P. A. MARÍN ESTRADA
Domingo, 27 de septiembre 2020, 23:13
«Este es quizá mi libro más evidentemente moralista». Así definió Bernardo Atxaga su último título traducido al castellano, 'Casas y tumbas' (Alfaguara), durante su presentación ayer en la Feria del Libro de Gijón, en la que estuvo arropado por el escritor Vicente Duque. Anunciada por el propio autor como la novela con la que quería abandonar el género, en el diálogo que ambos mantuvieron en el patio del Centro de Cultura Antiguo Instituto, el narrador vasco fue desvelando algunas de las claves de un texto, en el que, como señaló su introductor, «hay muchas historias cruzadas y muchos hilos de agua que discurren entre las piedras hasta un final que es como el remanso de la memoria, un espejo en el que se cierran todas esas historias».
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Tras recordar a su amigo Luis Sepúlveda en una edición de la Feria donde se le ha brindado homenaje, Atxaga respondió a la primera de las cuestiones planteadas sobre las diferencias entre Obaba, el territorio imaginario de tantos de sus libros, y Ugarte, el pueblo real donde comienza 'Casas y tumbas'. La principal, apuntó, que en el mundo de Obaba remite «a una realidad no muy distinta a la que describió Virgilio, en la que no existe Freud, esa forma de interpretar el mundo interior. En Ugarte ya existe el psicoanálisis, la televisión, etc. y aunque parte de un comienzo en ese mundo antiguo, el final conduce a ese otro: es la historia de todas las zonas rurales que he conocido», afirmó.
La memoria personal del escritor es en su nuevo libro una de las fuentes principales y en la presentación, explicó cómo le interesa abordarla literariamente: «Hablar de un recuerdo en sí es poca cosa, lo que me interesa es por qué está vigente. Más que el chipirón me interesa la tinta, no lo que está en el chipirón sino en la tinta que lanza para escabullirse. En ese sentido escribo». Los diferentes géneros y formas presentes en las seis historias que hilan 'Casas y tumbas', también fueron detallados por Atxaga: «Siempre me planteo por dónde entrar en lo que escribo, qué lenguaje usar. Este es quizás el libro más moralista que he escrito y en él recurro a formas de los libros de aventuras para narrar barbaridades, la tortura, por ejemplo. Se trata de que de esta manera el lector pueda ver el transfondo y se pare a pensar sobre ello».
Su despedida de la novela llevó a Vicente Duque a preguntarle: «¿Por qué la última?» y el escritor declaró que «porque soy optimista. A cierta edad he visto que tengo la casa llena de ideas que no he desarrollado y ha llegado el tiempo de recoger la cocina y hacer otras cosas. Tengo muchas diferentes para escribir. Es optimismo, no otra cosa».
Acerca de su condición de autor en lengua vasca, Duque le subrayó la frase de Kafka que aparece en el epílogo del nuevo libro «Las lenguas minoritarias pueden ser muy fuertes y afortunadas porque adquieren un valor político». Atxaga lo suscribió: «Escribir en una lengua minoritaria da mucha ventaja al escritor, tiene una resonancia en la sociedad que se produce y con ella todas las posibilidades de existencia y además con la traducción eso ya es un viento a favor para lograr una comunidad lectora grande. Parte de esa ventaja», afirmó.
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