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M. LORENCI / M. ROJO
MADRID/GIJÓN.
Martes, 19 de noviembre 2019, 00:24
Estaba convencido de que nunca escribiría la secuela de 'Historias del Kronen'. Pero 25 años después José Ángel Mañas (Madrid, 1971) se ha traicionado a sí mismo y ha escrito y publicado 'La última juerga' (Algaida). Recupera como crepusculares cincuentones a ... algunos cachorros de aquella camada de jóvenes salvajes y pasados de todo en los noventa. La inesperada continuación del 'Kronen', que llega ahora a las librerías, procuró a Mañas el Premio Ateneo -«el primer grande en mi palmarés», se ufana-, y sus 28.000 euros de bolsa. Y es que casi todo el mundo cree, erróneamente, que Mañas ganó el Nadal con el 'Kronen' en 1994, cuando fue finalista. Rosa Regás fue la ganadora con 'Azul', una novela mucho menos recordada.
«Había mucha presión para que escribiera la continuación y no sabía cómo hacerlo. Hace un par de años, me desperté una noche de repente con el flashazo de la anécdota final de lo que le ocurre a Carlos en la novela. Fue una iluminación. La historia se armó en mi cabeza. Me salió como un tiro», confiesa un satisfecho Mañas. Admite que era «un salvaje y un ignorante» cuando hace 25 años tardó dos semanas en escribir el borrador de aquellas historias de niños bien, saturados de sexo, drogas y 'grunge', encanutados y hasta las trancas de coca. Adolescentes que jugueteaban con la muerte y la nada en un tórrido verano, empalmando las noches con los días en baretos de Malasaña como el 'Kronen', en una juerga eterna que ha tardado un cuarto de siglo en tener punto final. Una juerga cuya banda sonora acercó al gran público -junto con un exitoso anuncio de Pepsi- el 'Chup chup' de la banda gijonesa Australian Blonde.
«No me obsesionaba la insistencia de los lectores. Me negaba porque no se me ocurría cómo hacerlo. Y sigo sin saber muy bien por qué lo he escrito», dice un Mañas canoso y risueño que presenta 'La última juerga' como «una 'road movie' delirante y carpetovetónica». Como «el reencuentro del personaje más kamizake, más 'destroyer', manipulador y perverso con el más conservador».
Cree que satisfará a los lectores del 'Kronen' y a quienes nada saben de aquella cruda novela que esbozó con 22 años, recién licenciado en Geografía e Historia, y cuyo éxito amplificó en 1995 la película de Montxo Armendáriz, con Juan Diego Botto como Carlos y Jordi Mollá como Roberto. «Me ha salido una novela gamberra, libérrima y provocadora, que es lo que quería, y los fans de Carlos disfrutarán como enanos», promete sobre una «carnavalesca» secuela de aquella historia que tan bien retrató a unos jóvenes que quemaban la noche sin demasiadas preocupaciones, seguros de que la carrera universitaria que les pagaban sus padres les serviría para vivir holgadamente en el futuro. Se equivocaban.
En 'La última juerga' Carlos tiene 46 años. Es un agente literario de éxito y pareja de una conocida modelo. Enganchado a la heroína, los excesos le pasan factura en forma de cáncer de pulmón terminal. El anuncio de que le queda apenas un año de vida agria aún más el tóxico, machista, corrosivo carácter de alguien sin pelos en la lengua, incapaz de sentir compasión o empatía por nadie. Incluido el autor, con quien Carlos se cruza al principio de la novela. Un tal Mañas que le entrega su tarjeta de escritor y que le parecerá a su personaje «un gilipollas». Carlos usará la tarjeta que no ha leído para hacerse un 'turulo' y esnifar unas rayas de coca en el baño sobre la pantalla de su móvil.
No quería Mañas repetirse y «pasear de nuevo a Carlos por Madrid». Así que lo embarca en una suerte de absurda 'road movie' con «otro marco sociológico» para reflejar una realidad menos hedonista y cínica. «Si el telón de fondo del 'Kronen' eran las Olimpiadas de 1992, el de 'La última juerga' es el Mundial de Rusia de 2018, las turbulencias identitarias del 'procés', el auge feminista y un férreo puritanismo», enumera el escritor.
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