AZAHARA VILLACORTA
Domingo, 15 de enero 2023, 01:56
Mucho antes de que Shakira exorcizase su mal de amores tirándole 'beff' a Piqué, una desgarrada Lola Flores ya cantó aquello de «Si tú lo quieres/ amiga mía/ te lo regalo. Pero no admito devoluciones/ una vez esté probado». Una actuación que -repasada hoy en ... YouTube- condensa el genio arrebatado de la jerezana, torbellino de dolores y alegría de vivir sobre el escenario y fuera de él desde que, hace ahora cien años, el 21 de enero de 1923, viera la luz en Jerez de la Frontera como María Dolores Flores Ruiz. La más folclórica de las folclóricas, capaz de reinventarse una y mil veces desde aquellos años 40 -en los que el franquismo seguía imponiendo su grisura, el flamenco era un entretenimiento tabernario para señoritos y ella se presentaba como 'Lolita Flores. Imperio de Jerez'- hasta su muerte, en 1995, víctima de un cáncer de mama, «el bicho» que la atenazaba desde hacía dos décadas. La Lola del pendiente de Íñigo, la que inventó el 'crowdfunding' pidiendo una peseta a cada español y el 'Interviú'. La matriarca del clan que formó con 'El Pescaílla', con quien vivía en 'El Lerele' a pesar de estar ya alejados sentimentalmente, el bingo y el 'Si me queréis, irse', pero también la que no tuvo miedo de contar sus relaciones lésbicas, sus experiencias con las drogas, la venta de su «honra» al empresario Adolfo Arenaza por las 50.000 pesetas que necesitaba ni los embarazos que «se quitó». La mujer que, cuando Lauren Postigo le preguntó «¿Por qué pones a Dios por testigo cuando dices tantas mentiras, Lola?», respondió sin dudar: «Porque, cuando yo digo las mentiras, las convierto en verdad».
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Una verdad que, cuando se cumple un siglo del nacimiento de La Faraona, sigue atrapando con su magnetismo e inspirando a los creadores más jóvenes. Porque, como concuerdan los especialistas, Lola Flores no fue nunca una bailaora excepcional, una cantante dotadísima ni una actriz de relumbrón, pero nadie podía apartar la mirada cuando el volcán erupcionaba. Aquello de «ni canta ni baila, pero no se la pierdan», la célebre frase atribuida al 'New York Times' cuya veracidad nunca ha podido ser comprobada. Y a quién le importa ya.
Junto a un póster original del espectáculo 'Zambra' -que la jerezana protagonizó junto al enorme Manolo Caracol-, colgado en su salón y que recibió en herencia tras pertenecer a «gentes muy distintas» antes de ser encontrado en el Rastro, dibuja María Ortiz, una de las ilustradoras asturianas con más proyección, para quien Lola sigue siendo una fuente inagotable de inspiración y ejemplo de mujer empoderada: «Creo que, cien años después, sigue inspirando no solo a las personas vinculadas con el mundo del arte, sino a cualquiera. Y no solamente por su música, también por su filosofía de vida. La de una mujer de armas tomar en su día a día, cosa que en su época era bastante era chocante, e incluso ahora».
Ortiz -dueña de un estilo naif muy fácilmente reconocible- se suma a la corriente que hoy la reivindica como una adelantada a su tiempo: «Mujeres como ella son un antes y un después en la Historia y, de hecho, todavía seguimos admirando sus frases, su forma de pensar, sus actos, sus modos de vestir y gesticular, que siguen siendo modernos».
Y ese carácter de adelantada a su tiempo habla también Iván García (Oviedo, 1979), que bebe de las fuentes del cómic para representarla convertida en astronauta. «Me gusta mucho la idea de descontextualizar las cosas para que salga algo nuevo, pero con sentido. Y, en este caso, la dibujo así porque, como los exploradores del espacio, Lola es una pionera». De hecho, su ilustración, «que gustó muchísimo, fue el inicio de la serie 'Pioneras', dedicada a «mujeres con muchísima personalidad, únicas, que están en la historia y en la iconografía de todos». Un icono pop.
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Libre. Rebelde. Indómita. Nunca escatimó en entrega a su público y fidelidad a sí misma y eso la volvió un mito.
Su colega Iván Cuervo -con unos trazos que dejan ver el proceso de su arte- tampoco sale de su fascinación: «Me flipa ver cómo se desnuda en el escenario y en la vida, contando sus movidas sin ninguna vergüenza. Diciendo: 'Aquí estoy. Aquí está mi mierda'. Cómo protesta cuando canta, sobre todo, al desamor. Cómo canta lo que no es bonito. La queja y el desgarro. Y Lola, en eso, es y será siempre una Faraona».
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