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Es puro entusiasmo esta mujer sonriente al extremo que dice haberse enamorado de Oviedo en su primera vez en la ciudad. «No descarto mudarme aquí», bromea Jessica Muirhead. Y habla maravillas de todo lo que le circunda en los días de ensayo de 'Arabella', la ... ópera de Strauss que se estrenará el próximo domingo en el Teatro Campoamor de Oviedo. Nacida en Gran Bretaña, criada en Canadá, decidió que su lugar estaba a este lado del océano porque aquí la ópera importa más que allí. Vive en Alemania con un marido americano de origen gallego y tiene en mente que España pueda ser su destino vital en el futuro. No le cierra puertas a nada. Y está feliz de ser Arabella.
–Su primera vez en Oviedo.
–Y me siento muy a gusto. Es de locos, pero nada más llegar me he sentido en casa. Me encanta salir por ahí, hablar con la gente, pese a mi terrible español, todo el mundo es muy amable, muy acogedor y la ciudad es preciosa. Y luego me encanta el teatro, es una belleza. Incluso cuando venía del aerpuerto pensaba: 'Este es el país de las maravillas'.
–¿Cuáles son las dificultades vocales y actorales de Arabella?
–Vocalmente es muy exigente, porque la ópera dura tres horas y cuarenta y cinco minutos y Arabella canta muchísimo. Cuando alguien acaba de cantar dice: «Ya está, lo he hecho», pero yo siempre tengo que seguir. Son grandes arias y eso es una dificultad. Pero es que también la música es muy difícil de aprender. Cuando empiezas a estudiarla no tiene ningún sentido, te preguntas continuamente cómo es que estas notas funcionan con la melodía. Y trabajas durante meses y meses y meses y de pronto un día se hace algo natural.
–¿Cuánto tiempo le llevó preparar este papel?
–Normalmente aprendo un papel en un mes y de esa forma consigo más o menos meterlo en el cuerpo, pero este solo las notas, el texto y la estructura básica me llevaron tres meses. Y, por supuesto, luego necesitas más meses para hacerlo tuyo, probablemente un año.
–¿Y cómo es de bonito una vez que consigue hacer suyo el papel?
–Impresionante. Es una ópera impresionante y un papel impresionante. Al principio, cuando empiezas todo es muy complicado, pero cuando por fin lo tienes sucede que te conviertes en Arabella y de pronto el tiempo vuela. Cuando acaba la función me digo ¿de verdad han pasado cuatro horas? Yo soy Arabella, soy el personaje.
–Es esta la segunda vez que lo hace.
–Sí, empezamos con los ensayos de piano, pero siempre es excitante cuando por fin te juntas con la orquesta, porque aparecen los colores y toda la belleza de la música. Estoy feliz con todos los colegas, pero es que además con Heiko Trinsinger, Mandryka, hice el papel la última vez. He trabajado con él muchas veces, tenemos una gran relación en el escenario. Trabajamos el uno para el otro, confiamos el uno en el otro y sabemos seguirnos muy bien en escena.
–Hábleme de la producción.
–Me gusta muchísimo porque es muy real y porque yo entiendo y me siento muy bien con el personaje, que es muy libre. Es una mujer moderna que acaba siendo libre. No es un final feliz habitual, no es una historia romántica al uso, no me caso con él, pero sí lo es para mí, es muy honesta.
–La mayoría de las óperas van por otro lado.
–Arabella es muy poderosa. Vive en un mundo de hombres y acaba diciendo 'yo voy a lo mío y vivo a mi manera'.
–Es británica canadiense, en las dos orillas del océano. Hábleme de las diferencias entre un lado y el otro.
–Es muy diferente. Yo tomé la decisión deliberada de vivir en Europa. Nací en Gran Bretaña, crecí en Canadá, y ahora vivo en Alemania y lo hice porque ser cantante de ópera en Canadá es muy difícil. Vivir en exclusiva de la lírica es complicado. Cuando estaba en Canadá, estudié seis años, me convertí en cantante y trabajaba para la mejor compañía del país, en Toronto, pero solo había trabajo por temporadas. Mis amigos me preguntaban cómo me ganaba la vida y cuando les decía que era cantante de ópera, ellos reiteraban '¿pero de qué vives?. Cuando llegué a Viena por primera vez, conocí a unas personas que advirtieron que era nortemericana y me preguntaron qué estaba haciendo allí. La respuesta fue que era cantante de ópera y su reacción fue bien distinta a la de mis amigos: «Qué maravilla, yo vi 'Don Giovanni' la noche pasada». Creo que en esta anécdota se muestra claramente la diferencia. En Alemania y Austria especialmente hay un montón de compañías de ópera.
–Pero en EE UU sí hay.
–Claro, ¿pero cuánta gente vive allí? Son millones. Hay muy buenos programas para formarse en música pero luego los cantantes no tienen trabajo. Aquí hay más oportunidades, muchas más actuaciones, más producciones, hay ópera casi todas las noches. No hago ópera en mi país desde 2015.
–¿No le tienta Italia?
–Me encantaría. Deles mi teléfono. (Carcajadas)
–¿Qué retos le esperan?
–Tengo un montón de conciertos, pero hay uno muy especial, un oratorio para soprano y orquesta. 'Knoxville: Summer of 1915', de Samuel Barber, un compositor americano, es un trabajo de unos 25 minutos, que yo aspiro a cantarlo desde que estaba en la universidad. Arabella necesita que esté centrada solo en ella, pero este trabajo me apetece mucho. Tengo Carmen, Micaela, otros papeles, pero este concierto y un 'Réquiem' de Verdi es lo que más me apetece.
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