Seguramente los libros no pueden cambiar el mundo, pero sí la vida de quien los lee. Su magia hace cierto el tópico y así lo confirman seis creadores asturianos de diferentes disciplinas a los que hemos pedido que compartan con los lectores de Culturas el ... título de esas páginas que les iban a marcar para siempre.
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Para el pintor Toño Velasco ese libro fue 'El principito' de Antoine de Saint-Exupèry: «Todas las generaciones pueden entender algo, ese fue su éxito. Lo que más me deslumbró: el elefante y el sombrero. Fue revelador y pienso que llevo haciendo eso mismo desde que empecé a dibujar», desvela. La cantautora Rita Ojanguren elige 'Todo está iluminado', de Jonathan Safran Foer. «Lo encontré sin referencias en una librería y descubrí que una amiga de la infancia lo estaba leyendo a la vez, aunque vivíamos en distintos países». Otra conexión lo trae al presente: «Es una belleza de novela y la historia del pueblo judío en Ucrania», explica.
Su primer libro fue un 'Quijote' en papel de arroz que su padre le lanzó a la cama de niño cuando estaba enfermo, pero el clásico de Saint-Exupèry supuso una revelación total en su vida como lector y artista. «Me deslumbraron el elefante y el sombrero. Hago eso desde que empecé a dibujar», cuenta este pintor al que 'El principito' no solo lo ha marcado como lector, sino como artista.
«Lo encontré por azar y una amiga de la infancia lo leía a la vez. Vivíamos en países distintos», dice esta música sobre la emocionante novela del autor norteamericano, que adquiere para la cantante naturaleza de imán de casualidades: una de ellas la hizo descubrirla sin ninguna referencia en una librería cuando su mejor amiga la leía a miles de kilómetros de distancia.
Otro relato de guerra y memoria trazó un antes y un después en la cineasta Celia Viada Caso. «Barro para casa. Ese libro sería 'Un largo silencio' de Ángeles Caso. Es la historia –ficcionalizada– de mi familia materna. Me toca mucho. Lo leí siendo cría y fue darme cuenta de lo que supuso callar y someter a toda una generación que luchó, fue muy activa y tuvo que resignarse para sobrevivir. Fue importante para entender el país en que vivo», confiesa. El ilustrador Ángel de la Calle no tiene duda de su elección: 'La balada del mar salado', de Hugo Pratt. «La leí en el 76 en la edición italiana de Mondadori. Trabajaba en una librería y por eso tuve acceso», evoca. Para el director de la Semana Negra, «es piedra angular de la novela gráfica y la mejor narración de aventuras del siglo XX». También «la primera vez en el cómic que el otro existe». En su propia obra, afirma, «me enseñó a contar, fue un aprendizaje y lo es siempre».
«Es la historia de mi familia. Fue importante para entender el país en que vivo», nos cuenta Celia Viada sobre este libro. La narración más personal de su madre escritora supuso para ella conocer a través de la historia de las mujeres de su propia familia la realidad de un tiempo atroz que sigue marcando el presente y también su propio compromiso como creadora.
«Lo leí en el 76 en la edición italiana. Es la mejor narración de aventuras del siglo XX. Me enseñó a contar». El director de la Semana Negra tuvo el privilegio de leer el debut de Corto Maltés antes que la mayoría de sus contemporáneos y años después de que su autor se lo dedicase en Gijón cuando vino como jurado al Festival de Cine que dirigía Isaac del Rivero.
Transcendente fue para la actriz Cris Puertas 'El lugar de los caminos muertos' de William Burroughs: «Vi que las estructuras como las conocía se rompían. No lo entendí, pero me producía sensaciones y funcionaba de modo natural. Esa impresión de que siempre hay más opciones, de que las historias se pueden contar de muchas maneras y que las cosas a veces no se entienden, se sienten», apunta. El libro que cambió la vida del poeta Miguel Mingotes «fue el Libro de Familia», asegura, para añadir: «El que más me gustó fue 'Platero y yo', de Juan Ramón Jiménez. Lo leí de mayor, no era un chavalín y fue un cambio». El autor de 'Coses míes' destaca que «es como si fueses con él burreando por ahí, la sencillez y el trato que da la las personas. Hay partes amargas como la muerte de una chiquilla, pero, cuando es Navidad y llama a Platero 'camellito mío', eso te queda».
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«Es como si fueses burreando con él por ahí. Me gustó su sencillez y el trato que da a las personas». El creador gijonés pone en el altar de sus autores favoritos a Antonio Machado, Pío Baroja y Ramón J. Sender. Un lugar destacado entre ellos ocupa Juan Ramón Jiménez, su sensibilidad y exquisitez no siempre correspondidas por los literatos de su tiempo. En su 'Platero' ve nuestro poeta una buena muestra.
Fue una lectura de adolescente, cuando ni siquiera había pensado en dedicarse al teatro y le desveló una nueva manera de mirar la realidad alejada de las normas convencionales. «Me mostró que las cosas a veces no se entienden, sino que se sienten», cuenta la actriz Cris Puertas. Una enseñanza que le ha servido para aplicar en la vida y en la interpretación.
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