M. F. ANTUÑA
GIJÓN.
Domingo, 8 de mayo 2022, 01:51
El Arbi El Harti es hispanista, dramaturgo, poeta, escritor... Era vicerrector de la Universidad Mohamed V de Rabat y dirigía el festival Las dos orillas cuando María Pagés se cruzó en su camino. Ahora es su pareja de vida y profesión, ahora es quien apoya ... y empuja todo lo que la flamante Princesa de las Artes crea y baila. Los últimos 14 años ha estado a su vera y conoce bien los hitos que han marcado su carrera y su periplo por la vida y el arte.
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«María es una personalidad bastante curiosa en el mundo del flamenco. Y, desde el punto de vista de la identidad, es la síntesis de lo que es el sincretismo cultural español: catalana de origen, nace en Sevilla por accidente, su familia la lleva a los cuatro años a aprender flamenco como una manera de estar dentro de la sociedad sevillana y a los quince años la traen a Madrid a formarse», relata. Y subraya en ese esquema de vida y obra que es una mujer sin fronteras, con la mente abierta y ganas de hacerlo todo, de mezclarlo todo, que es poliédrica y universal. «No tiene fronteras y no es retórica, es así por sus propios orígenes. Y eso marca un poco sus obras, es decir, que todos sus trabajos han sido como una perpetua investigación coreográfica en la tradición, pero sin transgredirla en ningún momento, porque es una de las personas más arraigadas en la tradición dancística española y flamenca», revela. Está convencida -sostiene- de que «la contemporaneidad es poner en acción los paradigmas de la tradición». Y eso nunca significa romperla. Ella va a la síntesis.
Él no había llegado aún a su vida, pero sí sabe que en los noventa su trabajo en 'Firedance', un espectáculo irlandés, la marcó. «Es la primera colaboración importante, su pasión por la danza se mete en ese espectáculo y lo transforma sin darse cuenta, porque a María no le importa nada, salvo la escena. Sé lo que estoy diciendo. Nada la mueve, salvo la danza y estar sobre las tablas, ese es el gran reto». Luego llegarían trabajos como 'El perro andaluz' y más adelante, ya en una fase de madurez, aparece 'Flamenco republic'. «Convierte la república platónica en un espectáculo sobre lo que son los orígenes no libertarios, sino reales y populares del flamenco. Lleva un concepto filosófico a la estructura del espectáculo, y eso hay que saber hacerlo». Fácil no es.
Ya en el siglo XXI, su encuentro con el bailarín Mijail Baryshnikov también marca un antes y después. Con él aprendió a verse a sí misma. «María es una gran creyente, casi ortodoxa, de lo que es la danza coral, el gran espectáculo, lo que la mueve es montar para los demás, formar a los demás. Lo hace todo para que ella tenga un espacio pequeñito. En sus procesos, sus bailes son los últimos en llegar. Es muy generosa con los demás. Una compañía gira en torno a un intérprete, pero su caso es al revés, es muy perfeccionista y va puliendo y puliendo lo de los demás y sus bailes son siempre los últimos». Baryshnikov le hizo una pregunta a María que la vapuleó: ¿Por qué no piensas en ti? Y llegó 'Autobiografía'.
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Ella tenía 45 años cuando conoció a El Arbi El Harti y de forma absolutamente natural comenzaron a trabajar juntos. Era una mujer madura, con una experiencia adquirida enorme, y el primer espectáculo común (aunque no oficialmente, pues él todavía estaba en la universidad marroquí) fue 'Utopía'. «Es un trabajo centrado en coreografía y arquitectura. Hay una línea que continúa en su trabajo y la filosofía sigue muy presente», resume su marido, que cita como otro espectáculo clave en su carrera 'Dunas'. «Hay una intromisión, un autoconocimiento partiendo de la observación del otro, la diferencia como espejo, y el desierto como reflejo», señala, y explica cómo trabajó mano a mano con el bailarín belga-marroquí Sidi Larbi Cherkaou. «Los dos son parecidos, personalidades sin tierra. Su padre es moro y se casa con una belga judía, ese niño es el fruto de la gran presión cultural que ha vivido, y tiene una mente privilegiada», resume. Son notablemente importantes en la trayectoria de Pagés 'Yo, Carmen', «una reflexión sobre lo femenino, la feminidad», y 'Una oda al tiempo', un trabajo «sobre la contemporaneidad, toda esa reflexión que se resume en que la tradición es nuestra fuente, que no hay revoluciones sino evoluciones».
Y con su Princesa de Asturias de las Artes bajo el brazo llegará a finales de mes al Liceu de Barcelona para estrenar 'De Scheherazade a yo, Carmen', que firman ambos. «Volvemos al tema de lo femenino, pero María tiene 59 años y hay una reflexión sobre el cuerpo, sobre el deseo, qué puedo, cómo puedo resolver a nivel dancístico, no tengo el cuerpo y la fuerza, pero tengo la experiencia», relata El Arbi El Harti. Está inspirado en el arquetipo de Scherazade, pero en otros muchos más, de Medea a Safo: «Es un trabajo sincrético de grandes mitos femenios, pero centrado en esta mujer que utiliza la palabra contra un hombre que usaba las armas para matar mujeres para ocultar su secreto, que es la incapacidad de amar». Al final, la palabra vence y transforma.
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