La escritora Rosa Valle (Gijón, 1974) lleva tatuada en el brazo la palabra 'refugium' junto con dos libros. Porque, desde niña, ellos han sido su cobijo, su particular «kryptonita». Y, tras su primer poemario, 'Llueve', ahora publica, con la editorial asturiana Gravitaciones, 'Certezas al ... sol'. Un volumen de la colección Gráfica en el que las fotos sirven como contrapunto a los versos y que se presentará este jueves, a las 19.30 horas, en el Antiguo Instituto de Gijón. Versos luminosos nacidos en plena pandemia en los que esta periodista que hoy trabaja como documentalista software vuelca sus certezas mientras prepara otra entrega de la saga de novela negra protagonizada por la inspectora Petunia Prado del Bosque.
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–Youtubers e instagramers metidos a poetas, una iniciativa para convertir a Oviedo en capital mundial de la poesía... ¿El género está de moda?
–Sí. Yo creo que, aunque sigue siendo un género minoritario, la poesía ahora mismo está en auge. Es verdad que, por el fenómeno de los instagramers y los youtubers poetas, podría ser una moda, pero también creo que hay un interés real, porque es casi un alimento, una necesidad en estos tiempos difíciles que corren.
–Y en tiempos convulsos a usted le han salido versos optimistas.
–Pienso que, en tiempos difíciles, pueden surgir dos tipos de poesía. Una de zozobra, con una función más terapéutica, de sacar fuera las cosas... más existencialista. Y luego hay otra, que yo creo que es la mía en este caso, que responde más a una evolución personal. Es una poesía con luz porque es una poesía de consciencia, que surge del entendimiento, de la comprensión profunda de aquellas verdades subjetivas que vas aprendiendo con la evolución del vivir y del sentir. Entonces, es más una poesía de calma.
–En el título se refiere las certezas a las que ha llegado tras esos procesos. ¿Cuáles son?
–Por ejemplo, entender algo tan sencillo como que la vida es cambio, que para mucha gente es algo difícil de digerir. O que todos los procesos positivos empiezan en la aceptación de lo que es así y no puede ser de otra manera. De lo contrario, el ser humano estaría en continua lucha, y eso agota. Hablo de entender algo tan básico como que la vida son momentos. Y eso se pone de manifiesto especialmente en etapas vitales como la mía, con 46 años.
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–¿A qué se refiere?
–A que observo que mucha gente de mi generación vive dormida en esta etapa, entre los cuarenta y los cincuenta, de muchos cambios:la famosa crisis de la mediana edad, que pocas personas encaran bien. Me encuentro en mi entorno mucho desequilibrio, mucho cerrar los ojos, a mucha gente que no acepta los cambios, que tiene miedo a ese salto al vacío y lo gestiona mal.
–Sé que es una lectora de autores, de devorar los textos de aquellos que le gustan. ¿A quiénes ha recurrido últimamente?
–Leo mucha novela negra. He terminado el último de Alicia Giménez Bartlett. Su personaje, Petra Delicado, y el mío, Petunia Prado del Bosque, tienen mucho en común. Y ahora voy a empezar con un autor del que no he leído nada, que es Alexis Ravelo, y también me acabo de comprar el último de José Luis Argüelles: 'Protesta y alabanza'. Me gusta mucho ese juego, esa dicotomía en la que todos nos movemos. Por ejemplo, en el caso de Petunia, yo la expreso en 'Pataleta y bizarría', que es el nombre de su blog. Vida y muerte, cielo y suelo... Nos movemos entre esas dos realidades, en la tensión entre esas dos fuerzas. Hay siempre una lucha, una batalla, y una energía que se impone.
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–Y de esta batalla, ¿saldremos mejores?
–Yo, personalmente, ya he salido mejor. Estaba el tópico edulcorado que decía:«Esto nos tiene que servir para parar». Pues yo paré. No me creo ni mejor ni peor por ello, pero a mí me funcionó. Yo ya venía haciendo procesos internos y esto me obligó a profundizar en ellos. Incluso aproveché para leer a autores de autoconocimiento, para hacer algún curso y hablar con amigas con conocimientos de psicología, para acercarme a la espiritualidad. Yo siempre era de las que corrían y ahora hago yoga. Antes era de las que le quitaba importancia a ese tipo de cosas, era un poco más malota, más macarrilla, y ahora he empezado a leer sobre budismo, he hecho meditación...
–¿Incluso al volver de nuevo a la oficina?
–Es verdad que fue como un oasis y ahora hay que volver a la rutina, pero me he traído cosas de él que he integrado a mi vida. Así que creo que deberíamos salir mejores, pero el que quiera seguir dormido seguirá dormido. Porque ponerte a trabajar dentro de ti, salir de tu zona de confort, reconducir lo que no está bien, cuesta. Y cuando mayor seas, más cuesta. Pero el 'carpe diem', el aprovecha el momento, es mentira. Para aprovecharlo, has tenido que haber hecho cambios. Siempre hay que revisar tu camino: «¿Dónde estoy?, ¿qué puedo cambiar?, ¿es por dónde quiero ir?». Hay que pararse.
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