Ana González, Leonardo Padura y Ángel del a Calle, ayer, en el escenario del Jovellanos. JUAN CARLOS TUERO

Leonardo Padura: «Cuando termino un libro siento que me voy a morir»

El escritor prologó la Semana Negra en un Jovellanos con el aforo completo para la presentación de 'Como polvo en el viento'

M. F. ANTUÑA

GIJÓN.

Martes, 8 de junio 2021, 00:16

El aforo se completó. Y el Jovellanos disfrutó del verbo ágil, ocurrente y muy divertido de Leonardo Padura, el escritor que ayer se encargó de prologar la Semana Negra con la presentación en Europa de su última novela, 'Como polvo en el viento' ( ... Tusquets). Ana González, que dejó a un lado su condición de alcaldesa para volver a sacar a escena a la profesora de Literatura, asumió con gusto el reto de guiar el camino por una novela coral que transita por las aguas del exilio cubano con una perspectiva muy íntima, dolorosa y generacional. El Clan, un grupo de amigos dispersos, se va revelando en las páginas de la que Padura definió como su «novela más visceral», una obra que «es ficción, pero es verdad». Porque hay mucho de Cuba y los cubanos, y siempre con la idea clara de no mentir: «La verdad es relativa, y yo cuando escribo digo la verdad que yo siento sobre Cuba».

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Su generación, la primera educada ya en la revolución, que accedió masivamente a la universidad y que vivió cómo escuchar a los Beatles «era una debilidad ideológica» en la isla, es protagonista. Ese Clan que inicialmente iba a dar título al libro -'El Clan disperso' era la idea, pero la coincidencia con una obra inconclusa de Alejo Carpentier no lo permitió- tiene un punto de ruptura en sus vidas y, con el tiempo, habrá elementos y personas que conducen al reencuentro. Son muchos los personajes que trazan, en diferentes territorios, ese mapa de la diáspora con razones dispares. Y todas lícitas: «Clara, uno de los personajes, dice que todas las razones para irse de Cuba son válidas y todas las razones para quedarse también lo son, y todas son respetables».

Él ha decidido quedarse. Tiene pasaporte español, pero aclara que esa ciudadanía no es para él nacionalidad, que no puede dejar de ser ni sentirse cubano. «Yo he decidido vivir en Cuba porque yo necesito a Cuba para escribir». Porque todo escritor «tiene un almacén de historias» y las suyas están allí y su sentimiento de pertenencia está muy por encima de la política.

No es complaciente con la situación de la isla. Sabe de su empobrecimiento actual y sabe que tiene que caminar hacia nuevos rumbos, máxime ahora que el desastre provocado por Trump en las relaciones con EE UU ha llegado a su fin. «Cuba necesita de todos los cubanos para su reconstrucción».

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En su novela no se cita ni a Fidel ni a Raúl Castro, sí están latentes, pero quería a toda costa evitar lecturas políticas este escritor que llegó tarde a la literatura, una vez que hubo fracasado como jugador de béisbol. Confesó su pasión absoluta por ese deporte y reconoció que la competitividad del béisbol le llevó a querer escribir. Y no le ha ido mal. Tiene lo que necesita: «Yo no quiero ser millonario, si me regalan un yate me dan un problema, yo quiero tener el dinero suficiente para poder escribir mi próxima novela». Ayer no le regalaron un yate, pero sí sonoros aplausos y la camiseta de la Selección Asturiana de béisbol con su nombre a la espalda.

Con la visera puesta acabó una charla en la que hubo un recuerdo para Luis Sepúlveda y en la que Ángel de la Calle, director de la Semana Negra, llegó a definirle como escritor «asturcubano». Él confirmó esa historia de amor con la región que le dio los premios Café Gijón y Princesa de Asturias y a la que ahora ha retornado con su última novela bajo el brazo. ¿Qué pasó cuando le puso el punto y final? «Cuando acabo siento que me voy a morir, he vivido en un mundo durante mucho tiempo y la sensación de vacío es dura».

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