El músico Pablo Sáinz Villegas. E. C.
Pablo Sáinz Villegas Guitarrista

«La guitarra clásica española tiene que ocupar los grandes escenarios»

El músico abre mañana la temporada de la Sociedad Filarmónica, con un concierto dedicado a Marcelino Gutiérrez, el que fuera director de este diario

ANA RANERA

GIJÓN.

Martes, 3 de octubre 2023, 01:04

Pablo Sáinz Villegas (Logroño, 1977) defiende, a base de melodías, el valor de la guitarra clásica española. Con ella a cuestas, ha recorrido los escenarios más importantes del mundo y mañana, a las 20 horas en el Jovellanos, abrirá la temporada de la Sociedad Filarmónica de Gijón, con un concierto dedicado a Marcelino Gutiérrez, el que fuera director de este diario.

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-Trae un programa con piezas muy diversas, ¿por qué eligió este repertorio?

-Es un programa que incluye algunas de las obras maestras de la guitarra clásica española, voy a interpretar piezas de Villalobos, Bach, Albéniz, Agustín Barrios, Joaquín Rodrigo y Carlo Domeniconi. Es un viaje a través de diferentes compositores y diferentes países, en el que se ve que la guitarra es un instrumento muy arraigado a la cultura española, al mismo tiempo que sirve para transmitir las identidades de diferentes países y culturas.

-Es poco común ver conciertos de guitarra clásica, ¿por qué cree que se le presta tan poca atención a este instrumento?

-Lo desconozco, pero yo, como guitarrista clásico, estoy haciendo todo lo posible para que las instituciones culturales públicas tomen conciencia del valor que tiene este instrumento. La guitarra necesita un espacio de protección y de promoción. Me parece que hay cierto desconocimiento de lo que es la guitarra clásica española, mucha gente piensa que la guitarra española es el flamenco y no, yo amo el flamenco y me encanta la guitarra flamenca, pero la guitarra clásica española es algo diferente y tiene que volver a ocupar los grandes escenarios del mundo. Ese es mi próposito y, con él en mente, también estoy impulsando la candidatura para que sea declarada Patrimonio Inmaterial del Mundo por la UNESCO. Tenemos que cuidarla y no me refiero solo a cuidar a los compositores y a los intérpretes, sino también a una extensa tradición de lutería, que se remonta siglos atrás y que está en peligro de extinción en este país.

-¿Siente que se le valora más en el extranjero que en España?

-Mi carrera se desarrolló primero internacionalmente y luego, en España, y eso es una pena. Yo toqué con las veinte orquestas más importantes del mundo, antes de haber hecho mi debut con la Orquesta Nacional de España y eso no puede pasar. Eso es responsabilidad de nuestro país, de los dirigentes y de las instituciones, por eso, cada vez que toco en España, es una bendición y lo disfruto mucho.

-Usted utiliza Instagram y Tik Tok para divulgar, ¿le sirven estas plataformas para alcanzar al público general?

-Sin duda porque la guitarra tiene la particularidad de ser uno de los instrumentos más cercanos al corazón de las personas y el más democrático. La guitarra es un puente entre lo popular y lo clásico porque está en cualquier expresión musical del siglo XXI. Las redes me sirven para devolver a las personas lo que les pertenece porque la música pertenece a toda la gente y hay quienes se sienten intimidados por un violín o por un trombón, pero la guitarra les resulta cotidiana y esa cotidianidad es su valor y también el motivo por el que algunos la miran de lado.

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-Cuenta que hubo momentos en que sintió miedo escénico, ¿cómo lo sufrió y cómo se enfrentó a él?

-Yo, cuando era niño, me acercaba al escenario desde un punto de vista fresco y lúdico, de disfrutar el momento y vivir experiencias muy trascendentales, pero luego, con la adolescencia, te das cuenta de la responsabilidad de estar sobre el escenario y esa responsabilidad, en cierta manera, te lleva a sentir mucha presión. A través de los años, he ido aprendiendo a cambiar la presión por la excelencia, la aceptación y el disfrute en cada nota porque cada nota es un regalo que me ofrece el público. Ha sido un proceso precioso el de aceptar que soy humano.

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