El mayor caso de envenenamiento masivo de España, el del alcohol metílico que hace seis decadas dejó miles de muertos y de víctimas con secuelas irreversibles, tuvo un doble vínculo con nuestra región: su origen estuvo en un laboratorio de la Felguera (Langreo) y la ... mujer que lo descubrió para denunciarlo, la farmacéutica Elisa Álvarez Obaya, también era asturiana. Reivindicar el valor de esta auténtica heroína ha sido uno de los impulsos que ha llevado al periodista Fernando Méndez (Buenos Aires, 1964) a escribir su novela 'La vida mientras luchamos', que ayer presentaba en la Carpa de la Palabra de la Semana Negra, en un acto del Aula de Cultura conducido por el Jefe de Edición de EL COMERCIO, Miguel Rojo.
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Su autor ha documentado e indagado durante años en este caso al que ha dedicado tres libros de investigación, entre ellos 'Caso Metílico', que fue finalista del Premio Rodolfo Walsh de la Semana Negra y por el que recibió en 2013 el Internacional de Periodismo de Investigación 'Ana María Agüero Melnyczuk' en Argentina. En esta ocasión, Méndez ha querido novelarlo, poniendo el foco en la dimensión emocional y también en la social e histórica que tuvieron unos hechos reales a través del protagonismo de Iria Meilán, una joven farmacéutica trasunto de la verdadera, la villaviciosina Elisa Álvarez: «Una mujer normal a la que le ocurre algo extraordinario», en palabras del escritor y que en esta trama de ficción, con mucho de relato policiaco, de aventuras, conspiraciones y espías, fuese su actuación valiente la que respondiese a la pregunta de «hasta dónde seríamos capaces de llegar por proteger aquello que más queremos», planteó.
Antes de adentrarse en la novela, Miguel Rojo inquirió a su autor por las razones que le habían llevado a investigar durante años la intoxicación que es uno de sus ejes. Fernando Méndez se remontó a sus años cubriendo la información judicial de Orense –tierra originaria de este gallego «hijo de la emigración», como se define– y descubrió por el fiscal Fernando Seoane este caso prácticamente olvidado, en el que el magistrado ejerció la acusación. Pero lo que acabó por encender la chispa de su interés fue el encuentro con uno de los supervivientes del drama, un paisano de aldea que se quedó ciego tras ingerir una copa de licor-café adulterada con metanol. «La última visión que tuvo fue la del baño donde se afeitaba esa mañana cubrirse de copos de nieve». Así recordaba el anciano aquel momento terrible, un episodio que Méndez recoge en 'La vida mientras luchamos'. Aunque el argumento se expande a varias subtramas más allá del caso del metílico, el periodista no desaprovechó la ocasión de denunciar que aquellos hechos criminales quedaron sin castigo y sin reparación a las víctimas. Por ello, afirmó, una de las ideas fuerza que ha querido reflejar en la novela es el valor de la dignidad, que encarna la protagonista.
Meterse en la piel y en el «fondo emocional» de una mujer de 24 años fue uno de los mayores retos que afrontó al escribir su obra, desvelaría Fernando Méndez. Descrita por él mismo como «una historia de poder, veneno y muerte», nos lleva en un viaje trepidante de Galicia a Canarias, pasando por Oporto, Jacksonville o el Madrid de la noches locas de Ava Gadner, «donde en esos años acechaba un espía en cada esquina». Eran los 60 del 'Spain is different', la guerra fría, la carrera espacial y el asesinato de JFK, una realidad fascinante que aquí vuela a un relato en la mejor tradición del trhiller negro, romántico y de acción.
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