P. A. MARÍN ESTRADA
Viernes, 26 de marzo 2021, 15:57
Eladio Díaz (Salinas, 1974) es una referencia indispensable como saxofonista y compositor en el panorama del jazz asturiano. Formado en música clásica, antes de hacerlo en el universo sonoro que le atraparía como algo más que una pasión, es integrante de la banda Dixebra ... , ha colaborado con distintas formaciones de la región y como autor ha experimentado la fusión con los ritmos del hip hop en su proyecto Control Z o con los tradicionales en Folk Ensemble. Su base de operaciones y el lugar de trabajo para componer lo tiene en un estudio ubicado en su casa de San Martín de Laspra. «Allí me encierro, sobre todo en las épocas en que estoy escribiendo. Aunque está en un pueblo y no hay problemas de molestar o de que me moleste nada del exterior, incluso bajo la persiana, me aíslo siempre para trabajar. Es algo que tampoco sé bien cómo explicar, pero lo necesito», desvela.
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Entiende la música como forma de comunicación y componer como «una manera de conocer nuevas facetas de mí mismo. Siempre estoy por ahí, intentando buscar y mezclar, descubrir cosas nuevas e intentar naturalizarlas para incorporarlas a lo que estoy haciendo. Llegar a esos puntos de encuentro, probar, investigar todo eso se junta en la composición. Como intérprete me resulta más difícil llegar a unos niveles de originalidad -entre comillas- que escribiendo». En ese sentido afirma que compone «la música que me gustaría tocar y la mayoría de las veces no hay exactamente lo que quiero, por eso escribo buscando fusionar las sonoridades que quiero aprender con las que ya entiendo».
Díaz descubrió el jazz estudiando saxofón clásico gracias a un disco: «Me dejaron 'Love supreme' de John Coltrane y fue como un golpe en el pecho. Pensé: 'no sé cómo, pero yo quiero hacer esto, tengo que hacerlo como sea, aprender para llegar a tocar algo así'. Ese fue el punto de partida para comenzar a buscar». Después de formarse en esa mina abierta, el siguiente paso fue la creación propia: «Me gustaba escribir pero mis expectativas eran grandes y me costaba compartirlo. Al estudiar composición, fui perdiéndole el miedo y empecé a compartirlo tocando con amigos. Me di cuenta de que escribir era lo que más me gustaba», señala.
A la hora de componer, suele partir «de un hilo conductor, una idea y a partir de ahí lo voy planteando desde muchos puntos de vista: unos acordes, una melodía o un ritmo que me gusta para darle luego un mismo enfoque. Suelo hacer las cosas de un modo bastante organizado». Procura que la inspiración le pille trabajando: «Lo peleo mucho, parto de un apunte que cogí en el móvil o me pongo a tocar, me fuerzo e intento desarrollar cualquier idea, aunque parezca mala, es cuestión de pelearlo, me enseñaron así». Su faceta como músico en otras formaciones la entiende como «una forma más de investigar y descubrir muy enriquecedora». Ahora trabaja en una nueva fusión «desde la música contemporánea, el dodecafonismo, todo eso, con bases de rock, una especie de Frank Zappa, pero jazzero», anuncia.
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