«Decir que soy escritor me parece todavía aventurado y vanidoso»

-¿Quién es 'Agnes?

-Una periodista que, en una cena de Navidad de la revista para la que trabaja, bebe demasiado y se ve obligada a investigar al escritor superventas del momento que nadie sabe quién es. Es un trabajo casi imposible, titánico, pero escribe un correo, le contesta este señor y comienza a contarle su biografía a través de las mujeres de su vida. A raíz de ahí empieza a descubrir muchas cosas de su vida, algunas que no le gustaría haber descubierto.

-Esto de desenmascarar a un escritor fantasma conduce a Carmen Mola.

-Justo cuando salió el Planeta parecía que yo tenía la bola mágica y sabía que iba a pasar algo así, pero cuando escribí el libro a quien tenía muy presente era a Elena Ferrante, porque el primer borrador es de 2017. Me daba la impresión de que ya no se utilizaba el seudónimo para ocultarte porque eras mujer o porque estabas perseguido, ahora se utiliza como una forma de marketing. Para mí era un campo de cultivo ese misterio del escritor que no tiene mucho valor lo que escribe, pero realmente tiene éxito por el misterio que es capaz de crear a través de su anonimato. Creo que también trataba de denunciar que el marketing sea más importante que la propia obra.

-¿La mercadotecnia es más importante que la obra?

-Hay de todo. Tampoco vamos a dar la versión negativa. Hay novelas que se construyen de arriba abajo, con una campaña de marketing brutal y gracias a eso llegan a los lectores, y otras que vienen de abajo a arriba, esas que los lectores descubren y se lo cuentan a tres amigos y estos a otros tres. Eso es maravilloso; es lo más bonito.

-¿Eso le está pasando a usted?

-La novela está gustando, pero lleva menos de dos meses en el mercado y el boca a boca necesitas un poco más de tiempo. Está el campo de cultivo puesto para que lleguen más lectores. La clave es que le guste a la gente. No hay mejor prescriptor que un lector.

-Es periodista y escritor. ¿Pero qué quería ser de pequeño?

-Escritor, y muchos de los que estudiamos periodismo lo hicimos porque pensábamos que era lo más parecido. Pero, por mi experiencia, no hay nada más distinto, al menos para mí, que trabajé de periodista deportivo y escribí discursos a consejeros. Pero sí que hay ciertos aprendizajes del periodismo que se notan después: tendemos más a la concisión, a intentar visualizar muy rápido las cosas. Disfruto mucho siendo escritor, pero no voy a renegar de mi pasado porque además los 16 años que me dediqué al periodismo han sido claves para escribir.

-¿Es necesario escribir de lo conocido?

-Si yo escribiera sobre un médico necesitaría una documentación muy grande, entrevistar a muchos médicos y me quedaría una novela de cartón piedra. Es mucho más fácil hablar de lo que sabes. No quiere decir que no vaya a escribir de otra cosa, pero lo que a uno le preocupa y le ocupa, lo que le obsesiona, acaba saliendo. Mi primera novela, 'Infelices', la publiqué con 40 años y creo que no empecé antes porque no había vivido lo suficiente para poder ficcionarlo. La experiencia es una de las gasolinas para la escritura.

-¿Lleva dos novelas y todavía le cuesta sentirse escritor?

-Es una palabra que me parece muy grande. A quienes más he admirado en mi vida es a escritores, decir que soy uno de ellos me parece demasiado aventurado y vanidoso. Tengo que esperar unos cuantos años para creérmelo. Aunque vivo de esto y de los talleres que imparto.

-¿Ya está lo próximo en el ordenador?

-Lo tengo en la cabeza. Espero poder ponerme pronto con el borrador.