Miguel Barrero | Director de la Semana Negra
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Miguel Barrero | Director de la Semana Negra
«Fuera son más conscientes que aquí de la verdadera envergadura de la Semana Negra»Cansado pero contento, Miguel Barrero cerró su primera Semana Negra como director con la sensación de 'misión cumplida' tras ver el recinto del astillero hasta la bandera del primero al último día. El año que viene será el último de Naval Gijón. Ya hay fechas: ... del 4 al 13 de julio.
–¿Balance?
–Estoy feliz porque todo funcionó como un reloj. Hubo lleno tras lleno, la afluencia fue muy constante, no hubo ningún día que se pueda calificar como flojo, ni siquiera el martes, que diluvió y fue la semifinal de España. Por lo que he hablado con los libreros, están contentos.
–¿Personalmente cómo ha sido la experiencia?
–Agotadora pero muy reconfortante. Uno nunca sabe cuando asume una responsabilidad hasta qué punto va ser capaz de sortear todo lo que se le ponga al paso, pero tengo la suerte de contar con un equipo muy cualificado. Todo ha sido de una fluidez extrema y casi inverosímil. Al final la Semana Negra la hacemos gente muy distinta que durante diez días confluimos, pero todo está engrasado.
–¿La maquinaria funciona?
–Sí, y es sorprendente, casi milagroso, porque hablamos de un sitio que hace diez días no existía y que a partir de hoy va a desaparecer. Es una ciudad efímera que funciona durante una semana y no es fácil.
–¿Ningún momento drama?
–Ninguno. Ha habido crisis puntuales: un autor que no sabe llegar, un presentador que se retrasa porque se ha entretenido mirando libros, pero son anécdotas, no ha habido ningún problema serio.
–¿Cómo cambia la perspectiva estar al frente?
–Cambia todo. Lo ves desde otra óptica. Ves todas las trastiendas y vives todos los preparativos que son trabajosos y parecen imposibles. Cuando me puse a trabajar en esta edición hice un documento de word y puse franjas de media hora y pensé 'cómo se llena esto'. Es una tarea a priori difícil pero primero va saliendo porque cuando activas la cabeza salen las ideas y, segundo, porque hay mucha gente que quiere venir. No era consciente hasta ahora de la cantidad de gente que escribe desde España, Latinoamérica, Europa, para preguntar si hay posibilidad de que los traigas, personas que te mandan novelas inéditas para que les ayudes a entrar en contacto con editores... Había días que recibía más de 200 correos con propuestas de todo tipo. A medida que se acercaba la fecha me hacía más consciente del tamaño de la criatura que tenía entre manos.
–¿Ha descubierto que el niño es más grande de lo que pensaba?
–Sí, en cuanto a la repercusión. El hecho de estar aquí nos cierra la visión, damos muchas cosas por sentadas porque la Semana Negra lleva 37 ediciones, pero la gente de fuera se queda muy sorprendida porque no es una feria literaria al uso. El editor de Tusquets, Juan Cerezo, me decía que nunca había visto nada parecido, Aroa Moreno me contaba que nunca había hablado delante de tanta gente como cuando estuvo aquí homenajeando a Almudena Grandes con Luis García Montero. Creo que no somos del todo conscientes.
–¿Quiere decir que se valora más fuera que dentro?
–Fuera son más conscientes de la verdadera envergadura de la Semana Negra que aquí. Se dan cuenta de lo que supone. Sigue siendo único, pese a que haya más festivales por todas las comunidades, porque mantiene esa simbiosis de cultura y fiesta. A la gente de fuera eso le parece una idea que sigue siendo innovadora tantos años después.
–Ha tratado con editores, escritores, libreros... ¿Qué pulso le ha tomado a la literatura?
–Por una parte, el género negro, que es el eje del festival, ha mejorado mucho respecto a cuando nació, entonces se consideraba de baja calidad y ahora si no se ha instalado en el canon sí en el 'mainstream'. No hay editorial que no incluya la literatura negra en sus catálogos. Por otro lado, la finalidad que también busca se va alargando porque el género negro se va imbricando más con otro tipo de géneros. Este año en las votaciones para los finalistas de los premios hubo un fenómeno interesante, puesto que hubo novelas a las que los prescriptores votaban para varias categorías. 'Crisanta', la que ganó el Celsius, que es premio de fantasía y ciencia ficción, tuvo nominaciones para ese premio, para el Hammett, a la mejor novela negra, y para el Espartaco, que es de novela histórica. Es bueno porque quiere decir que los géneros se contaminan y aunque eso plantea quebraderos de cabezas para libreros, bibliotecarios o directores de festivales, para la literatura es una buena noticia, porque la bastardía siempre acaba enriqueciendo el arte.
–La literatura negra hace ya mucho tiempo que dejó ser el motivo único del certamen.
–Esa es otra virtud. La Semana Negra fue la primera que se abrió a otras propuestas narrativas, que demostró que el género negro sabía relacionarse con otro tipo de tendencias literarias.
–Es cómic, fotografía, cine, música. ¿Quedan puertas por abrir?
–Me gustaría que pudiera haber teatro. Ya ha habido performances, llegó a haber circo. La Semana Negra tiene tal grado de locura y es tan dúctil que admite cualquier cosa, es cuestión de buscarle el encaje. Este año metimos en el espacio A Quemarropa un violonchelo y un teclado en el homenaje a Machado.
–Dice que el mejor cambio es la continuidad, ¿pero hay ideas de renovación?
–Me han dicho que se empieza a notar mi carácter pero yo no soy consciente. Yo siempre hablo del barco de Teseo. Con el paso de los años, conforme se estropeaban los componentes se iban cambiando y llegó un momento en el que el barco no era ya el mismo pero seguía siendo el de Teseo, porque mantenía su carácter. Con la Semana Negra ha pasado lo mismo, ha cambiado muchísimo pero no nos damos cuenta porque va renovando sus componentes. Este año se ha incorporado una carpa más, se ha reforzado el podcast, han venido autores que nunca habían venido, pero también ha pasado antes. Es un organismo vivo que año tras año se recompone.
–Seguro que tiene ideas.
–Tengo muchas y algunas han surgido estos días, porque una Semana Negra alimenta a la siguiente. Gente que viene te cuenta, te propone, te habla...
–Hay programación para público infantil y juvenil. ¿Es suficiente?
–Ahí tenemos un condicionante importante, que es la fecha, en vacaciones, que nos impide trabajar con centros escolares e institutos. Pero sí seguiremos con ellos.
–El astillero tiene los días contados.
–El año que viene seguirá. Está previsto que las máquinas entren en Naval Gijón en otoño-invierno de 2025.
–¿Volverá a la Universidad?
–Es la opción que preferimos porque es el espacio que mejor se adecúa al festival y está muy bien comunicado. Tendríamos que sentarnos Ayuntamiento, Universidad y plantearlo.
–¿Muy buen rollo con el Ayuntamiento? ¿No?
–Es una relación cordial. El gobierno municipal ha entendido que es bueno que el festival exista.
–Escriba la carta a los Reyes Magos en pleno julio.
–Más recursos. En la medida que haya más recursos el festival crecerá. Porque por mucha imaginación que le echemos la cultura cuesta dinero. Sería una buena idea llevar la marca de la Semana Negra al resto del año con actividades pero para eso hacen falta recursos.
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