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ana ranera
Domingo, 2 de febrero 2020, 00:46
De oriente a occidente, más de 120 centros de interpretación, aulas explicativas y museos de todo porte se reparten por la geografía asturiana para albergar, entre sus paredes, retazos de la historia, de las costumbres y de los oficios que, durante siglos, caracterizaron a sus habitantes. Museos que un día fueron ilusionantes proyectos que reactivarían la zona, que pretendían atraer visitantes a esos lugares y que, en algunos casos, ni siquiera llegaron a abrir sus puertas a pesar de llevar años construidos. Muchos son hoy una sombra de la luz que un día pretendieron ser, contenedores de pretéritos, viejas promesas que nunca llegaron a convertirse en glorias y de las que solo quedan verjas cerradas a cal y canto, maleza bajo las tejas y desconchones en la pintura.
El Centro de Interpretación de la Ría del Eo, ubicado en las antiguas instalaciones de Serrasa, en Castropol, es uno de esos desgraciados ejemplos. En el año 2017 echó el cierre y, desde entonces, nadie ha podido volver a recorrer sus instalaciones para descubrir la Reserva de la Biosfera del Río Eo, Oscos y Terras de Burón. El espacio, que fue inaugurado en marzo de 2010, supuso una inversión de 1,2 millones de euros que cayeron en saco roto por la «escasez» de visitantes que recibía. El PP local denunció esta situación en su momento, propuso su traslado a un punto «más adecuado de Figueras y Castropol» y emplear el inmueble de Serrasa para ubicar las oficinas centrales de Protección Civil del occidente y un aula de formación.
El gobierno del exregidor socialista José Ángel Pérez reconoció la poca afluencia de público y, con la intención de subsanar este problema, solicitó a Puertos la concesión de un terreno en la villa para un nuevo emplazamiento. Aunque el anteproyecto estuvo bastante avanzado, quedó paralizado y el nuevo alcalde, el también socialista Francisco Vinjoy, confirmó que el Centro de Interpretación está cerrado y que pronto aparecerá así en la página web del consistorio.
En Mieres esta dinámica tampoco llama la atención. En el valle de Turón, el pozo Santa Bárbara, declarado en 2009 Bien de Interés Cultural, invitaba a convertirse en un centro de interpretación de la minería. El estado destinó más de 600.000 euros a su rehabilitación parcial que concluyó en 2015 y, desde entonces, se presentaron varias ideas, pero los meses pasan y ninguna de ellas ocupa el vacío a la espera de confirmar la cesión de las instalaciones por parte de Hunosa al Ayuntamiento.
El gobierno local lleva tiempo trabajando en la estrategia de contenidos, decantándose por las exposiciones itinerantes para este lugar, teniendo incluso ya pensadas cuáles serían las elegidas. La primera versaría sobre material médico antiguo procedente del Sanatorio Adaro, aunque esta no es la única propuesta, pues desde el Ayuntamiento aseguran que hay cola de asociaciones y colectivos para exponer en Turón. Está previsto que el recinto se incorpore a la red de museos del concejo y a las visitas que se organizan dentro del valle de Turón.
Este no es el único elemento vacío de la comarca del Caudal. El museo de los quesos de La Foz de Morcín se encuentra también carente de vida. En él se invirtió un millón de euros de fondos mineros con el objetivo de transformar las tolvas del carbón del pozo Monsacro en una moderna instalación para albergar ese centro expositivo. Desde 2006, año en que culminó la obra, permanece abandonado y ha sido objeto de pillaje y de actos vandálicos. Ahora, el gobierno local de Izquierda Unida se replantea su futuro uso. El alcalde Maximino García no descarta habilitarlo para que albergue la colección del material del museo de la lechería, pero no hay dinero suficiente para ello y sería necesario el apoyo de las empresas lácteas de la región para su mantenimiento. Tampoco se descarta dar cabida en sus instalaciones a las diferentes asociaciones del concejo y que se pueda compaginar con usos culturales de diversa índole.
En el año 2010, en Caso, se construyeron las instalaciones de La Casa del Urogallo, una iniciativa que pretendía incentivar el turismo en el parque natural de Redes. Nunca tuvo actividad, pese a la polémica que originó su construcción, que supuso la demolición de las antiguas escuelas de la localidad casina de Tarna en contra del criterio de los vecinos. En 2018, el Ayuntamiento de Caso, decidió renunciar al proyecto y solicitó su conversión en un centro de encuentro para los vecinos. Aún esperan.
Del urogallo a la trucha. En Laviana, en 2010 concluyeron la instalación del Centro de Interpretación de la Trucha, en el entorno de La Chalana, a la orilla del río Nalón. La intención era que funcionase como un centro de interpretación, pero el presupuesto para ponerlo en marcha no era suficiente. El Ayuntamiento de Laviana pretende conseguir los 300.000 euros necesarios para sacar adelante el Área de Interpretación, pero el dinero sigue sin aparecer. Actualmente, solo está operativa una parte del inmueble que funciona como apartado ictiogénico del edificio y cuya gestión recae en la Asociación de Pescadores y Amigos del Nalón.
Por otra parte, el Aula Didáctica de Peña Tú, apenas trece años y medio después de su inauguración es tan solo una sombra de lo que debería ser. Tras una inversión superior al millón de euros aportada entre Estado, Principado y Ayuntamiento de Llanes, el equipamiento ubicado en la localidad de Vidiago, en las inmediaciones del ídolo megalítico que le da nombre, permaneció en funcionamiento apenas ocho años, a medio gas parte de los mismos. Ahora, cuando el inmueble lleva cinco años cerrado, desde el equipo de gobierno cuatripartito están decididos a volver a darle vida y uso. «Nuestra idea es lograr que no quede ni un solo edificio que sea patrimonio cultural de Llanes en mal estado y cerrado», apuntaba la concejala de Cultura, Marisa Elviro, aunque no saben si lo hará como centro de interpretación.
A estos ejemplos, habría que sumar otros muchos centros de interpretación repartidos por la región cuya agenda se reduce a la temporada alta o tan solo abren bajo reserva porque la falta de visitantes es una constante. Es el caso del Museo Costumbrista Benjamín Pumarada y la Casa de les Radios que abren únicamente bajo reserva o el Museo Vaqueiro, el Museo de los Bolos y la Casa del Agua de Bres que aguardan a la llegada de la primavera para abrir. A la espera queda ver qué planes tienen los ayuntamientos para esta cantidad de museos que viven en la tierra del millón de habitantes.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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