Alicia Álvarez y Joan Manuel Serrat al final de la charla. Debajo, el público, que completó el aforo del Antiguo Instituto, y el cantante con Carmen Yáñez, viuda de Luis Sepúlveda. DAMIÁN ARIENZA

Serrat: «Los que hacíamos canciones en mi generación encontramos una gran complicidad con los poetas»

Joan Manuel Serrat presentó en el prólogo de la Feria del Libro de Gijón la antología de la obra de su amigo Mario Benedetti

M. F. ANTUÑA

GIJÓN.

Miércoles, 16 de junio 2021, 00:57

La poesía y la música; la música y la poesía. Una constante en la vida de Joan Manuel Serrat, que ayer, en su calidad de aficionado que no de crítico literario, presentó en el segundo de los coloquios que prologan la Feria del Libro ... de Gijón -retransmitido por ELCOMERCIO.es- la antología que ha realizado para Alfaguara de la obra de su amigo Mario Benedetti. A él también le puso su propia voz, como a Machado y a Hernández, y la razón puede que esté en el tiempo que le tocó vivir, en el que Paco Ibáñez y Raimon habían jugado primero con los versos. «Yo sin ellos no hubiera tenido el coraje o el descaro de meterme en esa camisa», dijo, antes de aclarar qué fue lo que pasó: «Los que hacíamos canciones en mi generación encontramos una gran complicidad con los poetas».

Publicidad

La suya es pública y notoria. Y de ella habló ayer -una fabada mediante y un buen paseo por la ciudad- con la periodista, música y poeta Alicia Álvarez, que trató de guiarle por su camino «caótico» -él lo dijo- de palabras que fueron conduciendo, en todo caso, a ese lugar único de la poesía. Y muy particularmente a la de Mario Benedetti. Explicó Serrat cómo se fue fraguando la relación con él que le condujo a ponerle música a sus poemas. Todo comenzó a gestarse en sus primeras giras por América allá por los años 70, cuando al finalizar sus conciertos le llegaban un sinfín de obsequios, incluido algún libro de Machado que le llevó a pensar eso de «muy mal lo he debido hacer». Benedetti estaba entre esos regalos. No llegó a conocerle ni en Uruguay ni en Argentina y un buen día, cuando el uruguayo vivía en el madrileño barrio de Prosperidad, le telefoneó y comenzó todo. «Leyendo empecé a ver la posibilidad de hacer un trabajo con él, no eran poemas con estructura de canción, que necesita una rima y un ritmo, y algunos requerían de una reestructuración, nos vimos y empezamos a trabajar», explicó Serrat, que subrayó que no es azar que de su obra se hayan hecho más de doscientas canciones, pues entendía que la música era un elemento de transmisión magnífica de sus textos. Corrieron charlas y faxes y se hizo la música.

Y corrieron días largos y difíciles para que Serrat afrontara la antología y el prólogo del amigo muerto, ese que prescindía de la puntuación y de las mayúsculas: «Él podría dar una explicación, pero yo creo que lo hacía por joder», bromeó Serrat, que considera que por encima de todo gustaba de jugar para poner las palabras al servicio del entendimiento global. «Usa un lenguaje cotidiano, no hace ostentación», señala el músico al que no le gusta el término cantautor, que subraya que el exilio y la nostalgia son los dos elementos que conforma su obra. «Su poesía camina al tiempo que camina su pueblo y su mundo»

La alcaldesa y el concejal de Cultura asistieron al acto y Serrat conversó con Carmen Yáñez, viuda de Luis Sepúlveda

De forma cronológica la ha ordenado en la antología Serrat, que ha escrito un prólogo al que le faltan algunos detalles sobre cómo se hizo este trabajo: «Voy a decir algo que no aparece en el libro sobre cómo discurrieron esos meses de lecturas y relecturas, del esfuerzo que supuso. Yo no ponía poemas, yo los quitaba, fue una renuncia constante», confesó ante el público que llenó el aforo pandémico del Centro de Cultura Antiguo Instituto. «Constantemente pensaba en él, había días muy angustiosos, me provocaba sentimientos de todo tipo y buscaba encontrar un momento delicioso, optimista que me sacara de la angustia», rememoró. Dicho de manera más poética aún: «La selección no pasaba solo por el cerebro, me pasaba constantemente por el alma. Fue hermoso y duro». Pero hubo que poner el punto y final, el último poema, y Serrat ahí no dudó. El título es 'Soneto de la que fue' y el poeta se lo dedicó a Luz, su mujer: «Prosigo con tu muerte a cuestas», concluye.

Publicidad

Ángel González

Al acto asistieron la alcaldesa de Gijón, Ana González, y el concejal de Cultura, Manuel Vallina, en primera fila. También se dejó ver la viuda del escritor chileno Luis Sepúlveda, con quien Serrat conversó y a quien le dedicó un libro. Hubo emoción, antes y después, y hubo tiempo para el buen humor y también para las preguntas del público. Una mujer quisó saber su opinión sobre el poeta ovetense Ángel González: «Es uno de nuestros grandes maestros. Yo era amigo de los Taibo y tuve la suerte de conocerlo. González tiene el don de la comunicación de forma sencilla, no hay alambiques, no hay retórica, hay un tú a tú fantástico». Otro de los presentes preguntó por sus poetas favoritos y dijo que todos los amigos tienen su aquel, que cada uno calza su pie. Serrat, que no lee poesía con el ánimo de hacerla música, sino simplemente por el placer de disfrutarla, sabe ahora, con la antología terminada, que si su amigo Benedetti levantara la cabeza no perdería el tiempo en analizar con él del resultado de su antología. «No se me ocurría hablar con él de poesía. Le preguntaría qué pasa cuando te mueres».

Este contenido es exclusivo para suscriptores

3 meses por solo 1€/mes

Publicidad