'Godspell' inunda de emoción el Jovellanos

El Teatro Jovellanos se llenaba para la primera de las funciones del musical 'Godspell', (podrá verse hasta el próximo domingo 30 en distintos horarios), una auténtica superproducción al más puro estilo de Broadway que recupera para el público español este clásico de los años 70 inspirado en las parábolas del evangelio de San Mateo y con un mensaje actualizado a la realidad convulsa de nuestro tiempo.

Estrenado con gran éxito hace tres años en el Teatro Soho Caixabank de Málaga, el musical es el resultado de la alianza entre el promotor de ese proyecto cultural, el actor Antonio Banderas y el también actor y músico, Emilio Aragón. Ambos compartían similar pasión por esta obra concebida y dirigida originalmente por John Michael Tebelak y que en esta nueva versión, dirigida por Aragón, cuenta con partituras y letras creadas expresamente por Stephen Schwartz.

Pensada inicialmente por su autor, Tebelak, como una función estudiantil de sus propios compañeros de la Carnegie Mellon University, el espectáculo sigue reflejando ese espíritu original desde el protagonismo en él de un grupo de jóvenes de un barrio convocados para tomar una de las decisiones más importantes de su vida. Ese es el punto de partida de la obra que ahora acoge el coliseo gijonés y que materializa un elenco formado por Adrián Salzedo (Jesús), Alberto Ladrón de Guevara (Juan Bautista y Judas), Andro Crespo (Andro), Érika Bleda (Érika), Iván Amigo (Iván), Juls Sosa (Juls), Lucía Ambrosini (Lucía), Noemi Gallego (Noemí), Nuria Sánchez (Nuria) y Raúl Ortiz (Raúl).

Todos ellos, un equipo de extraordinarios actores, cantantes y bailarines se dejan la piel en un espectáculo total que lleva a quien lo ve como en una auténtica alfombra voladora y en ese viaje lleno de ritmo, sorpresas y humor resulta absolutamente imposible aburrirse, ni siquiera distraerse un poquito para no perderse todo lo que se va viendo sobre las tablas con ojos asombrados de niño.

Música de todos los colores: del obvio gospel al rock duro, los ritmos urbanos o el flamenco (memorable el número del 'Samaritano') y coreografías igual de rompedoras y deslumbrantes, situaciones totalmente inesperadas en las que se escenifican las parábolas evangélicas con los actores manejando marionetas a su escala o donde se invita a la colaboración entre las butacas.

En definitiva, un gran musical que entusiasmó al teatro entero y que aún pueden disfrutar hasta el domingo si hoy no lo hicieron.

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