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Nacho Vegas jugaba ayer en casa, en el Jardín Botánico, un escenario soberbio para un concierto muy especial.
Nacho Vegas triunfa en casa

Nacho Vegas triunfa en casa

El artista gijonés llevó al Botánico un concierto íntimo y reivindicativo

Jorge Alonso

Viernes, 10 de julio 2015, 00:56

Hace ya un tiempo que nuestro vecino abandonó la oscuridad total, aunque vuelva a ella de tanto en tanto, aunque podamos rastrearla en ciertos cruces y esquinas de sus canciones, Nacho, a la manera del agonizante Goethe, ha ido reclamando luz, más luz. Y al disponer de mejor iluminación ha visto con mayor claridad aquello que le rodea. Y así nacieron Polvorado, Ciudad vampira o La vida manca.

Los íntimos del Botánico son una de las razones por las que uno agradece vivir en Gijón, cambiando de localización en cada concierto, para mayor disfrute del visitante (no me entere yo que no ha visitado El Jardín Botánico), en este primero de la serie que nos acercara a Maika Makovski (nada menos), Quique González o Ariel Roth, nos encontramos en La Pradera de la Aliseda, trescientos, más o menos, ante una formación inusual, pero encantadora. Con Luis Rodríguez al bajo, Abraham Boba al teclado y Manu Molina al cajón y las percusiones no me cansaré de decirlo, una sección rítmica mejor no puede ser pensada Vegas se presentó ora guitarra, ora ukelele en mano, y en unas cuantas ocasiones con ese coro festivo y batallador que se hace llamar Al Alto la Lleva, nacido al calor de La Caja de Músicos. Junto a ellos abrió el fuego con Polvorado, para seguir con La ciudad más triste y Resituación, la canción que da título a su último disco.

Sonaron clásicos de su última etapa como La gran broma final, qué maravillosa manera de hablar de una ruptura, o Cómo hacer crac, himno indignado para algunos, sobria lucidez para otros, la deliciosa Luz de agosto en Gijón, que por poco, Perplejidad, la amarga fiesta de Taberneros, Runrún, Canción para la PAH, o Vinu, cantares y amor, qué guapina que es esta canción, y la Vainica Doble Déjame vivir con alegría. Y le dejamos, y si nos dejan lo haremos, y si no lo haremos sin que nos dejen. Porque en noches así, todo parece posible.

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