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RAMÓN AVELLO
OVIEDO.
Viernes, 24 de diciembre 2021, 01:31
El famoso cuento de los hermanos 'Hansel Y Gretel', también conocido como 'La casita de chocolate' es terrible. Madrastra malvada, padre borracho, dos hermanos hambrientos ... que se adentran en el bosque para conseguir fresas y una bruja maléfica empeñada en asar a los niños. Humperdink edulcora las líneas del cuento para hacer una pequeña ópera con final feliz. La versión de concierto de esta ópera fue la propuesta del Concierto de Navidad de la Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias, en colaboración con la concejalía de Festejos del Ayuntamiento de Oviedo, celebrado ayer en el Auditorio Príncipe Felipe. Una propuesta original, bien recibida por el público, entre los que había bastantes niños.
Humperdinck, un compositor de estirpe wagneriana, crea una partitura paradójicamente sencilla, inspirada en canciones populares de Westfalia. El director portugués Nuno Coelho llevó a la OSPA con naturalidad y una especial plasticidad que subraya los momentos principales del cuento. En las oberturas y preludios, Coelho se luce. Intensifica las dinámicas, acentúa los puntos climáticos haciendo una versión muy post-romántica. En las partes con los solistas minimizan las intensidades para no tapar las voces, pero siempre subraya el ritmo, creando un carácter popular de las canciones. Aunque era una versión de concierto, en la representación se sugirió cierta tensión escénica. Los personajes actuaban en la parte delantera del auditorio, vestidos para la ocasión, lo que daba cierta idea de vida, de movimiento, de teatro.
De los solistas destacamos a Fleur Barron como Hansel. Esta mezzosoprano actuaba con naturalidad y cantaba con una voz no muy amplia, pero muy afinada. También estuvo excelente Meechot Marrero en el papel de Gretel, la niña regordeta que la bruja se quiere comer. Esta bruja estuvo representada por la también mezzo Maite Beaumont, que hacía además de madre de los niños. Breatriz de Sousa es una soprano de voz muy delicada que cantó desde el palco el papel del Hombre de arena y el del Duende de la mañana. Manuel Walser es un barítono muy flexible que interpretó el papel de padre.
En la escena final, el protagonismo pasó al Coro de voces blancas del Nalón, surgido en el seno del conservatorio del valle minero. Cantó con muy buena afinación, cierta lejanía y exquisito gusto el coral final de la obra. Un cuento que aterroriza a los niños, pero que también les encanta, igual que a los adultos. Fue muy aplaudido.
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