«Escribo para el lector, no para los críticos»

–Parece que usted quedó fascinada por la historia de Maria Tarnowska, la protagonista de su novela. ¿Qué fue lo que le atrapó?

–Me fascinó su historia, como le ocurrió a todos los que se acercaron a ella. La descubrí por casualidad. Fui a Venecia y allí vive un amigo que me llevó al Palacio Maurogonato, que hoy es un hotel. Allí él me dijo: 'Vas a acabar escribiendo una novela sobre ella'. Me mostró el bar del hotel, que lleva su nombre, hablé con varios trabajadores de allí, vi recortes de prensa, armas, todo es como un museo sobre la condesa.

–Dicen que Visconti se obsesionó con ella.

–Sí, sí. Y se murió con esa obsesión. Hizo un guion y Mussolini se lo prohibió porque dijo que no era una mujer ejemplar. Volvió a intentarlo, incluso ya tenía a la actriz, Romy Schneider, acompañada de Marcello Mastroianni. Pero no lo logró.

–Dígame, ¿quiere que los lectores amen o que odien a María? ¿Usted ya sabe qué posición adoptar?

–Ya me decidí. El otro día estaba hablando con Irene Villa, que es buena amiga, y me dijo que ella ya era del equipo de la condesa. A lo largo de la novela flota la pregunta de si fue un ángel o un demonio, una víctima o un verdugo. Al final, creas un empatía con ella. Lo que quiero es que los lectores la conozcan. María gustaba tanto a hombres como a mujeres. Era una celebridad emparentada con la reina María Estuardo. Llegó para revolucionar la sociedad y el sistema judicial.

–Pero para muchos solo era una 'femme fatale'.

–De la noche a la mañana era una devoradora de hombres, una bruja, una hechicera. Todo por ser la instigadora de matar a su futuro marido, una persona conocida que la introdujo en las altas esferas. Era muy guapa, de ojos verdes y con una especie de magnetismo animal. De esas personas que quieres estar con ellas. Provocaba que los hombres se batieran en duelo por ella o se suicidaran.

–Y al final fue su mayor enemiga, una víctima de sí misma.

–Víctima de ella y de las circunstancias. Su personalidad era arrolladora y tenía el poder de seducción. El único poder que podía tener una mujer entonces.

–¿Cómo se ha documentado para narrar esta historia?

–No me resultó especialmente difícil dar con la documentación. Su juicio fue el gran juicio mediático del siglo XX. Hay mucho material publicado en los periódicos, pero además, tuve acceso a las actas del juicio y a otras referencias bibliográficas.

–'Un burka por amor', 'Postales del este', 'La violinista roja', ¿qué tienen en común sus libros?

–El único denominador común es que están basados en hechos reales y protagonizados por mujeres. Esto es una casualidad porque persigo historias que me apasionen, que me fascinen, que me seduzcan. Hasta ahora las he encontrado en mujeres. Si doy con una en la que el protagonista sea un hombre, la escribiré.

–'Un burka por amor' lleva ya 67 ediciones. Todo un récord. ¿Le presionan estas cifras o le producen vértigo?

–No, no. El vértigo me lo produce no vender los libros (ríe). 'Un burka por amor' tiene ya casi 16-17 años y se sigue vendiendo y me sorprende este éxito. Era mi primer libro, íbamos todos ya de vacaciones y, sin embargo, funcionó muy bien desde el primer momento. Todavía el otro día me comentaron que se acaba de traducir al albanés. Me sorprende… pero vértigo, no.

–Además, se llevó a la pequeña pantalla. Supongo que visionó este miniserie. ¿Le gustó?

–La vi, sí y me gustó. Tuvo 4,5 millones de espectadores y funcionó muy bien. Aunque la novela y la adaptación cinematográfica son dos lenguajes distintos, quedé satisfecha del resultado.

–Con 'Una pasión rusa' en 2015 se alzó con el Premio de Novela Histórica Alfonso X El Sabio. ¿Ayudan los premios?

–Ayudan. Me satisface cuando la respuesta del lector es positiva. A los tres días de editarse, 'La condesa maldita' ya iba por la segunda edición. Eso me satisface porque yo escribo para el lector, no para los críticos y si vendes es que gustas a quien te lee.

–Usted es periodista. ¿Cree que el estilo le marca en la narración de sus novelas?

–Mi vena de periodista y de escritora van de la mano. Me lo paso muy bien en el proceso de documentación.

–¿Piensa que es verdad que cada vez se lee menos?

–Cuando hago las presentaciones de mis novelas viene gente joven y llegan ya con un recorrido lector. No es bueno generalizar. Somos muchos. La normalidad no vende. Se publica mucho, lo que quiere decir que la gente lee. También se va a teatro y al cine. Menos de lo esperado, pero se va. Claro que me gustaría que se leyera más y se usara menos el móvil. Antes que escritora soy lectora. Si me tocara la lotería me pasaría el resto de mi vida leyendo libros y viajando.

–Regresa a Asturias. ¿Qué me dice de esta tierra, de sus lectores?

–A mí me encanta Asturias. El pasado verano vine a Gijón 15 días con un amigo que vive en Estados Unidos. No solo visitamos Gijón, Oviedo y Avilés sino que recorrimos muchos pueblos. Asturias me encanta, de verdad.

–¿Sigue la condesa por su casa o ya le ha buscado destino y la ha sustituido por otra?

–Sigue, sigue. Es la reina de la casa, de momento. Le queda un tiempo conmigo, luego la dejaré volar y alguien más llegará con una nueva historia.