PPLL
Sábado, 15 de agosto 2015, 15:16
Toli Morilla es un veterano corredor de fondo de la música asturiana. Componente de la banda La Raza del Ático en los ochenta, luego cazador solitario con siete álbumes a sus espaldas y miles de horas sobre los escenarios, es lo más parecido a la figura clásica del folk-singer americano.
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Además de sus composiciones propias, ha puesto música a poetas en lengua asturiana contemporáneos y ha realizado decenas de versiones de clásicos, las más memorables las de Dylan en su disco Diez cantares de Bob Dylan nasturianu (sobre el mago de Minnesota es también su reciente espectáculo Dylan64). En la noche del jueves dio una nueva vuelta de tuerca a sus directos en el Jardín Botánico de Xixón.
Acompañado del Coru Al Altu la Lleva y de una excelente banda formada por Germán García, al contrabajo, Cristina Gespido, a la viola y Manu Molina a las percusiones, el cantautor piloñetu ofreció uno de sus mejores conciertos.
El set-list lo componían temas que se estrenaban por primera vez, propios como Salgo barato (una especie de rap reivindicativo de la profesión de músico), Aquella luz o La mala herida, al lado de versiones en castellano y asturiano como Man Of Constant Sorrow (un hit de la música popular americana con el que empezó), la apropiada La Estatua del Jardín Botánico de Radio Futura, Un hombre común (cover de An Ordinary Man de Christy Moore) o una sorprendente Humo en el agua sobre el famoso tema de Deep Purple.
Los temas estrella de la noche fueron Canción 10, una hermosa recreación de un romance tradicional y del cantar Si la nieve resbala, que el Coro Al Altu la Lleva y el trío de músicos elevaron a los cielos secundando al vocalista. También las magníficas versiones en asturiano de Sara y Hurricane de Dylan, que salieron más redondas que nunca con esas compañías de las que se rodeó Morilla en el Botánico. El colofón estaba reservado para el estreno de Hallelujah de Leornard Cohen también en lengua del país que habría emocionado al mismísimo canadiense errante.
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Dos bises: A to cintura, sobre un poema de Xulio Vixil y la repetición de la Canción 10 cerraron el círculo perfecto de una noche en la que Toli y los suyos competían con Caléxico en la Plaza Mayor. Cada uno en su escenario. Los del Botánico, desde luego, se salieron.
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