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Los escenarios de un lujo decadente en tiempos de guerra poseen un encanto especial que ha dado mucho juego en la literatura y en el ... cine. Los pintorescos personajes que los pueblan (aristócratas, buscavidas, vividores profesionales…) suelen tener ese punto amoral y aideológico que otorga la condición de meros supervivientes. Están dentro y fuera de la guerra a la vez, sometidos al vaivén de los acontecimientos que acabarán con su clase social y su forma de vida, pero como si estos no fueran con ellos. El mundo se cae, pero ellos solo piensan en mantener el estatus de su sueño en medio de la marea como extravagantes náufragos de la Historia. Esta es una de las claves de la nueva entrega narrativa de Arturo Pérez-Reverte. 'La isla de la mujer dormida' tiene como escenario una ínsula imaginaria del mar Egeo llamada Gynaíka Koimisméni, de la que son propietarios el barón Katelios y su esposa Lena. Corre el año 1937 y ambos, sumidos en el patético ocio de su hermosa mansión, rodeados de sus criados y de un idílico paisaje isleño, han vivido como algo ajeno las convulsiones del siglo, las crisis de esos años, los ascensos del nazismo y el fascismo en Europa, el estallido de la Guerra Civil española que augura la II Guerra Mundial…
Y a ese paradisíaco escenario llega de pronto la realidad exterior, la guerra a través de un personaje, Miguel Jordán Kyriazis, un marino mercante hijo de padre español y madre griega al que el bando franquista le ha encomendado la misión de capitanear por esas mitológicas aguas una lancha torpedera, cedida por la Alemania de Hitler, con el objetivo de interceptar y atacar a los barcos que la Rusia de Stalin envía cargados de armamento al bando republicano. Ese cometido es secreto y requiere convertir la isla Gynaíka Koimisméni en base de las operaciones y de reclutamiento. Dicha tarea le permitirá conocer a la rica pareja propietaria de ese trozo de tierra e iniciar un romance con la baronesa, que suma el ingrediente sentimental y erótico al del género de aventuras y al del relato bélico que se dan cita en el libro.
La caracterización de los personajes es uno de los aciertos del texto. Jordán responde a los irrenunciables y básicos rasgos del héroe típicamente revertiano: su dureza, su parquedad, su inteligencia práctica, su disposición sin reservas para la acción, su buena presencia que lo hace atractivo a las mujeres, su romanticismo inconfeso y saboteado por un fondo de nihilismo distinto al de la absoluta carencia de escrúpulos que presentaba el Falcó de la célebre trilogía, pero igualmente desactivador de cualquier resorte de ilusión ante cualquiera de las tentadoras ofertas que le brinde la vida. Al igual que Falcó, Jordán carece de convicciones políticas, pero lo que en aquel es pragmatismo criminal en este es sentido profesional y del deber. Sobre él pesa el hecho de haber dejado atrás, en España y en un capítulo poco grato de su existencia, a una esposa y a un hijo de esa relación. Como Ulises, no rechaza la aventura marítima ni la erótica pues eso sería contrario a su naturaleza, pero se mete en ambas con un cierto ánimo de cumplimiento mecánico y de huida después de rematada cada faena. No es un clásico lobo de mar sino un pájaro al que no le ata la tierra.
El retrato que se nos ofrece del matrimonio Katelios es el de una veterana pareja condenada a una convivencia en la que pesan el fuego extinto, los viejos rencores y las humillaciones íntimas. Él cumple el estereotipo de un aristócrata con un gran mundo a sus espaldas que lo ha vuelto cínico y escéptico mientras ella comparece como una rusa distinguida, alérgica al comunismo, aún no exenta de encantos y de cierto misterio, pero insatisfecha y lesionada en su autoestima, que ve en el joven marino la oportunidad de recuperar la ilusión y el deseo así como de vengarse del marido y de su sensación de derrota. En realidad, es ese conflicto amoroso y triangular, que discurre paralelo al conflicto armado, el que gana al lector de esta novela técnicamente impecable. Y es que, aunque aparece como detonante argumental y telón de fondo, 'La isla de la mujer dormida' no es una novela sobre la contienda del 36. Cualquier otra guerra (la del Rif, la de Ifni, la de la independencia de Argelia…) podría haber servido de excusa y de marco referencial. Aquí lo que manda no es la ideología ni la fidelidad histórica (de hecho, tanto esa isla como la propia misión bélica son ficticias) sino la emoción homérica de la aventura y la pasión turbulenta en medio de ella, que no admite treguas.
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