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MIGUEL ROJO
Viernes, 14 de enero 2022, 04:52
Probablemente hay tantas formas de describir una tierra como viajeros la transiten; pero sin duda, de todas ellas, la más interesante es aquella en la ... que el viajero en cuestión es un escritor sensible que nos cuenta sus impresiones, los detalles del viaje, las descripciones de los personajes que le salen al encuentro, las anécdotas...
En España hay buena muestra de estos libros de viajes de los que hablo. Pienso en los ya emblemáticos 'Viaje en autobús' de Pla o 'Viaje a la Alcarria' de Cela o, más próximo en el tiempo y en la geografía, el libro de Llamazares 'El río del olvido', sin perder de vista el más que recomendable 'Castilla y otras islas' del asturiano Jesús del Campo... Son textos estos que se pegan al barro del camino, que habitan en lo humilde, que buscan el encuentro con lo cotidiano que, de tan efímero y pasajero, ya resulta Historia en cuanto el libro llega a las manos del lector.
Jorge Praga, acompañado por el fotógrafo Manuel Abejón, nos propone ahora un viaje por una comarca que sólo de forma tangencial ha sido declarada de interés literario: el territorio que abarca parte de Palencia, Valladolid, Zamora y León, y que se conoce como 'Tierra de Campos', los antiguos Campos Góticos, en referencia a que en su día fue un territorio ocupado por los godos. El libro en cuestión lleva por título un verso de Jorge Guillén 'Tierra de Campos infinitamente' (Editorial Difácil).
Praga comienza su itinerario en noviembre de 2017 para acabarla casi tres años después. Un recorrido lento, a intervalos, sin otra distracción que la distracción de lo que ve y escucha para luego contárnoslo. A lo largo de las trescientas cincuenta páginas del libro hay un poco de todo: fotografías, Historia, reflexión, personajes célebres, gente humilde que cuenta su vida, reseñas de novelas relacionadas con la comarca y, lo más importante como libro de viajes, esa mirada del viajero atento, descarnada a veces, que, en unas cuantas líneas cargadas de lirismo, es capaz de extender ante nuestros ojos el paisaje que lo ocupa:
«Los pueblos de la Tierra de Campos se mimetizan con su entorno. El color de la tierra sube por sus muros de tapial y adobe, las tejas envejecidas repiten las sombras de las lindes y cunetas, la desnudez de las calles se prolonga en el campo que se abre al fondo».
Y siempre presente el abandono y el recuerdo de la miseria de una tierra con pueblos que practicaban una economía autártica, casi autosuficiente, en la que el trueque era moneda común:
«Mi padre iba al barbero y este no le cobraba dinero. Iba cada tres días... Tenían un acuerdo: por tantos kilos de trigo le atendía todo el año».
Esta sensación de abandono, la certeza de estar presenciando no sólo el fin de un acto, sino el de toda la función, nos acompañara de forma persistente a lo largo de este viaje por la Tierra de Campos. Praga recoge las voces de los protagonistas de esa España, más que vacía, vaciada por tanta mala gestión que ha hecho que sus habitantes hayan ido abandonando esta tierra hermosa en la exageración de sus llanuras, hostil en lo extremado de su clima, fría en la parquedad de sus habitantes, sorprendente en los «océanos de cuero», que decía Pablo Neruda.
Jorge Praga nos propone un viaje tranquilo, sin sobresaltos, disfrutando de las historias que se van sucediendo en sus páginas, de los apuntes al natural, creando un fresco cargado de sensibilidad, de nostalgia, de reivindicación de un mundo que agoniza; en realidad 'Tierra de Campos infinitamente' es una reflexión sobre lo que fuimos y lo que queremos ser.
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