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La Fundación Alvargonzález copatrocina con la Sociedad Filarmónica el ciclo de jóvenes intérpretes, que comenzó ayer en el Teatro Jovellanos de Gijón con Diana Cooper. Entre otros galardones, esta pianista francesa obtuvo en el 2022 el primer premio del Concurso Internacional Ciudad ... de Vigo. El pasado año disfrutamos también del Illia Papoian pianista galardonado en este concurso en el 2021, lo que dice mucho de la alta calidad y variedad de la cita. El atractivo del programa llevó al Jovellanos a un público bastante numeroso, aproximadamente el 70% del aforo.
Cooper es una pianista hermosa y elegante, tanto en su aspecto físico como en su sonoridad. Las características de su Chopin son, primeramente, una mirada intimista del compositor polaco que no excluye, como en el final de la 'Sonata tercera', momentos de vitalidad. Otra muy destacada es la capacidad del canto y la libertad en los ornamentos. Es en esta línea melódica en la que la pianista se permite jugar con el 'rubato' (oscilaciones del tiempo con tendencia a retrasar), pero manteniendo –especialmente en la mano izquierda– un tiempo constante. Es muy hermoso que la francesa da a las páginas de Chopin una expresividad elegantemente sobria, pero siempre muy cantarina e interiorizada.
El programa fue una especie de caleidoscopio de diferentes colores chopinianos. Un Chopin interpretado desde el rigor, pero sobre todo desde el amor y la emoción. Hubo algunas alteraciones en el lugar de las obras del programa. Así, se empezó con las mazurcas para seguir con el nocturno y terminar la primera parte con el 'Andante spianato y gran polonesa brillante'; la segunda parte empezó con la 'Canción de cuna (Berceuse)' y la 'Sonata nº3 en sí menor'.
De las mazurkas fue muy atinado el ritmo interno, que hace que esta danza ternaria parezca binaria por la acentuación del primer y segundo tiempo. La segunda obra interpretada fue una de las cimas del concierto, el 'Nocturno nº2 en re bemol Mayor de la Op. 27'. Fue una síntesis perfecta de canto, ornamentos y arpegios, con unas matizaciones hacia el pianísimo muy sugerentes.
Del concierto destaca la 'Berceuse', esa hermosa canción de cuna en la que un ritmo ostinado en el bajo va sosteniendo una melodía constantemente enriquecida. Terminó el recital con la 'Sonata nº 3', en la que nos ofreció una versión muy variada en cuanto al carácter y la expresión. Se pasó de un largo, hondo y sentimental, llevado con bastante lentitud pero sin que cayese el tiempo pues era una lentitud intencionada, a un final alegre, vital y triunfante. Como propina, interpretó una obra de Emmanuel Chabrier. Diana Cooper posee una sensibilidad y una madurez muy prometederas.
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