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P. A. MARÍN ESTRADA
Sábado, 5 de agosto 2017, 01:14
Para Andrea, la cita con David Bisbal en Gijón estaba marcada en rojo en el calendario. Después del trabajo, correría hasta el Palacio de Deportes, compraría su entrada y, aunque fuese a mitad de concierto, entraría a ver a su ídolo. Pero algo salió mal ... y se retrasó más de lo esperado. Cuando llegó, en el interior del recinto sonaban los acordes de una de las canciones del almeriense, pero las taquillas, cuando faltaba ya poco para medianoche y las 2.500 personas que había en el interior llevaban ya más de una hora de concierto, estaban cerradas. No había forma de conseguir una entrada. La joven, que rondaría los 20 años, empezó a llorar presa de la frustación y se sentó a escasos de la entrada, sobre el césped.
Pero quiso la suerte que en ese momento llegasen también al concierto, después del pregón que abría las fiestas y el cocktail posterior, el gerente de Divertia, Jorge González-Palacios, la concejala de Cultura de Gijón, Montserrat López, y la gerente del Teatro Jovellanos, Teresa Sánchez. Al verla allí, desconsolada, en una zona verde al lado del Palacio de Deportes, González-Palacios se acercó para preguntarle qué le sucedía y tranquilizarla. Tras escuchar su historia, no se lo pensó dos veces y la invitó a acompañarles al interior del recinto para que pudiese ver, al menos, los últimos minutos del espectáculo.
Una vez dentro, tras agradecérselo una y mil veces, la joven echó a correr y se perdió entre el público que se agolpaba en las primeras filas. Andrea llegó a tiempo, quién lo iba a decir, para escuchar 'Lloraré las penas' y el resto de canciones de la traca final del cantante almeriense. 'Ave María' incluida.
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