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Eran alrededor de las dos y media de la mañana cuando Bob Dylan, mito de la música norteamericana, Premio Nobel de Literatura, Premio Princesa de las Artes, llegó a Gijón. A sus 77 años, después de meterse dos horas de concierto en Bilbao, puso directamente rumbo a la ciudad, donde actuará mañana domingo a las 21 horas, en el Palacio de Deportes Adolfo Suárez. Allí le esperaba algún que otro fan movido por la esperanza de conseguir un autógrafo de la gran estrella. Algo que fue imposible, Dylan rápidamente entró al hotel sin apenas dejar su rostro a la vista. Le acompañaba uno de sus hombres, que impidió acercamiento alguno con el cantante.
Su destino fue el hotel Moderne, un recién estrenado establecimiento hotelero del número 27 de la calle del Marqués de San Esteban que suma 27 habitaciones tipo suite y 22 dobles, un centenar de plazas de las que el músico de Minnesota, su banda y otros miembros de su equipo reservaron hace ya varias semanas de cara a su estancia en Gijón. No pidieron nada especial, como hacen otras estrellonas, pero sí escogió este edificio de estilo 'art decó' diseñado por Manuel del Busto y recientemente rehabilitado en pleno centro de Gijón para descansar entre los dos conciertos.
Todo está en marcha. Además del enorme autobús negro que utiliza la banda para trasladarse, el austero equipo de Dylan llegará a Gijón a lo largo del día de hoy para ser montado en el Palacio de Deportes, donde las puertas se abrirán a las siete de la tarde y la música comenzará a sonar alrededor de las nueve de la noche. Para acceder al concierto se habilitarán dos entradas. Los que tengan entrada de pista entrarán por la entrada de la derecha según se deja a las espaldas El Molinón, accediendo a las zonas más cercanas del escenario. Tras el control de seguridad, cada uno deberá buscar la silla que tiene asignada. Los que tengan entrada de grada, entrarán por el acceso de la izquierda, accediendo directamente a la grada B, la intermedia. Los que tengan asiento en la grada A deberán bajar un piso, los que tengan grada C, la más alejada, deberán subir para buscar su asiento. Ayer, a última hora, quedaron liberadas alrededor de 200 entradas adicionales, tanto en la pista como en las gradas superiores, por si alguien quiere apuntarse a última hora y ver a Dylan para olvidarse por un rato de la jornada electoral. Eso sí, Bob Dylan no está para tonterías, así que advierte por activa y por pasiva que no está permitido usar cámaras de vídeo ni de fotos, incluidas la del teléfono móvil. «Cualquiera que incumpla esta condición podrá ser expulsado sin previo aviso», advierte. Quien acuda, se encontrará con un concierto intimista, sin pantallas de vídeo ni grandes efectos de luces, más bien todo lo contrario, una iluminación tenue y una banda con Dylan al frente para escuchar un ramillete de clásicos de su repertorio y varios homenajes a 'crooners' y cantantes clásicos americanos.
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A. C. Busto / N. A. Erausquin
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