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Asegurar que los judíos son los seres humanos con más sentido del humor del planeta podría parecer una exageración, pero los puestos de honor de una supuesta clasificación con los mejores comediantes de la historia los ocuparían, casi con toda seguridad, los hermanos Marx, Billy ... Wilder, Mel Brooks, Joan Rivers, Larry David o Woody Allen, todos ellos, de origen judío. Hasta los más actuales reyes de la comedia, un trono en el que sobresalen humoristas como Lena Dunham y Judd Apatow, son judíos. Y no es casualidad. La persecución, el exilio, la asimilación cultural, la religiosidad, la diáspora y la lucha por mantener la identidad, o por perderla, son los pilares que construyen la tradición cómica judía y que han visto la luz, durante siglos y hasta la actualidad, a través de la sátira, el ingenio o la escatología.
El profesor de Lengua, Literatura y Cultura Yiddish en la Universidad de Columbia Jeremy Dauber (Belleville, Nueva Jersey, 1973) explora los orígenes de la risa en el judaísmo y su evolución hasta la actualidad en 'El humor judío. Una historia seria' (Acantilado). El libro surge de una experiencia personal: como docente, Dauber descubrió que a los cursos que su universidad dedicaba al humor judío se apuntaban un enorme de alumnos que trataban de entender por qué se divertían tanto con las series 'Friends' o 'Seinfeld' o con las películas de Jim Abrahams, David Zucker y Jerry Zucker. Existía, por tanto, un gran interés por averiguar las claves del éxito de una forma tan concreta de hacer reír.
Aun siendo consciente de la dificultad de la empresa, ya que la risa en los judíos se expresa casi de una forma distinta en cada uno de ellos, Dauber trata de encontrar en su libro algunos patrones compartidos. Así, el humor judío es una respuesta a la persecución y al antisemitismo; es una mirada satírica a las normas sociales y comunitarias judías; es un juego alusivo, intelectual, ingenioso y libresco; es vulgar, grosero y está obsesionado con el cuerpo; es mordaz, irónico y metafísico; se centra en el judío común y corriente, de a pie; y trata de la ambigua y difusa naturaleza del judaísmo.
Dauber se remonta al origen del judaísmo y explica que los rabinos, al contrario que los líderes de otras religiones, utilizaron el humor para explicar la religión. También descubre que los judíos de la antigüedad se reían de las personas obesas, una línea humorística que se prolongó durante siglos. «Los chistes de gordos han sido moneda corriente desde el principio de la historia documentada y siguen funcionando en la actualidad», cuenta el profesor, que también explora el modo en que el humor judío ha esquivado los tabúes morales de cada época. Hasta Kafka, que parece el autor más serio del mundo, convoca al lector a la risa cuando relata las absurdidades a las que se enfrentan sus personajes.
En las últimas décadas, el humor judío parece identificarse completamente con el humor norteamericano, tan enorme ha sido la influencia de estos cómicos. En 1981, el presentador estrella de la televisión norteamericana Steve Allen, de origen irlandés, pero director de un equipo en el que predominaban los guionistas judíos, dijo que la comedia estadounidense era «una especie de industria doméstica judía» y calculaba la aportación judía como «cercana al 80%». Otros autores dijeron que la cifra se quedaba corta.
En la historia, los judíos encontraron en el humor la solución para mantener una identidad cultural propia y sobrevivir a persecuciones y exilios. Desde la Torá hasta el 'stand-up' neoyorquino de la segunda mitad del siglo XX, pasando por series como 'Seinfeld' o 'Curb your enthusiam', la risa ha sido un modo de exorcizar el miedo y la neurosis. Cuando acabó la Segunda Guerra Mundial, el filósofo judeoalemán Theodor Adorno dijo que «después de Auschwitz escribir poesía es un acto de barbarie». Pero algunos, como Mel Brooks (que sigue haciendo reír a sus 97 años), le dieron la vuelta al argumento. «Si puedes reír, puedes sobrevivir», proclamó el cómico, que se burló del nazismo en la exitosa sátira 'Los productores'. Porque «si puedes reducir a Hitler a algo que provoca la risa, tú ganas».
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