Noelia Lorenzo Pino: «Escribo los esquemas de mis novelas en papeles de patrones»

En su última novela, 'La estrella de quince puntas' (Erein, 2020), nos invita a jugar a la caza del asesino. Diseña un gran puzle en el que nos convierte en testigos, investigadores, víctimas… ¿Cómo afronta esa construcción?

Me gusta empezar sin presiones. Por eso escribo en el ordenador las primeras páginas para captar la esencia de la nueva historia. Luego desarrollo el esquema de la novela para no dejar ningún cabo suelto. Los esquemas los suelo escribir en papeles de patrones, ya que su gran tamaño me permite plasmar lo que tengo en la cabeza. Un DIN A3 se me queda diminuto. Y después, sobre la marcha. A veces me tengo que salir de ese esquema e improvisar, pero, por lo general, soy bastante fiel a mis ideas iniciales para no fastidiarla.

¿No tiene miedo de que el puzle, al ser tan complejo, de algún modo acabe por írsele de las manos?

Lo que más miedo me da es dejar cabos sueltos. Por eso, cuando me voy acercando al final, me devano los sesos como si no hubiera un mañana. Es una auténtica locura y para mí, la parte más difícil de todo el proceso.

Muchos de los personajes de sus novelas transitan por mundos de oscuridad, culpa y dinámicas familiares asfixiantes. ¿Puede alguien salvarse de un universo semejante?

Creo que una parte tiene posibilidades de salvarse, pero otra no. El dolor nos vapulea a su antojo llegando incluso a transformarnos en verdaderos monstruos. En mis historias muchos han sufrido en algún momento de su vida y ese hecho les ha marcado. El destino sacude y, como no sepas gestionar el golpe, puede suceder cualquier cosa. Autodestrucción, insensibilización, obsesión, depresión, adicciones… Suelo poner el ejemplo de Batman y Joker. El dolor arrasó a ambos. La diferencia, que a uno lo convirtió en héroe y al otro en villano.

Culpa y temores internos que crean monstruos. ¿A usted qué monstruos le dan más miedo?

A mí, el monstruo del dolor, ver sufrir a los que más quiero. Supongo que por eso escribo sobre ello, para analizarlo y, a la vez, canalizarlo.

¿Qué le resulta más edificante, construir monstruos o héroes?

La combinación de ambas. Construir los dos es el equilibrio perfecto. Que exista el contrario me lo pone más fácil a la hora de crear cualquiera de los dos.

Del mundo literario, ¿cuál es su monstruo preferido? ¿Y su héroe?

Drácula estaría en lo más alto de mi top 10 de monstruos. Y Jon Nieve, en mi top 10 de héroes.

Estamos hablando de monstruos y oscuridad, pero regresemos a la luz. ¿Qué lugar escogería, su pudiera, para perderse?

Cualquier zona tranquila, muy tranquila, con mar y buen tiempo. Calorcito y olor a salitre. Oxígeno y músculos relajados. Antiguamente habría elegido paisajes nevados, Alaska o algún país nórdico, pero me estoy haciendo mayor y mi cuerpo se ha vuelto muy exigente y quejica.

¿Y para encontrarse?

Hogar, dulce hogar.

Usted fue la primera mujer que entró en la colección 'Cosecha roja' de la Editorial Erein. ¿Cómo se sintió?

Cuando entré en Erein me hizo una ilusión tremenda. 'La sirena roja' es la novela número 16 de la colección 'Cosecha roja'. Tenía por delante a un montón de grandes autores y buenas novelas, y sí, todas escritas por hombres. Fue, al mismo tiempo, satisfactorio y abrumador.

Desde entonces, ¿ve una evolución, una apertura en la novela negra que, tradicionalmente, parecía ser un género de hombres?

Llevo siete años en este mundillo y cinco novelas publicadas, y siento que tenemos que publicar muchísimo más e hilar más fino para que se nos tenga en cuenta. Por no hablar de los premios a 'Mejor novela negra', que la mayoría los acaban ganando hombres. Me pregunto qué pasaría si fuera al revés. Sería rarísimo, lo nunca visto. Que tenga que existir un premio a mejor novela negra escrita por una mujer para darnos visibilidad, habla por sí solo. Yo no me puedo quejar porque suelo tener mucha presencia en los festivales, pero creo que, aunque se ha avanzado, todavía queda camino por recorrer para conseguir una igualdad real. Por suerte, ahora mismo hay un interés por parte de los lectores y de las grandes editoriales hacia las novelas negras escritas por mujeres.

Ya que estamos hablando de literatura negra escrita por mujeres, ¿cuál es su escritora favorita de este género?

Me gustan muchas, pero, ya que estamos hablando de oscuridad, voy a decantarme por la americana Gillian Flynn porque creo que transmite a la perfección la negrura de la América profunda, la negrura en general, y porque sus historias me parecen íntimas y originales.

¿Qué otro tipo de géneros suele leer de forma habitual?

El género negro es mi favorito. Si lo dejo de lado para leer una novela de otro género, lo echo muchísimo de menos. No sé si es pasión o adicción, pero hago poquísimas excepciones.

Lecturas por las que sentimos pasión, ¿y qué hay de aquellas que no nos generan tanto amor? ¿Cree que existen los malos libros?

Una vez le oí al escritor Miguel Izu decir que «no existen novelas tan buenas como para gustar a todo el mundo ni tan malas como para no gustar a nadie». Y estoy totalmente de acuerdo. Yo creo que todos los libros tienen su público. En menor o mayor medida, pero su público al fin y al cabo.

Malos o buenos libros al margen, todo tenemos alguno que, a pesar del empeño que ponemos, se nos resiste. Díganos, ¿tiene alguno? ¿Cuál?

Me habría encantado que me fascinase ―y que me pareciera una obra maestra del crimen, como he oído mil veces―, 'A sangre fría', de Truman Capote, pero cada vez que intento leerla, acaba golpeándome en la cara porque me quedo dormida. Creo que la dejaré reposar un tiempo y volveré a ella cuando sienta que ha llegado el momento. A ver si hay suerte.

Para terminar, le voy a hacer una pregunta que es un clásico de estas entrevistas. ¿Por qué vendería su alma?

Vendería mi alma a cambio de un mundo mejor, más justo, más empático. Una sociedad que no maltratase tantísimo el planeta y al resto de especies. Sé qué es mucho pedir, pero es mi alma la que está en juego.