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No peca de ambiguo ni de andarse con medias tintas el título del último libro de Gaspar Llamazares (Logroño, 1957), que viene a cerrar la trilogía que comenzó 'La izquierda herida' y siguió 'Pandemónium. Diario de pandemia y populismo'. El excoordinador general de Izquierda ... Unida presentó anoche, en el espacio A quemarropa de la Semana Negra, 'Del sueño democrático a la pesadilla populista', el último volumen con el que pondrá bajo la lupa la 'década populista', tal y como él mismo denomina a la historia más reciente de España. Una época, explica, «que al principio era un espejismo de renovación democrática ante la crisis económica y de representación, pero que se ha quedado en un espejismo, en una pesadilla».
En este último libro, el también exdiputado de la Junta General trata cómo ha influido la «pandemia populista» en las distintas instituciones y en la sociedad civil. De este modo, evidencia que «el populismo ha sufrido una deriva conservadora; de hecho, en Europa ya solamente lo representan, salvo alguna excepción, las formaciones políticas de la derecha y la ultraderecha». Pero se centra, sobre todo, en analizar «cómo ha infectado a las instituciones del Estado, desde los partidos políticos -que han cambiado- al Parlamento -convertido ahora en un terreno de batalla-, cómo ha afectado a los modelos de gobierno que tenemos en estos momentos, a la falta de diálogo, negociación y acuerdos que los convierten en gobiernos compartimentalizados más que de coalición, cómo ha irrumpido en la justicia...».
Se refería Llamazares a lo acaecido con el Tribunal Supremo de Estados Unidos y su particular vuelta al pasado en cuestión de derechos como el aborto, pero también al Supremio español «y todo lo ocurrido con la pandemia». Porque corre el riesgo la justicia, apuntaba, «de querer convertirse en órgano de vigilancia de la fragilidad política».
No es algo, queda claro, que afecte únicamente a nuestro país. En ese sentido, se refirió a los «balbuceos de la geopolítica populista». «Hemos vivido la geopolítica de la Guerra Fría, la del monopolio imperial de EEUU y, ahora, experimentamos un cambio hacia la geopolítica populista». Donde la única relación posible es la de amigo o enemigo. Donde la ley internacional no existe. Porque, al fin y al cabo, «la guerra es el populismo por otros medios, la eliminación del adversario».
Este «deliro megalómano de pensar que se puede empezar desde cero y tocar el cielo con los dedos, sin entender que la política es complicada y hay que hablar y negociar», que es el populismo, marcó en su opinión los inicios y primeros pasos de Podemos. «Pero en la práctica aterriza desde el momento en que acuerda el gobierno. Ahí recurre a la política tradicional de la izquierda. Le repugna la mochila y la Transición, pero acude al diálogo y el acuerdo. La reforma laboral fue el punto de inflexión de la legislatura», concede.
Hoy los populismos van por otros lares, los de la derecha, concluyó, para alertar sobre su peligrosidad. Se va Trump, pero quedan sus nombramientos en el Supremo. Se va Boris Johnson, pero queda el 'Brexit'. Y en España, advierte, las instituciones ya «están aquejadas de una amnesia selectiva y una dialéctica deficiente».
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