El cantante Coque Malla. :: JUAN PÉREZ FAJARDO

«En España, las revoluciones se quedan en la barra del bar»

Coque Malla presenta este viernes en el teatro de la Laboral su nuevo disco, 'Revolución?', un trabajo que comenzó a fraguarse tras una noche de fiesta en la ciudad

PABLO SUÁREZ

Miércoles, 22 de enero 2020

Tras más de tres décadas agarrado al rock and roll, la industria empieza a saldar su deuda con Coque Malla (Madrid, 1969). Capitán de una colección de canciones al alcance de pocos, el madrileño abrirá fuego el sábado en la Laboral (21 horas, 25/ ... 35 euros) a bordo de su último trabajo, 'Revolución?', una colección de canciones al servicio de la sensibilidad más cinematográfica.

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-Vive un momento dulce, consagrado definitivamente por crítica y público. ¿Hubiera sido posible este disco en otras circunstancias menos plácidas?

-Es complicado de saber. Estoy convencido de que el éxito siempre te quita un problema. Cuando uno empieza un proyecto artístico siempre hay un anhelo de reconocimiento. Lo que pasa es que haya éxito o no, hay que intentar por todos los medios dejar eso fuera. No siempre es posible y sería ingenuo decir que se consigue siempre y del todo, pero hay que intentarlo. Es difícil cuantificar todo eso y saber si los discos se hacen absolutamente libres de esa presión o no, pero está claro que si hay una base fuerte de éxito, uno se enfrenta a la creación mucho más relajado.

-Dice que el éxito que tiene ahora es muy distinto al que llegó a tener con Los Ronaldos. ¿En qué sentido?

-Se me ocurren dos razones fundamentales. Una es el tipo de grupo que éramos Los Ronaldos, un grupo juvenil, muy radiable... Para mí era un grupo acojonante, pero tenía esa connotación juvenil. Había mucha mala hostia y también discos complejos y serios, pero al final no dejábamos de ser un grupo de rock and roll efervescente, callejero. Otra de las diferencias es cómo estaba la industria en ese momento. Era muy cutre, muy precaria. Esa es la razón principal por la que disfruto mucho más el éxito de ahora. El 80% de los conciertos que hacíamos Los Ronaldos eran en plazas y fiestas mayores, de forma gratuita. El éxito que yo tengo ahora no tiene nada que ver. Con el paso del tiempo se idealiza el concepto de Los Ronaldos y parece que éramos los Rolling Stones. En absoluto. Era una cosa muy cutre. Íbamos de pueblo en pueblo tocando en escenarios imposibles, barrizales, con la gente borracha a la una de la mañana.

-Me han contado que se dio cuenta de que tenía el disco en un viaje Gijón-Madrid.

-Sí. Tocamos en un festival en Gijón y al día siguiente tocaban los León Benavente. Unimos fuerzas para quemar la noche gijonesa. Fue la noche más 'killer' de toda la gira. También la suya, cosa que a mí me hizo sentir muy orgulloso (risas). Acabamos amaneciendo por el paseo marítimo de Gijón de vuelta al hotel. Me acuerdo que dormí un rato y volví a casa en mi coche, sin la banda. Yo había estado durante dos giras grabando un montón de audios en el teléfono, de unos cinco segundos en los que tarareaba melodías, así que aproveché para oír los 170 y pico audios con toda la resaca. Ahí es donde descubrí que había un disco entero.

-El disco se pregunta por la revolución. ¿Cree que España es un país de revoluciones?

-Yo creo que no. En España somos muy ruidosos, nos quejamos mucho, cosa estupenda, pero los proyectos de revolución se quedan en la barra del bar. Parece que vamos a cambiar el mundo, pero luego no tenemos el coraje para hacerlo. Revolucionar la sociedad implica revolucionar nuestra propia vida. Y no estamos dispuestos, nos da terror.

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-En 'Extraterrestre' hace una crítica a las redes sociales. «Solo criticamos/solo censuramos/muerte al humor». ¿Cuál es su relación con esas plataformas?

-Me parece una herramienta imprescindible en mi trabajo. Este es un dato muy industrial y frío pero también muy heavy: la gran mayoría de los conciertos que hemos hecho hemos agotado entradas con la única promoción de mis redes sociales. En el fin de la gira 'Irrepetible' hicimos dos Rivieras y no hubo ni un solo cartel en Madrid ni tampoco cuñas. Luego está el punto de vista de debate social. Yo he tenido varios encontronazos que han desatado odio y rabia sobre mi persona y que me han hecho pasar por distintas fases. Hubo un momento que pensé que me había hundido la vida, pero luego te das cuenta que lo que un día parece que es el fin al día siguiente entra otra cosa y se olvida. El debate que se genera en las redes sociales es ruido, un entretenimiento.

-En 'Mantra de la oscuridad' canta: «Pensaba en el tiempo, amor/soñaba detenerlo». ¿Le preocupa el paso del tiempo?

-A una cierta edad te lo empiezas a plantear. Cuando uno cumple 50 años... El paso del tiempo da mucho vértigo y asusta un poco. Inevitablemente a una edad uno mira el abismo de otra manera. No sé si estoy de psiquiatra o lo llevo de la hostia, pero aparecen pensamientos que asustan un poco y que antes no estaban. Es ley de vida.

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-¿Se acerca Coque Malla a lo que quería ser Coque Malla?

-Desde el punto de vista puramente logístico, llevo un tiempo pensando que mi proyecto está en un sitio que muchas veces había soñado y, sobre todo, que había añorado con rabia. Decía, 'joder, con los discos que estoy haciendo, yo debería estar, mínimo, en este sitio'. Ese sitio que yo miraba con rabia ahora ha llegado. Tener una gira con las condiciones que tengo, con un espectáculo armado, teatros llenos... yo me merecía eso. Hace unos años no lo tenía y me producía una sensación de injusticia, pero ha llegado. En cuanto al artista y mi vida personal sí que he ido transformándome por donde me ha llevado la vida y el viento. Eso ocurrió por el azar, pero sí que visualizaba en que sitio de la industria debía estar yo como mínimo y me jodía mucho que no ocurriese. Me parecía muy injusto y muy acorde con cierta cosa ramplona que tiene este país. Afortunadamente ha llegado.

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