Inma Rubiales
Vermú de domingo ·
Estrella del público juvenil, a sus 22 años acaba de publicar su séptima novela. «Tengo muy claro a qué público me dirijo», aseguraSecciones
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Inma Rubiales
Vermú de domingo ·
Estrella del público juvenil, a sus 22 años acaba de publicar su séptima novela. «Tengo muy claro a qué público me dirijo», aseguraRecién cumplidos los veintidós, Inma Rubiales podría ser una estudiante más de Publicidad y Relaciones Públicas que pasea su melena rizada por la facultad. Pero Rubiales, además, es una estrella de la literatura juvenil. Y de una precocidad asombrosa: con dos años ya se llenaba ... la boca con palabras más grandes que ella, con ocho comenzó a escribir, con diez subía sus textos a 'Wattpad', con diecisiete publicó su primera obra en papel y en 2022 fichó por Planeta, sello que ha editado tres de sus siete libros; el último, 'Todos los lugares que mantuvimos en secreto'. La escritora, un auténtico fenómeno fan, es seguida por miles de lectoras («el 90% son chicas») que hacen cola durante horas en sus firmas de libros y aparecen con regalos y con el libro subrayado, lleno de pósits: «Al ver todo eso, mi padre se pone súper nervioso y mi madre llora a veces».
-¿Con qué escritor se tomaría el vermú del domingo?
-He tenido la suerte de conocer a muchos escritores nacionales de los que he aprendido un montón, así que te diré algunos internacionales a los que no conozco en persona, como Jennifer L. Armentrout, Sarah J. Maas o Suzanne Collins, de 'Los Juegos del Hambre'. ¡Difícil escoger!
-Empezó a escribir con ocho años.
-Sí, yo leía muchísimo y era muy introvertida, por lo que mis padres me apuntaron a muchas cosas, entre ellas al conservatorio. Como no me gustaba nada, mi madre me dejaba en la puerta y yo fingía que entraba, pero después me iba a la biblioteca, que estaba al lado, y me ponía a leer. Tras leerme todos los libros de la sección infantil, empecé a escribir el mío en el cuaderno de pentagramas y, al terminarlo, me acerqué a la bibliotecaria y le dije: «Perdone, me gustaría que usted pusiera esto aquí para que la gente lo leyera». Y fue así cómo empecé a sentir ese gusanillo de «quiero escribir y que la gente lea lo que escribo».
-Sus libros están repletos de romance, pero la literatura romántica está un tanto denostada.
-Yo creo que, actualmente, eso está cambiando. Puede que haya cierto público al que el romance no le guste, también porque siempre ha sido un género que se ha relacionado mucho con las mujeres y ahora es muy leído por mujeres jóvenes, y parece que todo lo que se dirige, entre comillas, a ellas es automáticamente algo malo. Pero no me quita el sueño: tengo muy claro que me dirijo a mi público y que yo lo disfruto muchísimo, y si para dirigirme a este público y poder disfrutar de lo que escribo hay gente a la que no le tengo que gustar, pues me da igual.
-¿Se ha enamorado alguna vez?
-Sí, pero no como en mis libros, por desgracia.
-Eso le iba a preguntar, si había sido como en sus novelas.
-No, ojalá pudiera decirte que sí. Y fíjate, me llama mucho la atención que me comenten que subo las expectativas de las relaciones románticas. Yo no lo creo, porque no me gusta que mis personajes sean perfectos: Connor, el protagonista de 'Todos los lugares que mantuvimos en secreto', no lo es. Se equivoca y mete la pata, pero es un chico bueno, que trata bien a Maeve [la otra protagonista del libro], que la quiere. Eso tendría que ser lo mínimo a lo que aspiráramos: a encontrar una persona que te quiera y te respete.
-Está hablando de un romance sano. ¿Siente responsabilidad al escribir hacia un público mayoritariamente joven?
-Sí, por supuesto, pero también lo hago porque tenía muy claro que quería plasmar un modelo de relación basado en la sinceridad, el respeto y la comunicación. Yo había leído muchos libros que romantizaban ciertas actitudes y que, en algún momento de mi vida, me hicieron pensar que cosas como los celos eran algo positivo. Mis personajes también tienen sus problemas, pero la diferencia está en si esos problemas se romantizan y se plantean como algo a lo que se debe aspirar, o si, en cambio, se plantean como «esto está mal y tenemos que solucionarlo». Y cuando hablo de temas como la salud mental, el duelo o la amistad tóxica, escribo con mucho cuidado, me documento y pregunto a profesionales; a mi madre, por ejemplo, que es psicóloga.
-Sufrió 'bullying' en el cole.
-Sí, sí, algo así. Fue desde los tres años hasta el inicio del primero de la ESO, más o menos.
-¿Se ha vuelto a encontrar con alguno de esos compañeros en las firmas de sus libros?
-Tanto como haciendo cola para mis libros, no. Pero tampoco soy una persona rencorosa. Es cierto que lo pasé muy, muy mal, pero me gusta más utilizar la otra parte de la historia, el pensar que yo lo pasé mal porque era una chica diferente que, al final, ha conseguido cumplir su sueño. Y me gusta dar ese mensaje: cuando me viene alguna niña y me dice que lo está pasando mal, le hago ver que esa etapa termina y luego todo mejora.
-Los protagonistas de su último libro elaboran una lista de cosas por hacer. ¿Usted también tiene una lista?
-Sí. La hice cuando estaba en tercero de la ESO, y la encontré hace poco y me di cuenta de que había cumplido todo lo de la lista; eran cosas relacionadas con la escritura que, en ese momento, me parecían imposibles. Ahora añadiría que mis libros se tradujeran al inglés, y también cosas relacionadas con lo personal, como aprender a disfrutar de las cosas pequeñas.
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