ALBERTO PIQUERO
Domingo, 31 de mayo 2015, 00:48
Diego el Cigala, nacido en el Rastro madrileño con el flamenco en el alma, nunca se ha ido de ese palo, aunque lo hiciera girar en torno al bolero y el tango. Ayer ofreció al público del Teatro de la Laboral, que rozó el lleno, un amplio surtido en el que cupieron martinetes, bulerías, seguriyas y soleás, sin dejar de añadir también piezas de los discos que le han trasladado a otros continentes musicales. Un artista en la hondura, al que acompañó Diego del Morao a la guitarra, junto a la percusión y las palmas que orillaron su garganta de arena. Singular, intransferible y aplaudidísimo.
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