Poco antes de que una enfermedad respiratoria le impidiera seguir tocando en público, el excepcional guitarrista de jazz Pat Martino hacía una versión vertiginosa y limpia de 'Full house', el tema de Wes Montgomery. Empezaban los festivales de jazz europeos con la primavera, y Martino ... se lució en Suiza e Italia. Pero tuvo abandonar la gira. Aquellos días, como si necesitara volver a decir, una vez más, que para una gran interpretación le bastaban sus manos, se hizo acompañar por un órgano y una batería. No hacía falta que otros sonidos encubrieran, como a otros artistas que han rozado los 75 años sobre las tablas, alguna imperfección de sus largos dedos. Retaba así a un destino que en noviembre de ese año le obligó a retirarse de los escenarios. Tuvo una agonía larga, hasta que el 1 de noviembre falleció en Filadelfia (Estados Unidos), a los 77 años.
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Mago de los resabios del bebop, el hard bop y el cool jazz, Pat Martino es el final de una línea no tan larga de guitarristas de jazz que elevaron este instrumento tradicionalmente relegado al acompañamiento, hasta un nivel similar al de los metales. Se trata de una recta que comenzó con Django Reinhardt, Charlie Christian y Charlie Byrd. Aquella cadena tuvo uno de sus puntos de mayor inflexión con Grant Green, que reconoció como su mayor influencia el saxofonista Charlie Parker, que prefería los solos y jugar con las notas del jazz modal, antes que hacer relleno en las secuencias. La línea discurre por los trastes de Wes Montgomery, Joe Pass, Herb Ellis, Barney Kessel... Martino es el eslabón final.
De toque delicado, fluido, nostálgico y exacto, con él acaba una estirpe, un estilo. Hay otra, desde luego, no menos prodigiosa, pero que ya encuentra otro camino, otra época menos pura y más académica, como Pat Metheny, Julian Lage, Mary Halvorson o Miles Okasaki. En medio, George Benson, inclasificable.
En 1976, Martino ya había enfrentado al vacío, cuando se sometió a una cirugía cerebral, para tratar de remediar sus frecuentes epilepsias, que le produjo amnesia. Olvidó su pasado, las operaciones matemáticas simples e, incluso, cómo tocar su instrumento. Dicen que volvió a aprender desde cero y que tuvo que aprenderse sus propias canciones. Estuvo listo para su segundo debut en 1984.
Generoso al compartir su conocimiento en lecciones que están disponibles en plataformas como YouTube, con guitarras que llevan su nombre y una larga lista de discos en solitarios que comenzó a grabar a los 20 años con sellos como Prestige y Blue Note, Martino tuvo que recurrir a las donaciones en los últimos años de su vida para poder pagar las facturas.
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Su legado tiene el nombre de sus álbumes: 'Desperado', 'Remember Tribute To Wes Montgomery', 'Impressions', 'East', 'Footprints', 'All Sides Now' o 'Think Tank' (nominado a los premios Grammy), y las horas de música en vivo que dejó en la memoria, y algunos en acetato, como en 'Live at Yoshi's'.
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