
«Los mineros asturianos exiliados adiestraron a los ingleses en el manejo de explosivos»
Emilio Lara, Escritor ·
El autor jienense presentará el miércoles en el Aula de Cultura de EL COMERCIO 'Centinela de los sueños'Secciones
Servicios
Destacamos
Emilio Lara, Escritor ·
El autor jienense presentará el miércoles en el Aula de Cultura de EL COMERCIO 'Centinela de los sueños'. Tras el éxito de su novela 'Tiempos de Esperanza', Emilio Lara (Jaén, 1968) vuelve a la carga con 'Centinela de los sueños' (Edhasa, 2021), ... una historia de amor que transcurre durante el Blitz de Londres en 1940. Como es habitual en su obra, Lara realiza grandes y pequeños 'scopes' para contarnos cómo las historias más personales se entreveran con los acontecimientos de la Historia. Las primeras bombas entre británicos y alemanes, el amor de una pareja, los movimientos sociales, las conspiraciones en Europa, la resistencia de un pueblo, la connivencia entre un niño y su mascota, que tendrá consecuencias inesperadas… Todo arropado por una cuidada documentación y un amor a la literatura que se desprende desde la primera página. Un libro que presentará este miércoles, 2 de junio, a las 19.30 horas, en streaming en ELCOMERCIO.es, en un acto del Aula de Cultura de este periódico.
-La novela nace de un curioso episodio en Londres que propició durante un tiempo la matanza de mascotas: «el regalo del sueño», rezaban los carteles.
-Los ingleses aman tanto a sus mascotas que la entrada en la guerra les supuso entrar en shock. Creían inminentes los bombardeos o una invasión alemana, y hubo una psicosis colectiva al pensar que, si ellos morían o resultaban heridos, ¿quién cuidaría a sus mascotas? El Gobierno alentó una campaña para el sacrificio de los perros y gatos y sus dueños los mataban de un disparo o los llevaban al veterinario para ponerles la inyección letal: «el regalo del sueño». En los diez primeros días de la guerra, mataron a más de 800.000 mascotas, hasta que la masacre cesó de repente.
-El rey Jorge VI (el del famoso «discurso del rey» en la película) ya vio claro que con los nazis no había con quién tratar: Hitler no jugaba bien al golf.
-Ja, ja, ja. El Rey sabía bien que el Führer no era un caballero al estilo británico, un político de quien fiarse, sino un dictador sin escrúpulos morales. Hitler no practicó nunca ningún deporte. Y en las negociaciones diplomáticas se portaba como un patán y un matón de barrio. No hubiese servido ni para recogepelotas de Jorge VI en un campo de golf o en una pista de tenis.
-'Duncan', el fox terrier, y su dueño Jimmy son figuras emocionantes. Lo normal es buscar héroes más evidentes, ¿de dónde surgió este punto de vista?
-He tenido perros, entre ellos, un fox terrier, como 'Duncan', el protagonista de la novela. Los vínculos de lealtad y sentimientos que establecemos con los perros son fuertes y duraderos. Yo quería demostrar que un adolescente y su perro podían ser tan heroicos como los personajes de muchas novelas y películas.
-¿Qué es exactamente la «Guerra de los Magos»?
-Fue el duelo tecnológico entre ingleses y alemanes durante la Batalla de Inglaterra. Cada bando intentaba contrarrestar los adelantos científicos del enemigo a base de investigación y desarrollo. Se impusieron los ingleses, que inventaron el radar y el antecedente del ordenador para descifrar los códigos secretos nazis. Los ingleses ganaron también la guerra tecnológica porque los alemanes, a quienes no les cabía en la cabeza que hubiese alguien más inteligente que ellos, no modernizaron muchos de sus inventos y se quedaron obsoletos.
-Hay una documentación minuciosa: en la novela podemos cruzarnos con Phyllis Gordon y su guepardo o con Virginia Woolf, ver en el cine 'La diligencia', fumar marcas de tabaco egipcio, masticar chicles Wrigley's, escuchar radios Telefunken o echarnos crema solar Piz Buin…
-Una novela histórica supone viajar al pasado con un billete de vuelta al presente. Para reproducir el ambiente de una época, es fundamental reconstruir la vida cotidiana, las mentalidades, la moda, qué películas veían y qué canciones escuchaban al bailar o al encender la radio. La historia de la gente corriente es tan importante -o más- que la de las elites.
-Los duques de Windson, Eduardo (VIII) y Wallis (Simpson), no salen bien parados. Aunque tampoco ayudó aquella famosa respuesta: «A mis compatriotas no les vendría mal una ración de bombas de la Luftwaffe».
-Esa frase es auténtica. ¡Menudo sinvergüenza! Era el hombre más elegante de Europa, pero también un resentido de inclinación pronazi. Los duques de Windsor me caen mal, fue la pareja más famosa de la prensa del corazón durante casi treinta años. Se entendían bien: su obsesión era vivir rodeados de lujo y ser celebridades mundiales. El duque abdicó por amor, para casarse con Wallis Simpson, y tenía una total dependencia de ella.
-En la novela también sale un personaje que me interesa mucho históricamente, Ramón Serrano Suñer, y que refleja las contradicciones del régimen franquista. ¿Puede abundar en ello?
-Serrano Suñer, el cuñadísimo, era la materia gris del régimen en sus inicios. Era un hombre refinado, carismático, de fina inteligencia y un galán al estilo del actor Alfredo Mayo. Sus años en el poder fueron breves pero intensos. Su inclinación hacia Alemania y el Eje resultaron kryptonita para él cuando el Eje comienza a perder la guerra: su estrella política se enfrió a toda velocidad y se convirtió en un chivo expiatorio. Franco y él no volvieron a dirigirse la palabra. Cosas de cuñados.
-Ya en Madrid, tenemos otro lugar muy sugestivo, el Hotel Florida, en Callao, centro de las intrigas y nido de espías de toda Europa.
-Madrid fue, en el primer tercio del siglo XX, una ciudad muy cosmopolita, muy moderna y castiza a la vez, comparable a las grandes capitales europeas y superior en muchos aspectos. A mí Madrid no me mata, como rezaba un fanzine durante la Movida, sino que me apasiona. He querido literaturizar el Madrid de los hoteles de lujo y de las verbenas.
-Por cierto, ¿es verdadera la historia de los mineros asturianos en Londres?
-Totalmente verídica. Esa historia la recoge una corresponsal de prensa estadounidense en Londres durante la Segunda Guerra Mundial. Los mineros asturianos republicanos exiliados, célebres por su dureza y pericia, adiestraban en el manejo de explosivos a los voluntarios ingleses de la Home Guard, el Ejército de hombres mayores y jubilados encargados de defender Inglaterra en caso de invasión alemana.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Los libros vuelven a la Biblioteca Municipal de Santander
El Diario Montañés
Publicidad
Publicidad
Favoritos de los suscriptores
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.