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Izaskun Errazti
Domingo, 24 de septiembre 2023, 00:15
Los hijos llegan sin un manual de instrucciones. Hay a quienes saber manejarlos les supone un reto apasionante. Pero a otros la situación les supera y se vuelven frágiles, temerosos. Y esa fragilidad, admite Mar García Puig (Barcelona, 1977), te puede llevar a la locura. ... Así lo cuenta en su primera novela la editora catalana, que en una misma noche hace ya ocho años se convirtió en madre y diputada por la ciudad condal en el Congreso. Aquel 20 de diciembre de 2015 enterró «en el acto de parir el mundo tal y como lo conocía hasta entonces» y abrió las puertas que conectan «la vida y la muerte, la luz y la oscuridad». La literatura y 'La historia de los vertebrados' (Random House) le han servido de consuelo y le han permitido rendir homenaje a las mujeres que como ella tuvieron que lidiar con los trastornos del postparto. La promoción de la novela y sus mellizos, Sara y David, marcan su día a día este verano.
07.45 horas. Estoy, como si dijéramos, en transición. He dejado de ser diputada y voy a reincorporarme a mi trabajo como editora. Además, sigo con la promoción de mi primer libro. Y escribo algo. Es una rutina extraña.
08.00 horas. Estoy separada, lo que me permite tener vacaciones de hijos. Los quince días que se van con su padre me vienen muy bien para trabajar, aprovecho el tiempo y puedo hacer muchas cosas. Cuando están conmigo, durante el curso o en verano, madrugamos. Nos levantamos pronto, a las ocho, para desayunar, vestirles... a su ritmo lento.
09.00 horas. Cuando no hay cole llevo a mis hijos a lo que en Cataluña llamamos 'casals', lugares donde se organizan actividades de ocio que les motiven y les gusten. Y allí se quedan hasta las cinco. Cuando estoy fuera por promoción tiro de la familia, como todo el mundo.
10.00 horas. Tengo un piso muy pequeñito y no podía permitirme perder una habitación para trabajar. Así que me alquilé un despacho para escribir mi libro, que surgió después de nacer mis mellizos. Sufrí una crisis de ansiedad muy aguda que se prolongó durante meses. Me refugié en la búsqueda de personas que hubieran padecido situaciones como la mía. Leí libros de medicina, manuales de psiquiatría, diarios... Quería entender qué me estaba sucediendo, refugiarme en la literatura y buscar ahí como una especie de complemento a la terapia farmacológica y psicológica. Cuando empecé a salir del pozo ya tenía un montón de historias de mujeres que han pasado por lo mismo que yo y quería expresar todo eso en un libro. En base a mi experiencia y con mi historial médico decidí ponerme como personaje.
– Y habla abiertamente de locura, algo poco habitual.
– Sí, uso esa palabra deliberadamente. Ahora hablamos de depresión y ansiedad postparto, de psicosis postparto, pero el término locura me parece más amplio. Tiene una parte histórica y literaria que me ha servido de refugio. Son muchas las cosas que conducen a la locura. En mi caso, personales, convertirme en diputada y madre a la vez, unos niños prematuros, antecedentes familiares de depresión... Pero también hay causas históricas, del peso que nos han puesto sobre los hombros, de esa maternidad ideal y perfecta, cuando sufrimos todo un baile de hormonas. Yo me veía a mí misma como un ser muy frágil y eso impone.
12.00 horas. Las horas se me pasan en mi despacho. Pensaba dejarlo cuando acabara 'La historia de los vertebrados', pero lo voy a mantener. Es mi lugar, donde puedo concentrarme, donde tengo mi puesta en escena, mi biblioteca...
15.00 horas. Trabajo, leo, investigo... Aprovecho mucho el día. Me da la hora de comer y me arreglo con una ensalada. Me gusta comer, pero no me gusta nada cocinar. Soy un desastre, se me da mal. Hay gente que tiene gracia, pero yo no la tengo. No me cuido, soy de comer por trámite.
18.00 horas. Me gusta quedar con mis amigas para tomar café. Además, en Barcelona tenemos el barrio de Gracia, lleno de terrazas. Entonces, quedamos, y mientras hablamos los niños juegan en la plaza y todos estamos a gusto. Me encanta.
17.00 horas. Hay que recoger a los niños, que han pasado todo el día en el colegio. Y nos vamos a la plaza. Están en edad de jugar con los amigos, y mientras yo puedo estar con otras familias. Pasamos la tarde.
21.30 horas. Puede sorprender, pero llega el mejor momento del día, cuando mis hijos ya están durmiendo y yo me siento agotada. Me gusta la televisión, los informativos, los programas de actualidad. Soy muy consumidora de documentales. En general, me encanta todo lo relacionado con el arte y la cultura. Leer me relaja muchísimo, La literatura ha sido un salvavidas para mí.
08.15 horas. Necesito un café para ponerme en marcha. Me es imprescindible. Sólo café, nada más. Mirando la actualidad, las noticias. Eso es inapelable. También me gusta ver la televisión, como el programa que hace por la noche el canal 24 horas, y la tertulia política del 324, que es en catalán.
– ¿Dejar el Congreso ha sido una liberación o lo echará de menos?
– Un poco las dos cosas. A mí me gusta mucho la política en todos los sentidos, y también me gustan las instituciones. El Congreso es un espacio con muchas limitaciones, muchas contradicciones, pero donde también se pueden hacer muchas cosas. Siento mucha gratitud por haber estado allí ocho años, pero también sentía que si lo alargaba podía llegar a convertirse en algo rutinario y no quería llegar a ese punto. Lo dejo en un buen momento para echarlo de menos.
20.00 horas. Me gusta estar en casa, o visitar sitios tranquilos. Y para relajarme elijo el mar. Para nadar o para hacer windsurf, una cosa un poco ochentera o noventera que me gusta mucho. Es la forma más económica de navegar, ¿no? Una tabla, una vela y poco más. En verano, el mar. Para el invierno, la piscina.
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