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ANA RANERA
Miércoles, 1 de febrero 2023, 22:12
Eduardo Torres-Dulce era un niño cuando 'El hombre que mató a Liberty Valance' ocupaba los carteles del Cine Bilbao de Madrid. Su hermano y él se quedaban entonces embobados mirando el anuncio y soñaban con poder entrar a verla, así que, en cuanto consiguieron ... reunir algo de dinero, se dedicaron a ir a aquella sala una y otra vez, hasta quedarse sin una sola peseta. Ese amor infantil se convirtió con el tiempo en el libro 'El asesinato de Liberty Valance', que presentó este miércoles en el Antiguo Instituto de la mano del Ateneo Jovellanos y el Aula de Cultura de EL COMERCIO, en el que este fiscal y crítico cinematográfico hace un repaso de aquella emblemática película de John Ford, que aún hoy sigue venerando.
Él admira el film y a su director, que era «un apasionado y un loco» al que John Wayne no cogía el teléfono para rodar esta cinta porque decía que «no la quería hacer porque las risas se las llevaba el gordo. Lee Marvin se llevaba la parte violenta, y entonces, ¿qué le quedaba a él?».
Aunque, para el crítico, el personaje central de esta historia es Hallie (Vera Miles), porque ella era «una mujer que quería cambiar las cosas». Como hacían casi todas las mujeres que aparecían en los 'westerns' o, al menos, en los 'westerns' de Ford. «Las mujeres eran las más civilizadas en el Oeste. Ellas querían un futuro, querían aprender a leer y a escribir y cambiar las cosas», recordaba. Ese anhelo femenino era fruto de «una situación terrible» -tal y como aseguraba Torres-Dulce-, porque «las personas que quieren estabilidad son las que hacen avanzar a los países hacia la domesticación».
Y eso que Ford no solo conseguía transmitir a través de sus personajes, sino que también creaba escenarios, a base de evocaciones. «Al principio del cine, todo había que expresarlo a través de las imágenes. Cuando llegaron la palabra y el color, la mayor parte de los cineastas eran muy poderosos a la hora de provocar imágenes de contenido poético que trascendían a la ilusión de los espectadores», señalaba. Todo tenía un significado dentro de la pantalla, y también fuera, porque a este cineasta «le gustaba rodearse siempre del mismo equipo técnico y de la misma troupe de actores. A eso se le llama la John Ford Stock Company y le servía para estar con actores poderosos que eran capaces de interpretar papeles distintos».
Entre ese elenco estaba, por supuesto, John Wayne, al que, por azares del destino, Torres-Dulce conoció. «Me tomé dos whiskies con él y recuerdo que hablaba muy decentemente español. Era muy simpático y muy culto. Me recitó algunos versos del 'Romancero gitano' y conocía a Antonio Machado», rememoraba.
Y la vida de este fiscal y amante del cine está llena de apariciones estelares, porque, según contaba este miércoles ante una sala repleta de oyentes, en su casa tiene una foto con Ava Gardner. «Es una foto de la matanza en un pueblo y mi tío, que era muy amigo de Luis Miguel Dominguín, lo invitó. Así que en la foto sale Ava Gardner y salgo yo al lado sin enterarme de que estaba con Ava Gardner».
Entre Ava, John Ford y John Wayne se forjó este fiscal que aseguraba: «El cine para mí es un complemento a la vida, es un territorio donde soy muy feliz». Él está muy de acuerdo en eso que dice Garci de que «el cine es una vida de repuesto», y confesaba que también es «pasar de una vida a otra vida cuando se apagan las luces». Aunque nunca nos abandonemos del todo a nosotros mismos, porque «en las pelis también ponemos mucho de nosotros, ponemos emociones al observar una obra». Y así el arte se completa, como se completaba 'El hombre que mató a Liberty Valance' con aquellos niños que se gastaban su paga en verla.
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