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Entre los muchos infiernos terrenales, uno de los más terribles estuvo en la Cuba española del XIX. En los ingenios azucareros se amasaron inmensas fortunas cimentadas sobre la esclavitud y en sevicias sin cuento. Lo relata Carmen Mola, –Jorge Díaz, Agustín Martínez y Antonio Mercero– ... en 'El Infierno' (Planeta), un espeluznante 'thriller' histórico que denuncia los horrores de la esclavitud y explora raíz de mal más diabólico. Es el esperado retorno de este trío de narradores y guionistas tras el pelotazo del premio Planeta con 'La Bestia'.
«Sobre España pesa el oprobio de ser el último país europeo que abolió la esclavitud y deberíamos estar un poco arrepentidos de ese pasado esclavista. No se trata de pedir perdón, pero sí abordar esa parte oscura de nuestra historia que no queremos ver», plantean los Mola ataviados con impolutas guayaberas blancas en el legendario y decadente Hotel Nacional de La Habana. Sitúan su historia entre el Madrid convulso de 1866, la España de la 'Gloriosa', la revolución que acabaría con la expulsión de Isabel II, y la efervescente Cuba que partir de 1868 comienza a cocinar su independencia con el Grito de Yara del acaudalado Carlos Manuel Céspedes liberando a sus esclavos.
De nuevo la violencia, en toda su crudeza, es el eje sobre el que construyen una historia de vértigo y pasión. La protagonizan Leonor Morell y Mauro Mosqueira, un joven revolucionario y una corista del teatro bufo, suripantas se les llamaban entonces, cuyos destinos se enlazan por el asesinato de un oficial en la sargentada, una refriega revolucionaria de los partidarios de Prim. Ambos se verán obligados a huir y enfrentarse en la esplendorosa Habana colonial a la inefable y diabólica mano que amenaza sus vidas.
«Desde Caín y Abel nos fascina la violencia. Es cierto. A todos nos gusta consumir historias violentas, asomarnos al terror desde la comodidad del sofá sin que nos salpique la sangre. Esa violencia que nos seduce a todos como lectores es nuestra razón de ser como escritores», reconocen los autores de 'El Infierno'.
«Sin conflicto no hay historia ni novela posible», aseguran estos «exploradores de la ausencia de bondad en el ser humano» que novelan la violencia política, económica y física.
El Madrid que recrean «era muy violento, como La Habana esclavista». Una violencia que alcanza niveles insospechados, con seres demoníacos que hacen revoltijos de encéfalo con sus víctimas aún vivas. «Es una práctica documentada de un rito real practicado por una hacendada algodonera de Nueva Orleans que levantaba la tapa de los sesos a sus enemigos sin matarlos», explican.
En la Cuba posrevolucionaria de Miguel Díaz-Canel, heredera del régimen castrista y del bloqueo de Estados Unidos, con colas kilométricas en la gasolineras y ante la Embajada de España en pos de visados, con mercados vacíos y calles sin turistas y con pedigüeños, los Mola presentan su novela entre mojitos en La Bodeguita de Enmedio y daiquirís en Floridita. En una Habana Vieja carcomida y ruinosa, rica y luminosa en los años de la 'sacarocracia', cuando las fortunas del azúcar crecían gracias a los esclavos.
«Muchas fortunas españolas se basaron en la esclavitud. La propia Isabel II tenía intereses en ese mercado y se enriqueció a través del vasco Iván de Zulueta, marqués de Álava, un terrateniente esclavista que compartía beneficios con ella», cuentan.
«Otros esclavistas hicieron dinero en Cataluña, como el marqués de Comillas, Antonio López, en Galicia, Cantabria o Andalucía. El conde de Peñalver, honorable alcalde de Madrid que abrió la Gran Vía, fue otro gran esclavista. Sin poder llevar esclavos africanos, España buscó subterfugios para esclavizar a trabajadores gallegos, leoneses y asturianos, como hizo Urbano Feijóo de Sotomayor», explican los Mola de este negrero y administrador de ingenios azucareros en Cuba, creador de la Compañía Patriótica Mercantil a mediados del siglo XIX, que eludió la prohibición de comerciar con africanos haciéndolo con gallegos. Como su protagonista, trabajador forzado y cautivo, como muchos chinos, los culíes, bajo un contrato leonino que les cobraba el viaje y la manutención y les mantenían años y años encerrados «como hoy tantas prostitutas».
«La esclavitud parece algo del pasado pero tiene su versión moderna en la trata de blancas o en las fábricas asiáticas, en las que se trabaja a destajo para llenar las tiendas del mundo de ropa barata», denuncian. Recuerdan con escándalo que los diputados de las Cortes de Cádiz, padres de la Constitución de 1812, La Pepa, «viajaron a Cádiz con sus esclavos».
«No sé si hay que pedir perdón por los atropellos históricos, por haber tenido esclavos y colonias y participar en el exterminio de indígenas. Lo que creo es que no hay que escurrir el bulto y abordar el tema aunque sea con historias como esta. Que no sea un tabú», resume Mercero con el beneplácito de sus colegas.
'EI Infierno' es la sexta novela del trío, –Martínez aporta la crueldad, Mercero el romanticismo, y Díaz la precisión histórica– y la segunda situada en el siglo XIX. Habrá una tercera, avisan. Está conectada con 'La Bestia', que les dio el primer Planeta del millón de euros y les obligó a desenmascarar a Carmen Mola tras tres novelas de la inspectora Elena Blanco.
Carmen Mola nació en la primavera de 2017, cuando Díaz, Martínez y Mercero se lanzaron a la aventura que cristalizó en 'La novia gitana', una novela de éxito explosivo gracias al boca oreja a la que seguirían 'La red púrpura', 'La nena' y 'Las madres'.
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