![Muere Manuel Lombardero, librero de alma poética](https://s1.ppllstatics.com/elcomercio/www/multimedia/202011/20/media/cortadas/lombardero-krM-U120820858678qTD-1248x770@El%20Comercio.jpg)
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m. f. antuña
Viernes, 20 de noviembre 2020, 01:31
En Oviedo, en plena postguerra, tres nombres mayúsculos de la cultura asturiana se hicieron amigos. Eran Paco Ignacio Taibo I, Ángel González y Manuel Lombardero. El último de ese trío de ases en decir adiós a una vida intensa de realidades y ficciones ha sido el librero con alma de poeta, un bibliófilo y coleccionista nacido en Teverga en 1924 que hizo su vida en Barcelona en la editorial Planeta.
Pero todo empezó en Oviedo, en la librería Cervantes, donde coincidieron y se hicieron amigos. Estaban también allí Amaro, el hermano de Taibo, y Benigno Canal. Todos ellos trabajaban para Alfredo Quirós y en su librería crearon el grupo PIABA (Paco Ignacio, Amaro, Benigno y Ángel). «Fueron dependientes y eso les formó como lectores», recordaba ayer Paco Ignacio Taibo II, que fue testigo de cómo esa amistad se mantuvo año tras año y quedó perfectamente retratada en las memorias de su padre. «Siempre que se veían, ya fuera en Nueva York o en Oviedo, se ponían a recitar poesía, 'Platero y yo', Góngora y, por supuesto, Machado», rememora con el pesar de quien compartió buenos momentos con Manolo, un hombre «con un sentido del humor muy zumbón» de quien heredó lo amistad que le unió a su padre.
También lo recuerda con inmenso cariño Miguel Munárriz, que coincidió con él en el patronato de la Fundación Ángel González, de la que acabó dimitiendo por discrepancias con la viuda del poeta. Había expresado públicamente su voluntad de donar a la mencionada fundación su más que notable biblioteca, que cuenta con ediciones de gran valor. No pudo ser que se instalase en Asturias y se quedó en Barcelona, su ciudad de vida y acogida, donde se licenció en Filología y adonde acudió para trabajar en Planeta después de que, tras abandonar Cervantes, fracasara su propia librería en Oviedo, de nombre Colón.
En la capital catalana hizo una carrera profesional vinculada a los libros. Fue uno de los hombres fuertes de José Manuel Lara y el gran promotor de la venta a plazos –a través de Crédito Internacional del Libro–, que, como recuerda Taibo, no solo le dio mucho dinero a la editorial, sino que tambié impulsó enormemente la popularidad del Premio Planeta.
Pero él amaba las letras mucho más allá del negocio. Y también las frecuentó, como en el ensayo publicado en 1996 'Asturias y los poetas'. A Asturias siempre volvía. Como a esos amigos fieles con los que viajaba cada año, con los que comía y reía en Casa Conrado. «Ejemplo de esa amistad es que en 'Para parar las aguas del olvido', las memorias de Taibo, el prólogo es de Ángel González y el epílogo, de Manolo Lombardero», explica Munárriz, que sabe también lo mucho que disfrutaba González cada vez que se instalaba en la casita del jardín de Barcelona de su viejo amigo. «Era un tipo estupendo y muy generoso», resume Munárriz.
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