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El Kanka, cantautor
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El Kanka, cantautor
«Ha sido bonito redescubrir lo mucho que me gusta mi profesión y estoy deseando que llegue el concierto de Asturias»«Hemos vuelto, chavales». Subido de nuevo a un escenario y encendiendo la última bombilla del luminoso con su nombre artístico, el cantautor Juan Gómez Canca, El Kanka (Málaga, 1982), regresaba en septiembre después de haber decidido parar «por tiempo indefinido». Su cuerpo ... le había dicho «detente» después de más de diez años de gira ininterrumpida. En ese intervalo, de nueve meses finalmente, decidió no hacer colaboraciones, ni entrevistas, ni aparecer en redes. Silencio. Descansó y probó a aburrirse, pero tampoco estuvo quieto. Volvió al estudio para grabar su quinto disco, 'Cosas de los vivientes', de catorce temas, el más largo de su carrera, con el que llegará el sábado a las 21 horas al Teatro de la Laboral. Presentará al público asturiano sus nuevas canciones en un repertorio en el que tampoco faltarán las más populares de su trayectoria.
—Acaba de iniciar la gira. ¿Cómo se ha sentido en estos primeros conciertos y cómo ha sido el contacto con el público?
—Había muchas ganas ya desde hacía un montón de meses. Ha sido muy bonito reencontrarme con el equipo, con los músicos, y con el público. Con mi profesión, en resumidas cuentas. Con subirme al escenario otra vez y cantar mis cancioncitas nuevas. Me hacía mucha ilusión después de cinco años sin sacar un disco largo. Estoy ilusionado con la gira, que ha empezado superbién, con muchos sitios con todas las entradas vendidas, la gente cantando los temas nuevos. Creo que va a ser una gira superbonita, la verdad.
—El disco salió hace mes y medio y por lo que se ve en redes el público las canta todas.
—En las firmas de discos, mi sensación era que estaban gustando. Las antiguas ya se las saben y les hacen revivir emociones. Las nuevas, por razones obvias, llevan menos tiempo en sus vidas. No forman parte aún de momentos mágicos. Sin embargo, en los cuatro conciertos que llevo ya me he encontrado a muchísima gente cantando los temas nuevos en un repertorio larguito. Está compuesto por veinticuatro canciones: doce del disco nuevo y doce de los anteriores. Que respondan tan bien, cantando, aplaudiendo, escribiéndome que han disfrutado un montón en un concierto en el que hay mucha presencia del disco nuevo me parece un triunfo.
—¿Le apetece volver a Asturias o es un concierto más?
—Le digo la verdad: me importa poco el turismo, salvo el turismo gastronómico (se ríe). Creo que he viajado tanto, he dado tantas vueltas, que llega un momento en que... (resopla) me da un poco igual estar aquí o allí. Pero me gusta muchísimo comer, me gusta muchísimo cocinar. Ya tenemos pensado un sitio en el que hemos estado otras veces y vamos a disfrutar de las maravillas que tenéis. Rezaré para que la digestión sea ligera, porque una vez allí que me sonó el despertador para ir a la prueba de sonido y no me levanté. Me quedé frito. ¡Me matasteis! (risas).
—Regresa a Gijón en circunstancias muy distintas a los anteriores conciertos. En 2019, tocó en El Albéniz. Ya en aquel entonces hablaba de este disco. Y luego, en 2020, en plena pandemia, actuó usted solo con su guitarra en El Bibio. Cuando echa la vista atrás en estos tiempos raros, como usted dice, ¿qué piensa?
—Y tan distintas circunstancias... Creo que en Gijón he estado tres veces. El concierto del Albéniz lo recuerdo con mucha ilusión porque aquella gira, 'Donde caben dos caben tres', la hicimos en recintos relativamente grandes para lo que yo estaba acostumbrado. Nunca había actuado en Gijón para tanta gente y se vendió todo por anticipado y lo recuerdo como un concierto superbonito. No se me olvida. Y del otro también me acuerdo... Es que aquellos conciertos fueron loquísimos. Tengo un recuerdo agridulce, como todos los de aquella época (El Kanka hizo más de 90 bolos tanto en 2020 como en 2021).
—El público con mascarilla y distancia de seguridad.
-No veías las caras de la gente, cuando yo estoy acostumbrado a tener mucho 'feedback'. La proyección se notaba algo menos. Para la gente a la que le gusta ir a conciertos, y me incluyo, fue una putada no poder ir a un concierto en tantísimos meses. Yo notaba esa emoción. La tenía por estar en el escenario cantando y la gente que venía, también. Eso también fue bonito. Recuerdo los largos aplausos de aquella época. La gente estaba frita por ir a escuchar canciones y cantar.
—Dice que decidió parar tras llevar «muchos años sin querer dejar pasar ninguna oportunidad».
—Fue un cúmulo de circunstancias. La primera vez que le comenté al equipo que necesitaba parar fue en 2018. Aquel año y el anterior fueron mis años de más conciertos. Alrededor de los 90 cada año. Grabé discos, hice promos, fui a Latinoamérica... Fueron dos años muy cansados. Pasaba muy poco tiempo en mi casa. Y eso te desgasta muchísimo. Venía diciéndolo desde ahí. En 2019, con un mes muy duro en Latinoamérica, sí tuvimos una gira más tranquilita. Y luego pasó lo que pasó.
—La pandemia y meses sin salir.
—Eso es, un montón de meses sin poder salir y, cuando se pudo, estaba el miedo a no poder trabajar. Al principio, dejamos al equipo. Un equipo que, claro está, tiene su familia, sus gastos, y les adelantamos unos conciertos, lo que estuvo en nuestras manos para ayudarlos, pero realmente no estaban trabajando. Cuando ya pudimos llevarlos a todos, María, mi mánager, me propuso alargar la gira un poquito más para darles trabajo y luego ya hacer un parón. Un parón total, radical. Sin conciertos, entrevistas, colaboraciones, apariciones en redes. Un tiempo para grabar el disco tranquilamente y recuperar mi vida normal y las ganas de volver a cantar, que es superimportante.
—Las había perdido.
—Una vez que subo al escenario suelo disfrutar. Es raro el día que no disfrute, pero es verdad que he estado muchas, muchas veces, antes de subir, mientras espero en las escaleritas, sin ganas ninguna. Porque eran muchos conciertos y muy seguidos. Y el mismo repertorio, que eso también quema. No ocurre lo mismo en los conciertos de ahora, porque tengo más capacidad de atención con las canciones nuevas. Intento conectar con 'Canela en rama', por ejemplo, que es una canción que tendrá veinte años, y creo que consigo transmitir lo que estoy diciendo en la canción. Pero, ¡es mucho más difícil conectar! La habré cantado miles de veces. Por supuesto que voy a cantar 'Canela en rama' en todos los conciertos. Pero, para mí, la mezcla es lo óptimo. Es la que me da la vida.
—No sé si hubo en el país artista que hiciera más de 90 bolos cada año en la pandemia.
—Esos fueron. Ahora bien, después de cinco años, más de 90 bolos en los años de pandemia con el mismo repertorio, con leves cambios, sí es un poquito fatigante y eso es muy feo. Claro que luego le pongo actitud. Es mi trabajo y tengo que estar al 100%. Pero antes de subirme al escenario no lo estaba. Luego está el público, que es muy cariñoso y participativo. Y la música, que siempre me genera cosas bonitas. Al final, entre una cosa y otra, salía contento. Pero sí que es verdad que antes de subirme sí que lo he pasado mal muchas veces.
—¿Qué reflexión o aprendizaje sacó de ese parón?
—Justo esto de lo que hablamos: las ganas. El segundo o tercer mes ya estaba aburrido (se ríe). No es malo sentirlo, porque había estado con mucha necesidad de estar en mi casa, de estar con mi familia, de cocinar, de estar tranquilo unas semanas. Pero, fíjese, cuando ya llevaba un par de meses sin hacer conciertos ya tenía otra necesidad. Queremos lo que no tenemos, pero es que no puede ser de otra manera. La definición del deseo es esa: uno se va a lo que no tiene. Una vez que lo tiene, ya no hay deseo. Es bonito redescubrir una cosa que yo ya sabía y es que a mí me gusta mucho mi profesión. Si logro conseguir lo que quiero en un futuro, que el trabajo sea un poquito más equilibrado, disfruto realmente de mi profesión. Estoy deseando que llegue el concierto de Asturias y hacer el show.
—¡Pues no le cuento sus seguidores!
—¡Ahá! (se ríe). Eso es muy bonito. Que mi profesión tenga un porcentaje del tiempo que dedico a mi trabajo que me resulte tan apetecible es una cosa maravillosa y que no puede decir todo el mundo. Volver a descubrir eso ha sido la reflexión importante. Es lo que he sacado de este parón.
—¿Cómo ve a su quinta 'criatura'?
—¡Me encanta mi quinta criatura! Estoy enamorado completamente. Está más cerca de lo que uno es ahora. Estoy francamente orgulloso, la verdad. Creo que me ha quedado un disco bonito, muy completito, dentro de mis limitaciones como artista y ser humano. Estoy recibiendo bastante buenos comentarios y mucho cariño con las canciones nuevas. Me parece que no voy desencaminado.
—Recoge un retrato sin tapujos ('Autorretrato'), canciones que hablan de gestos de amor en la vida cotidiana ('O algo'), una despedida de pareja con dolor, pero deseando lo mejor ('Canción de adiós'); un canto a la amistad ('El anfitrión'), gusto por la vida pese a las dificultades ('Cosas de los vivientes'), franqueza hablando de su oficio ('No se dice suerte')... Catorce temas de la treintena que tenía. Decía que le iba a «costar la vida elegir». ¿Cómo fue esa selección?
—¡Uuuuf! Creo que eran 28 o 29. Sí, me costó varios días. Mi plan era ponerme cuando pasaran las Navidades, en enero (de 2022). Me puse varios días, sin éxito, hasta que cogí el toro por los cuernos. Seleccioné doce, pero finalmente tenía dudas con dos. Había dos que había dejado fuera y me daba muchísima pena, pero tenía que elegir. «No van a ser más de doce, que si no va a ser un disco muy largo», me decía. A mi novia, que es música también, le enseñé el repertorio y le pregunté qué le parecía. «Ostras, ¿pero te has dejado fuera esta y esta?». Yo no me lo podía creer: «Justo las dos con las que tengo dudas». Entonces fue cuando me planteé por qué no un disco con catorce temas. Le consulté a María, mi mánager, si era una locura y me dijo: «Tranquilo, nosotros podemos hacer lo que queramos, que somos independientes» (sonríe).
—Por curiosidad, ¿cuáles eran las que iba a dejar fuera?
—Me parece que eran 'El anfitrión' y 'Vente a vivir conmigo'.
—Me alegro especialmente de que decidiera incluir 'El anfitrión'.
—Me alegra a mí también saberlo.
—Quiere que los conciertos sean «una experiencia». ¿En qué sentido y qué va a encontrar el público asturiano? En redes un poco ya ha ido desvelando...
—Tiramos mucho de naturalidad, no se van a encontrar fuegos artificiales. No es nuestro rollo. Nos gusta mucho romper la distancia simbólica entre nosotros mismos y el público. Nos gusta mucho jugar a eso, es seña de la casa. Eso se nota siempre en nuestros conciertos, creo yo. No nos gusta quedarnos en la mera interpretación de las canciones. Las canciones ya están bien interpretadas en el disco, mejor seguro que en el directo. El directo tiene que ser una cosa distinta: tiene que emocionar, hacer reír, sorprender... El nuestro es un concierto muy, muy dinámico. Todo el rato están pasando cosas.
—Cuente.
—Por ejemplo, una canción que en el disco suena de una manera y en el directo tiene una intro más larga; en un momento dado nos sentamos alrededor de una mesa y hacemos algo más acústico; hay lugar para la improvisación... Nos surgen muchas cosas en los conciertos que si nos gustan, las dejamos. La prueba para mí de que es un concierto muy dinámico es que dura dos horas y entre los comentarios que me han hecho en estos primeros conciertos que hemos dado, en Murcia, en Sevilla..., es que se les hace corto. ¡Dos horas no es corto nunca! (se ríe). Y es así porque es muy cambiante. En casi todas las canciones hay un detallito que las hace diferentes a las del disco.
—Le pido una cosa... Por favor, que cantando sus 'clásicos' ahora ya no piense en la lista de la compra.
—No, mujer, no (carcajada).
—Porque, dígame, si no, cómo lo hace cantando 'Lo mal que estoy y lo poco que me quejo' o a ' A dietas de dietas'...
—Es cierto. Con algunas canciones es imposible.
—Define su proyecto como «artesanal», hecho a «pico y pala» y siendo «más libres que una liebre». Sin discográfica detrás. En este punto de su carrera, ¿piensa cambiar?
—Ya me han llegado discográficas y me lo he pensado. La conclusión de ese pensamiento ha sido quedarme de momento como estoy. Dicho esto, quiero ser ecuánime y exacto: yo no soy un 'antidiscográfica' tampoco. Las discográficas, me refiero a las multinacionales, son empresas muy grandes, donde el trato personal es mucho más difícil de lograr, pero dentro de la discográfica, como en todos los lados, hay gente buena y gente mala. Probablemente, si te toca un buen equipo, se puede trabajar muy a gusto respetando lo que es más importante: la música, el arte. Y estoy seguro que en muchas ocurre. Muchos compañeros míos, con los que tengo amistad o relación, están en multinacionales, los tratan con mucho respeto y están muy contentos. Y lo mismo que digo esto también digo que en el mundo independiente también hay un montón de piratas y de tiburones.
—Como dice, hay de todo en todos los lados.
—Así es. Me parece un poco sesgado y corto de miras decir que las discográficas son unos monstruos que te devoran y que te dejan sin corazón y que los 'indies' somos todos de puta madre. Pues no. Hay de todo en todos los lados. Ahora bien, en mi proyecto concreto -que me lo he currado más que la mayoría y he llegado a donde estoy haciendo todo a mi manera, con un equipo pequeñito de gente con el que me siento en confianza y sé que me conocen- nos ha ido tan bien, que ahora no sé lo que me tendrían que proponer. No estoy absolutamente cerrado, estoy abierto. Quizá me proponen algo algún día que me parece interesante y pruebo a ver qué tal. Pero, de momento, eso no ha ocurrido. Me han propuesto cosas, pero no me han encajado y he dicho que 'no' con todo el respeto.
—Se sigue considerando un artista underground.
—Sí, porque lo soy. Es verdad que dentro de que soy un artista underground me va conociendo un montón de gente. Una gran minoría, como digo siempre. En el fondo no dejan de ser minorías. A mí no me conoce todo el mundo. A mí me conoce quien me quiere encontrar. Ni mis canciones se bombardean en la radio, nunca ha ocurrido eso; ni salgo en la tele apenas, ni tengo ese tipo de posición, ni esa carrera mediática. Pero la gente me va conociendo. Voy haciendo conciertos, entrevistas, me manejo en las redes... Hago todo lo que puedo para llegar a más gente y se van uniendo muchos, pero en su concepción es un proyecto completamente alternativo. Somos un grupito de personas. Yo hago las canciones. Otros se encargan de los decorados; otros de la estrategia... Cada uno se encarga de lo suyo y somos, de momento, una especie de resistencia gala (se ríe). Como Astérix y compañía. Conseguimos cosas. Afortunadamente, no hace falta necesariamente estar en una 'multi'.
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