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El escenario del Teatro Jovellanos acogió ayer el estreno de 'Lady Hitchcock'. A. R.
Un acto de arte y de justicia a una cineasta en la sombra

Un acto de arte y de justicia a una cineasta en la sombra

Mono Escena estrenó en el Teatro Jovellanos de Gijón 'Lady Hitchcock', una obra de Daniel López que recupera la figura de Alma Reville

Ana Ranera

Gijón

Viernes, 13 de diciembre 2024, 01:00

De recuerdos, de celuloide y de éxitos está hecha 'Lady Hitchcock', la obra que ayer estrenó en el Teatro Jovellanos de Gijón la compañía gijonesa Mono Escena, bajo la dirección de Daniel López.

Con Sheila Montes, Paula Mata y Sandro Cordero en el escenario, se puso en pie esta representación que hizo justicia a Alma Reville, la esposa del genial cineasta que, a pesar de su prolífica carrera, tuvo que conformarse siempre con quedarse atrapada entre las sombras del anonimato. Fue chica del rebobinado, guionista, editora, asistente de dirección e incluso a ratos hizo sus pinitos como actriz. Su carácter además trascendió a través de los personajes de su marido, tal y como comprobó anoche el respetable, durante el viaje de ida y vuelta entre la realidad y la ficción que el elenco construyó sobre las tablas.

Las escenas de 'Psicosis' se intercalaron con el olvido propio de la vejez y con los delirios de las enfermedades cognitivas. El ayer y el hoy se difuminaban y por momentos confundían al público que recordaba la brillantez de Hitchcock y a ratos reflexionaba sobre esa vida que se va apagando y ya solo tiene entre sus dedos ecos del pasado.

Se trató de un ejercicio de memoria y de justicia que fue saltando de la industria del cine hasta la faceta más personal de esta creadora. Lo hacían los actores acompañados en directo por la música del pianista gijonés César Latorre, quien puso las melodías, envolviendo a los espectadores en un espacio sonoro magistral, que creó una suerte de concierto en esta representación teatral.

Al terminar, todos se ganaron un sonoro aplauso del Jovellanos que ya sabrá para siempre quién fue Alma Reville mucho más allá de ser la esposa de ninguna estrella. Montes, Mata y Cordero estuvieron a la altura de la trayectoria de esta mujer de cine que encandiló a los presentes. No fue señora de Hitchcock, ni Hache, ni Lady. Fue Alma Reville y nunca renunció a su apellido porque este decía todo de ella. Era el que guardaba su historia y el que merecía todas las flores que ayer compartió con los directores de la obra.

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