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'El Escamplero' es en realidad el nombre con el que se conocía al comandante de «un grupo subversivo conformado en cierta manera por los ... nietos de los maquis». Se hacían llamar los Carrilanos, y eran unos rapaces llaniscos que, tras meterse en líos con la Guardia Civil, huyen en tren desde San Roque del Acebal hacia Santander para dar comienzo a una vida delincuencial y pendenciera de la que, todo hay que decirlo, no salen precisamente bien parados. A Manuel Rugarcía, su jefe, le llaman El Escamplero porque su abuelo luchó en esa batalla emblemática de Las Regueras, durante el cerco a Oviedo en la guerra civil.
Pues bien, es el escritor Miguel Ángel Galguera (Llanes, 1953) quien, con esta historia, cierra el ciclo de novelas titulado 'El valle invisible', que se compone de siete obras con el que cuenta su tierra, sus gentes, sus formas de ser, su historia y sus recuerdos, siempre haciendo equilibrios entre la ficción y la realidad. El ciclo se compone, por este orden, de las novelas 'Hay una línea trazada', 'El valle invisible' –finalista del Tigre Juan–, 'El árbol del ausente' (aún no publicada), 'Lágrimas que caen a tierra' (también inédita), 'El oro de la Fuente Grande' (publicada) y 'Olor a piedras rotas' (publicada), además de la que hoy nos ocupa, que será presentada por el autor este sábado, a las 19 horas, en la Casa de Cultura de San Roque del Acebal, de la mano de la Asociación San Roque y el Perru. «No habrá más de esta serie», promete el autor, quien nos cuenta que «escribiré otras cosas y espero poder publicar las siete obras de este ciclo en dos o tres tomos, como una obra completa».
La historia de 'El Escamplero' la narra uno de los miembros de la banda, que colaboró con ETA para tratar de rescatar a los condenados en el proceso de Burgos a través del subsuelo. «Eran unos mataos, todo les salía mal, y esto también. Pero hay quien dice que, de esa experiencia en las alcantarillas, los etarras aprendieron cosas para volar más tarde a Carrero Blanco». Los Carrilanos, tras cometer atracos y fechorías en Bilbao y Santander –algún miembro de la banda se queda por el camino– llegan a Valladolid, donde su plan, que también fracasa, es eliminar al 'Melenas', «el policía más sanguinario y trastornado del franquismo», describe Galguera. Y tras el fracaso, la desbandada. «Algunos acaban en la cárcel, otros huyeron a México, otro se instaló en Madrid...» Y el grupo desaparece.
«Pero suceden muchas otras cosas», nos cuenta el autor, quien siempre habla de Llanes como su «tierra soñada». Una mezcla de la Iria Flavia de su admirado Camilo José Cela con el Macondo de García Márquez. Y es que, cuenta el escritor afincado en Valladolid, «toda novela tiene un poso inicial de realidad, pero el sueño y la ficción llegan luego». Nos contó en una ocasión que sería «el hombre más feliz del mundo» si alguna vez sus obras se traducen a la xíriga o la 'jabla' llanisca. Ahí queda la invitación.
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