Secciones
Servicios
Destacamos
PABLO ANTÓN MARÍN ESTRADA
Viernes, 18 de febrero 2022, 17:58
Como los poetas de mochila y be bop de Kerouac que puso a viajar en español, Mariano Antolín Rato (Gijón, 1943) vuelve al camino con nueva novela: 'La suerte suprema' (Pez de Plata). En ella, su alter ego Rafael Lobo, protagonista de muchos de sus ... títulos, emprende un alucinado periplo por un mundo apocalíptico de cruda similitud al nuestro. Desde su casa de Motril, el escritor habla con lúcida socarronería del paralelismo que le une al personaje: «Llevo mucho tiempo con él y ahora lo tengo ancianísimo, como yo, que ya soy un 'vieyu', qué quieres que te cuente». Pionero de la ficción especulativa en nuestro país, no duda en afirmar que su último libro «es una narración realista, la ciencia ficción de pronto ha desaparecido y se ha convertido en presente, todo lo que se pensaba como distópico lo es ya. Desde mi primera novela, aseguraba que me gustaría ver el fin del mundo en primera fila. Creía que lo decía literariamente, pero es que está ocurriendo literalmente», subraya.
El escritor y traductor gijonés, responsable de haber acuñado en nuestra lengua términos hoy comunes como 'adosados' o 'yonqui', cita a su maestro William Burroughs para rechazar que su visión sea la de un pesimista. «Hay una frase suya en la que se pregunta: ¿usted consideraría pesimista al capitán de un barco que cuando está ya hundiéndose lo abandona? Es lo mismo, lo que pasa es que nosotros no tenemos a dónde ir. El presente es lo suficientemente futuro como para pensar que no tiene remedio, yo quisiera que sí y tengo las antenas puestas a ver si alguien nos anuncia esa posibilidad. Pero da la impresión de que es más difícil terminar con el capitalismo que con la civilización. Eso es lo que trato de contar en el libro, aparte de muchas otras cosas», asegura.
La literatura, en todo caso, sigue siendo un buen respiradero en el que poder continuar viaje: «El mundo que me ofrecía, al menos la que me interesaba y pretendía hacer, era un modo de vivir más plenamente frente al mundo habitual que siempre me ha parecido demasiado aburrido y siniestro. Frente a su indecencia, una forma de ser decente y todavía la literatura me sirve para eso, para crear la ilusión de que las cosas no son tal y como quieren presentárnoslas sino que es posible verlas de otra manera», defiende. Creador de una obra singular y al margen de las conveniencias del canon, minimiza su vocación de resistente -«Ya quisiera tener soluciones, simplemente procuro mantenerme lo menos vendido posible»- y no se reconoce en la posición del francotirador: «Siempre me he sentido acompañado históricamente y en el presente había gente escribiendo que se correspondía con lo que yo quería contar. Tampoco pretendí nunca disparar, solo agradar al lector, que se lo pasase bien». Recrea a Machado sobre la huella de las drogas en sus libros: «En las alturas he visto con claridad cosas que no son verdad». «Sigo fumando y tomando algo a mis casi 80 años, la edad de la que trata la novela», confiesa antes de despedirse riendo: «Menudo rollo te he soltado».
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.