

Secciones
Servicios
Destacamos
El sello Acantilado lanza hoy 'El desván de las musas dormidas', la nueva novela de Fulgencio Argüelles (Aller, 1955), una invitación a sentir la necesidad ... de saber quiénes somos a través a través de quiénes nos precedieron y un desafío al silencio y el olvido.
–La memoria y la imaginación son protagonistas de esta historia ¿La ha escrito también con esas herramientas?
–Dicen los neurólogos que un recuerdo a base de ser revivido acaba deformándose y alejándose de la realidad, y lo que imaginas, a base de hacerlo, se va confundiendo con los recuerdos. En esta novela hay un poco de todo eso, de fusión entre imaginación y memoria. Hay mucha memoria personal, referida a la atmósfera y la situación de aquellos años en que vivíamos en los pueblos, pero esto es una novela y tiene mucho de fantasía y juego literario. Estoy seguro de que a los lectores cosas que les parecerán las más imaginadas, seguramente son las más auténticas y viceversa.
–¿Le costó vencer el pudor sobre lo más autobiográfico?
–Desde luego esto no es una autobiografía ni yo pretendía que lo fuera, pero sí hay mucho personal. Aparte del narrador, una figura importante es la del padre, una persona singular y mi padre lo fue, su figura sí es relevante porque la suya es la historia de un hombre que se equivocó de destino y eso forma parte esencial de la novela. Cómo un hombre se va desmoronando porque se equivocó de camino. Ahí sentí un poco de pudor, pero como la memoria y la imaginación están completamente mezcladas tampoco hay posibilidad para el lector de saber hasta dónde llega uno o lo otro. Fue muy interesante desvirtuar los recuerdos y teñir de tales los que no lo son.
–La memoria colectiva sí aparece más clara.
–Hay acontecimientos como el momento en el que el hombre llega a la Luna, cómo se vivió eso en los pueblos, o la llegada de las lavadoras, la televisión, todas las cosas que cambiaron la vida de la gente. O cómo en esa década de los 60 todavía la guerra está muy presente en todas las casas, ese silencio impuesto y el miedo que había sobre ciertas cosas, eso con lo que crecimos la gente de mi generación y que yo he intentando ahí también reflejar.
–¿Le estimuló a ello este tiempo proclive a la amnesia?
–En este caso no hay una intención intelectual o política por mi parte, sino sentimental de sensaciones, sentimientos. La memoria es difícil de sostener a veces, y no por insistir se va a a transmitir mejor la realidad. Yo creo que nos está costando a nuestra generación transmitir a la gente joven lo que pasó entonces, qué fue la dictadura, y cómo fueron aquellos años de privación total de libertad. Sí que hay una desmemoria que nos está costando mucho combatir y yo no tengo ninguna confianza en que la verdad gane la batalla. Aunque yo no pensaba ninguna de estas cosas al escribir la novela. La verdad que yo narro, consiste en recuerdos sostenidos desde la nostalgia y muchos pensamientos elaborados desde la emoción, es lo importante en esta novela. Sin ninguna otra pretensión más que entretener al lector, hacerle revivir ciertas cosas si es que las vivió o explicarle ciertas situaciones que nosotros hemos vivido por si le sirve para saber de dónde viene, y hacia dónde vamos, porque si no sabemos de dónde venimos difícilmente sabremos hacia dónde vamos.
–¿Cómo se imagina a ese lector para el que escribe?
–No sé cómo son mis lectores, es muy difícil saber eso, pero sí quiero que me entiendan. Es lo primero que pretendo y después que se lo pasen bien, porque creo que esa es una función de la literatura y luego, además, de emociones, que le provoque reflexiones.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Favoritos de los suscriptores
A. C. Busto / N. A. Erausquin
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.