Doscientos artistas y cuatro horas de ópera

Y, para insuflar vida a este título monumental, la Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias (OSPA) y Oviedo Filarmonía sumarán sus fuerzas. Más de un centenar de músicos dirigidos por la batuta implacable del maestro alemán Christoph Gedschold -con fama entre el elenco de «no pasar ni una»- y a los que se unirán más de sesenta coristas liderados por Elena Mitrevska. Pero es que, además, a ellos se añadirán trece solistas. En total: cerca de doscientos artistas sobre el escenario del coliseo ovetense sin contar equipo técnico ni vestuaristas.

Sí, en el escenario, han leído bien, porque una de las peculiaridades de este singular y fabuloso montaje con unas convulsiones de signo apocalíptico que rompen con el pasado abriendo paso a un mundo nuevo (todo se hunde, todo renace: concepción milenarista) es que las dos orquestas abandonan el foso para situarse sobre las tablas, apenas veladas a la vista del público, lo que dejará un espacio mínimo a los cantantes, en primer término.

Es uno de los retos a los que se enfrenta otro Wagner (de nombre Carlos), que firma el concepto visual de este título, el más trágico y oscuro de la saga, en el que no falta de nada: el mundo de los dioses con sus asesinatos, incestos, traiciones y desenfrenos que son pasto de las llamas para volver al origen: El fondo del Rin. Todo, apoyado en las proyecciones diseñadas por Fausto Morales.

Serán cuatro horas de música (cinco si sumamos los descansos) que ayer, durante los ensayos, provocaban las primeras bromas entre el equipo artístico, que apostaba por «llevarse un bocata» a la función. Pero, chacarrillos aparte, recomendaban a los espectadores, eso sí, «ir un poco informados sobre lo que van a ver para no salir del teatro completamente perdidos. Porque, además, se trata de una obra con muchos elementos simbólicos».

Uno de los privilegiados que asistió a esos primeros ensayos fue el presidente de la Asociación Asturiana de Amigos de la Ópera, Juan Carlos Rodríguez-Ovejero, tras reunirse durante cerca de una hora con la nueva consejera de Cultura del Principado, Berta Piñán.

Una cita a la que acudió acompañado por el director artístico de la temporada ovetense, Celestino Varela, y de su vicepresidente, Juan García-Conde, y en la que aprovechó para reclamar más financiación al Ejecutivo regional. «Entre otras cosas, para poner extender la ópera a la gente joven. Por ejemplo, con la ópera de los viernes, la del segundo elenco, que es muy económica. Queremos expandirla a las cinco funciones en lugar de las tres actuales», reiteró ante Piñán.

Tras el encuentro, Rodríguez-Ovejero destacó la «total sintonía con la consejera, que estuvo muy receptiva y que demostró un gran interés por la ópera en particular y por todo lo que tiene que ver con la cultura en general, lo cual es una enorme satisfacción».

Y así fue como salió a relucir otra de las grandes aspiraciones de la actual directiva, que no oculta que anhela convertirse en «la ópera del Noroeste», un objetivo al que -piensan- también puede contribuir el hecho de que la consejería aglutine las competencias turísticas. Pero, antes, toca subir el telón de 'El ocaso de los dioses', que, a decir de Rodríguez-Ovejero, «es totalmente espectacular» y «nace del esfuerzo titánico de muchísima gente».