«Hay mucho que hacer por la igualdad de hombres y mujeres antes que destrozar nuestro idioma»

-¿Cómo afrontan lo que está sucediendo en Nicaragua?

-Hemos hecho un comunicado al que han respondido todas las Academias hermanas y lucharemos por esto, porque no es ya una agresión a una libertad, la de asociarse y la de opinar: es cortarle la lengua a la gente. Un paso más allá en la opresión y en la represión de la libertad. Es intolerable desde cualquier punto de vista.

-¿Qué otros asuntos le inquietan?

-Me preocupa Nicaragua. Nuestra lengua está bien. Afortunadamente, en crecimiento. Su geografía se expande. Cada vez más gente habla nuestra lengua y, gracias al cuidado de las Academias, cada vez la habla mejor.

-España y Latinoamérica se distancian y los colonizadores están en la picota.

-Eso son modas que esperemos que se pasen. Es una estupidez pretender que los conquistadores fueron solamente una pandilla de asesinos. Fueron igualitos que todos los colonizadores que han existido a lo largo de la Historia. Fue gente que se entrometía en vidas ajenas, que desplazaba poblaciones que estaban asentadas y que introducía una nueva cultura en el territorio que conquistaban. Todos los colonizadores fueron brutales. Y los españoles también, pero no los que más. Los ingleses lo fueron mucho más que nosotros, los alemanes, los belgas... Y, además, no aportaron a las civilizaciones correspondientes la cultura y la religión propias, que eran cosas muy importantes. España llevó su religión y, además, se mezcló con el pueblo, cosa que no hicieron los ingleses en el norte.

-¿Qué hacemos frente al avance del 'spanglish'?

-Hacemos lo posible para evitar que eso prospere, pero es inevitable. Aunque quienes tienen esa manera de hablar son minorías, no es la mayoría.

-Acabamos de llevar a Eurovisión un tema que es el ejemplo perfecto de esa conquista: «Monetary, daddie', secondary...».

-Eso es una diversión y, por lo tanto, para esas cosas, la mezcolanza vale. Para lo que no vale es para hacer una novela o para la conversación ordinaria.

-Lenguaje inclusivo.

-Nos parece bien cualquier cosa que se haga para avanzar en la igualdad de la mujer en un universo que siempre la ha situado en una posición de desventaja.

-¿Incluido lo de «todas, todos y todes»?

-No. El idioma no tiene la culpa de la desigualdad de la mujer. Para conseguirla, hay muchas cosas que hacer antes que destrozar la lengua. A mí no me parece mal que se desdoble el género para decir «señoras y señores». Pero me parece mal que se desdoble todas las veces y que no se use el masculino genérico, porque eso lo que hace es entorpecer muchísimo la comunicación. Me parece un disparate que se use la 'e' como un mixto entre el masculino y el femenino. Pero son cosas con las que no hay que alarmarse demasiado, porque yo creo que también son modas transitorias. Al final, no perduran.

-Hablando de igualdad: hay siete académicas para 46 sillas... ¿Veremos pronto una Academia paritaria?

-Para eso, tenemos que tener suerte en dos cosas. Una: que nos vayamos muriendo los varones con cierta celeridad. Y otra: que haya mujeres que sean capaces de ocupar las plazas porque se lo merezcan.

-¿No las hay?

-Seguro que sí. Pero tiene que haber sustitutas suficientes.

-Desde algunos ámbitos, se les considera una institución conservadora. ¿Lo son?

-Es obvio que no. Yo no me siento nada conservador. Soy un hombre progresista. No permito esa acusación que me parece injusta e infundada.

-Pregunta obligada: oficialidad del asturiano.

-De eso no sé nada. No sé cuál es la entidad que tiene el asturiano en Asturias como para convertirse en un dialecto reconocido como lengua propia. Cualquier cosa que le diga va a ser una cosa poco fundada.

-En Cataluña, la Generalitat ha aprobado el decreto que rechaza aplicar la sentencia del 25% de castellano en las escuelas.

-Yo ya anuncié hace tiempo que lo harían así. Eso es una especie de validación legislativa. Oponer una ley a lo que han hecho los jueces. No está en línea de lo que dice la sentencia y es una manera de no atenerse al porcentaje que determina.

-Acaba de publicar 'Cervantes', una biografía del autor del Quijote en la que recopila investigaciones y hallazgos sobre su vida. ¿Qué es lo que más le fascina del «príncipe de los ingenios»?

-Es un autor tan enorme, tan inmenso, tan digno de ser estudiado que hay muchas cosas que se pueden seguir contando. Su obra, como pasa con las obras maestras, nunca se acaba de leer, como un gran cuadro nunca se acaba de ver. En la obra de Cervantes siempre se encuentran cosas nuevas. Y el personaje tuvo una vida tan rica que, realmente, nos interesa siempre. Siempre se puede escribir sobre él algo nuevo y ese ha sido el intento en mi última obra.

-Retrata a un hombre que se crecía en la adversidad y que era más bien cobarde cuando topaba con la Iglesia...

-Sí. Siempre fue un hombre que se creció en los malos tragos. Y también fue un hombre que se curaba en salud. Procuraba no decir cosas que sonaran agresivas y que luego lo reprendieran. Era un tiempo en el que la Inquisición era muy dura y era muy duro el poder real. Y él había pasado cinco años en un calabozo en Argel, de modo que no le gustaba jugar con la suerte.

-¿Se enseña bien a los grandes de nuestras letras en la escuela?

-Habría que enseñar un poco más la importancia que tienen algunos autores españoles, no obligarles a leer algunas obras que no se pueden leer con menos de diez años, porque, si no, les cogen tirria. Hay que enseñarles que las guarden en un buen lugar para leerlas cuando corresponda. Pero, sobre todo, enseñarles quiénes son los grandes hombres que han pasado por nuestro país. Enseñarles a amarlos.