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Es un personaje absolutamente fundamental e icónico en la historia reciente del periodismo. Dieciocho premios Pulitzer a equipos bajo su dirección en medios tan ... prestigiosos como el Boston Globe o el Washington Post lo atestiguan. También los Oscar de 'Spotlight', la película que relata una de sus más célebres investigaciones contra la pederastia en la Iglesia. Martin Baron, 70 años de pura cordura e inteligencia, pisó ayer la redacción de EL COMERCIO para ofrecer una clase magistral sobre cómo afrontar este tiempo de incertidumbres, cómo lidiar con un Donald Trump que quiere convertirse «en emperador» del mundo y anexionarse Panamá y Groenlandia y cómo adaptar los medios de comunicación a los deseos del público actual. De visita privada en Asturias, donde vive su profesor de español, una lengua que domina y ama, tuvo tiempo para reunirse con el director de este periódico, Ángel M. González, y buena parte de su staff y de su redacción para ofrecer un análisis certero del hoy al ritmo de diez titulares por minuto.
«La democracia está al borde del abismo», dijo con contundencia en una charla en la que el retorno a la Casa Blanca de Donald Trump estuvo muy presente. Sirvió la conversación para revelar «el ambiente de desasosiego» y «de mucho miedo» que vive su país de la mano de un personaje que «ha hecho enemigos a nuestros amigos y ha hecho nuevos amigos que no son de fiar» y que batalla a diario contra los medios de comunicación que no le bailan el agua, pese a lo cual siguen peleando y haciendo bien su trabajo. «La mayor parte de la prensa sigue cumpliendo su misión de indagar los hechos y pedir cuentas al presidente de los Estados Unidos».
Todo su relato sirvió para trazar el retrato de un Trump que no le tiene miedo a nada, que «solo respeta el poder y la riqueza» y que es incuestionado e incontestado en el partido republicano. «Deberían cambiar el nombre al partido», bromeó para referirse a que los suyos no se atreven a llevarle la contraria, aunque no todos estén de su lado en su defensa de los aranceles y el cambio de rumbo de las alianzas internacionales.
Pero sí hay oposición más allá de la del otro partido, el demócrata, responsable en parte de que se haya llegado a esta situación por la negativa de Joe Biden a irse a tiempo. La hay en las universidades y en una ciudadanía polarizada y dolida. Hay resistencia y la esperanza está en que empiecen a llegar fallos judiciales que pongan en tela de juicio su gobierno, que Baron llegó a calificar como una especie de «golpe de estado interno». La incapacidad de Biden de dirigir el país generó un descontento que unido al flujo masivo de emigrantes en la frontera sur, la subida de las hipotecas o el gasto en la guerra de Ucrania crearon la tormenta perfecta para propiciar la segunda victoria electoral del millonario. A ello se sumó –en su opinión– una reacción a determinadas políticas vinculadas con el aborto o la comunidad trans y un hecho objetivo: que el sistema de votaciones en EE UU favorece a los republicanos. «Biden debería haberse retirado hace dos años», concluyó. Pero, constató después lo obvio, «es muy difícil renunciar al poder».
Eso, en la era Biden y con Kamala Harris de por medio; después, los demócratas viven en un momento de impasse. Esperan que las medidas de Trump conduzcan a la recesión económica y la inflación y ahí es donde puede estar su oportunidad.
La figura de Elon Musk convertido en fiel escudero y cabeza visible de su gobierno emergió en una conversación en la que salieron a la luz los conflictos de intereses que se evidencian en la Casa Blanca, pero que «a Trump no le importan» lo más mínimo.
Pero sí le interesa la relación con Europa, que siempre ha visto injusta para su país. De ahí los anunciados aranceles, que son «un valor troncal» en el ideario de un personaje «que no tiene muchos valores troncales». Aunque, en realidad, tampoco le importa tanto el viejo continente a un tipo que solo piensa en clave de grandes potencias. Y esas son Estados Unidos, China y Rusia.
No fue Martin Baron complaciente en su mirada a Europa, que ha de ser más libre e independiente y dejar de mirar hacia EE UU. «Debe despertar, cambiar su política de defensa, ser autosuficiente», concluyó el célebre periodista.
Habló también de los retos del periodismo en este siglo XXI de redes sociales, podcast y fake news. Y no son pocos. No hay que tener miedo al cambio: «Hay que transformar las redacciones», clamó. No hay otra opción porque se ha producido una transformación en el consumo de periodismo propiciado por el planeta digital. Es obligado ser más visual, más rápido, comunicar más al modo en que lo hacen los comunicadores de hoy. Hay que aprender de todos. También de Tik Tok. Recurrió a una metáfora precisamente visual y de rápido entendimiento: «Hay que darle al lector un menú degustación».
Ese cambio de formatos no se limitará al hoy, sino que será una constante. «Cada cinco o seis años habrá que cambiar, hay que pensar como empresas tecnológicas en lugar de medios tradicionales y debemos estar cómodos con la incomodidad». Adaptación. Esa es la cuestión, porque nunca fue tan necesario como ahora el periodismo en estos tiempos de despotismo y totalitarismos. «Es una profesión diferente y habrá que adaptarse y abrazar el cambio». Hay que lograr –sostiene Baron– que los lectores se sientan miembros «de un club, de una causa, de una idea», hay que fidelizarlos y seguir sirviendo informaciones sólidas, trabajadas, muy bien investigadas y hacer un ejercicio de transparencia «radical y completo».
Ya no basta con una información bien hecha. Ahora que la tecnología lo permite hay que ofrecerle al lector todas las pruebas: vídeo, audio, documentos... «Debemos cambiar nuestra manera de comunicar, hemos fracasado como comunicadores mientras otros medios han tenido éxito, como influencers o podcasters, deberíamos aprender de ellos». Palabra de maestro.
Un maestro del periodismo que escribió 'Frente al poder. Trump, Bezos y el Washington Post', una obra en la que revela sus últimos años antes de la jubilación que ahora disfruta mirando de reojo lo que pasa en ese mítico periódico propiedad del dueño de Amazon, que no se inmiscuyó en su trabajo durante su periodo allí. Ahora las cosas quizá estén cambiando para mal. «El periódico sigue publicando contra Trump», pero ha «habido un éxodo de talentos».
Les toca a ellos y a nosotros seguir trabajando. Su consejo: «Hay que cubrir todo, con empatía, con compresión, tratando de entender las luchas y las preocupaciones de la gente».
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