por el colegueo con ese público que nos apoyó siempre.

–Dicen Los Secretos que han resucitado varias veces...

–Unas cuantas. Pero con amigos como nuestro público hemos salido adelante. Así que... Yo sería fan de Los Secretos si no fuera yo parte de ello. No queremos un jet privado, pero sí contar con el público. Ser positivo y agradecido es mucho mejor.

–Su música funciona. Está claro que no es una moda pasajera... Gusta a varias generaciones. Difícil en estos tiempos.

–No hemos inventado nada, pero sí encontramos una vía de nexo con una comunidad a la que le gustas. Eso nos obliga a ser cada vez mejores. Vivimos y dependemos de nuestros seguidores.

–Dígame, ¿cuál es su canción preferida de Los Secretos?

–Una de mis favoritas es 'Está prohibido llorar'. Y tal vez la primera con la que di el paso como compositor, 'Qué solo estás'.

–Si su hermano Enrique pudiera ser un espectador de este proyecto, ¿qué cree que diría?

–Lo he pensado. Creo que estaría orgulloso. Le gustaría por el hecho de mantener viva su obra, por su hija, por María. En cada paso que hemos dado él ha estado presente. Es como si hubiera estado aquí en plan fantasma. De alguna manera siento como si le hubiéramos pedido permiso. Y él nos lo ha dado.