Otín rinde tributo a los supervivientes del cáncer

Cerca de 200 personas llenaron ayer el aforo de la Colegiata de San Juan Bautista para asistir a la presentación en Gijón de 'Egoístas, inmortales y viajeras', el último libro del bioquímico de la Universidad de Oviedo Carlos López Otín. El acto se convirtió en un homenaje «a los supervivientes del cáncer», en el más amplio sentido de la palabra, pues incluye Otín entre ellos a los familiares de quienes perdieron a alguien por su causa. Porque muchos, como el pequeño Adán, que aparece mencionado en su libro, «no pudo siquiera empezar a soñar sus sueños». Cuando tenía 17 años, falleció a causa de este mal, hace ya 22. Su madre, Lourdes González, estaba entre el público, y esperó paciente la larga fila para llevarse un ejemplar firmado del investigador que le trató, pero que no pudo hacer nada por salvar su vida. «Quiero darle públicamente las gracias no al científico, sino a la persona», dijo antes de comenzar la presentación, micrófono en mano. «No ha pasado ni un solo año, ni siquiera cuando él estaba pasándolo tan mal, que no me haya llamado para preguntarme cómo estaba la familia», contó mientras Otín, una de las personas que quizás más sepa de cáncer del mundo, se emocionaba al escucharla.

Cuando comenzó la presentación, a cargo de Montse Cuesta Fanjul, no cesó la emotividad. Las manos de presentadora y científico se entrelazaron en varias ocasiones, mientras ella desgranaba las claves del libro, entremezclándolas con sus propios consejos y experiencias. Ella es otra superviviente. Once años después de su diagnóstico, sigue peleándose con la metástasis, pero siempre con una sonrisa y una vitalidad envidiables. Ayer era su cumpleaños.

Tanto ella como Lourdes, explicó Otín, se han entregado a ayudar a otras familias. «El hecho de que todos los beneficios de la venta de este libro vayan a la Asociación Española Contra el Cáncer es una muestra de la valía como persona de Carlos López Otín», destacó Cuesta. Más de 70 personas se llevaron su libro firmado, y todos tuvieron unos minutos de conversación, muchos alguna foto con el científico, quien inició su presentación -ilustrada con imágenes, figuras y fotografías y ambientada con una música con un título muy particular, 'Entropía'- agradeciendo a EL COMERCIO la oportunidad de presentar su libro en Gijón, a la Asociación Española Contra el Cáncer por su trabajo, a los estudiantes que asistieron a la cita -«hoy que no paso lista venís, cuando me podéis ver todos los días», les dijo- y, sobre todo, a Lourdes González y Montse Cuesta. «Te conocí en la incertidumbre y conseguiste sobrevivir y vivir», le dijo antes de entrar en materia.

Y la materia no fue otra que el cáncer: un recorrido por la historia de la enfermedad y de los tratamientos para combatirla desde los orígenes de la vida en la Tierra hasta la actualidad. Tuvo un recuerdo para sus maestros, Margarita Salas y Severo Ochoa, recordó el día que en su Sabiñánigo natal, a la sombra de los Pirineos, oyó mencionar a Darwin y su 'Sobre el origen de las especies'. De cómo la entropía, el caos, hizo que los Sapiens, y el resto de seres pluricelulares evolucionásemos, abriendo la puerta a pequeñas imperfecciones en nuestros genes, que son causa de la mayoría de los procesos tumorales malignos. De cómo la ciencia y la investigación permiten, cada vez más, «conocer para curar», conocer para que cualquier Adán que hoy esté luchando contra el cáncer pueda soñar. «He llegado a la conclusión de que las enfermedades, incluido el cáncer, son comprensibles, otra cosa es que seamos capaces de actuar contra ellas», explicó.

Y de cómo en su mente ya tiene escrito un libro «que no sé si escribiré» y que se titula 'Ética para robots'. «Mientras seamos seres biológicos, seremos vulnerables», admitió.

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