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Dixebra, puro vendaval

Dixebra, puro vendaval

El grupo de Xune Elipe electrizó el Espace Marine del Festival Intercéltico de Lorient

Alberto Piquero

Domingo, 10 de agosto 2014, 15:23

Fin de programa en el Festival Intercéltico de Lorient, que hoy mismo ha anunciado que en la próxima edición serán el condado británico de Cornualles y la Isla de Man los protagonistas centrales del encuentro. Asturias despidió la presente convocatoria al ritmo frenético y rebelde de 'Dixebra', con viento de gaita, trompeta y saxofón, puro vendaval, guitarra, teclado, bajo y batería, más la voz y la presencia escénica próxima al terremoto de Xune Elipe, su fundador. Veintisiete años contemplan ya la existencia de esta banda surgida en Avilés. Con el rango de las grandes veladas, o sea, con la gente haciendo larga hilera una hora antes de que diera comienzo el trepidante espectáculo, iniciado a las diez de la noche del viernes en el Espace Marine, carpa que hace honor a su nombre por la cercanía marítima y unas dimensiones casi oceánicas, la electricidad ambiental estaba servida. Y 'Dixebra' no se hizo de rogar. Arremetió comenzando al son guerrero de 'Indios', que para quien no lo sepa, «no nos vengáis con cuentos», son indígenas de estirpe asturiana. La gaita de Llorián García le puso el aire a 'Quiero ser fierro'. Y llegados a 'Golpe de tacón', huelga minera del 62 entre las estrofas, Xune daba saltos mucho más jóvenes que los de Mick Jagger, punk-rock en efervescencia. La coña marinera, propia del recinto y abundante de sorna del litoral cantábrico, suscribió 'Banqueru', un tipo que «come barrios obreros». No mucho más estrafalario que 'Don Vito', el cual se sirve de chistera y «de una montaña saca una escombrera». Pero entre uno y otro, una declaración de principios, 'Esto ye Asturies', elevando decibelios, la guitarra haciendo contorsiones (o distorsiones) y la voz cantante poniéndose de rodillas. Apoteosis de las cuatro mil almas bajo la carpa, que se volvieron a rendir a la severa crítica de 'Nueva economía', donde se augura que los 'tiempos modernos' -título de su último álbum, en homenaje a Chaplin- nos llevarán a todos a Fukushima, se acabarán los convenios colectivos y Asturias será un país de camareros. El vendaval no era sólo musical, aunque también silbara el teclado, el bajo se hiciera contundente y se afilaran los punteos. Siguieron 'La danza', 'Caballu verde', 'Díes de comedia' o la burlesca y ecologista 'Asturalia'. El sonido, compacto, en 'La partida', 'Mundu traidor' o 'Dime cómo ye'. Para el remate, una espléndida 'Mañana fría', a la que se incorporó en dúo vocal, Maxi, de 'Fe de ratas'. El escenario, un disloque, choque de cuerpos que dio con alguno por los suelos entre muchas risas. Pero quedaba el remanso melódico y coral de 'Canciu d'amor', «un día más naguando por vete», una melancólica y deliciosa tregua tras el punk sísmico, el ska y el rap, de este incombustible grupo que colocó en el epílogo 'Gaiteru'. Los cimientos del Espace Marine todavía temblaron durante un buen rato.

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